Por Rodolfo Manino Iriart

Mar del Plata es el principal centro turístico y balneario de la Argentina. Nuestra ciudad cuenta con playas, acantilados imponentes y bosques que se alternan a lo largo de 47 kilómetros de costa. El cuidado y protección de su ecosistema resulta esencial.

El 2 de marzo se cumplió un año de la decisión de los líderes políticos mundiales en avanzar hacia un tratado internacional que permita frenar la contaminación ambiental por plásticos. Según la Organización Mundial de Naciones Unidas, la contaminación por este producto pasó de 2 millones de toneladas, en mitad del siglo XX, a 348 millones en 2017. Las expectativas no son alentadoras, ya que se espera que se duplique su cantidad de aquí a 20 años.

Los impactos de la producción y la contaminación debida a los plásticos han generado numerosas problemáticas ecológicas y ambientales. En la actual coyuntura que atravesamos, agudiza la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la contaminación. La exposición a los plásticos perjudica la salud humana, y puede afectar a la fertilidad, la actividad hormonal, metabólica y neurológica, mientras que la quema abierta de plásticos contribuye a la contaminación del aire.

Las costas de nuestro país y por supuesto las de nuestra ciudad no están ajenas al flagelo. Los relevamientos del 5° censo de basura costera de la provincia de Buenos Aires señalan que los plásticos representan el 85% de los residuos que hay en nuestras playas. Éstos provienen de dos fuentes principales: la basura vertida al mar desde embarcaciones; y fuentes terrestres, como residuos arrastrados por los sistemas de drenaje de aguas residuales, los ríos, el viento y la basura dejada en la playa.

Esto tiene consecuencias directas para el transporte marítimo, la pesca, los sistemas de drenaje de Mar del Plata y el turismo. Es decir, perjudica al presente y futuro económico de nuestra ciudad. Pero a esta situación podemos revertirla si nos comprometemos y tomamos la responsabilidad de transformarla diariamente con acciones concretas sociales y comunitarias.

Vale recordar que desde Punto de Encuentro Pensar Mar del Plata convocamos a diferentes especialistas en la temática para disertar sobre la cuestión ambiental. El resultado fue incluido en nuestro libro “Debates para la Planificación Estratégica de la Ciudad 2050”. Aquí hice hincapié sobre la importancia de la búsqueda de equilibrio entre naturaleza y mercado; y al mismo tiempo, en lograr el mayor protagonismo de la ciudadanía en decisiones vinculadas a lo ambiental, haciendo valer las normativas que contempla el Tratado de Escazú, la herramienta más relevante en la materia a nivel regional.

La política debería tomar nota de algunos programas como “Guardianes Ambientales”, que lanzamos en Mar del Plata durante la gestión del gobernador Daniel Scioli (2007-2015). Tuvo como meta capacitar a jóvenes para que implementen acciones de protección y conservación del medio ambiente, e incentivar la formación de líderes cívicos. El proyecto legislativo se encuentra frenado en la Legislatura bonaerense y lamentablemente impide su implementación.

Otro punto a destacar es que resulta un pilar la articulación entre el sector público y el privado para revertir la problemática que afrontamos. En especial, para poder acceder a financiamientos que permitan adquirir tecnología para fuentes de trabajo sustentable y atacar el problema del desempleo.

Hay una gran oportunidad en este momento ya que dentro del sector privado se advierte el protagonismo de una nueva generación de empresarios que se muestran preocupados con la temática y que están comprometidos con la situación.

¿Podremos convertir a Mar del Plata en una ciudad de vanguardia en materia de acciones sustentables?


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