Por: Lic. en psicología Andrea Cecchi (MN: 46273 / MP: 61802) lic.andrea.cecchi@gmail.com

La apertura social de las distintas actividades se va desarrollando de manera progresiva, algunas con ensayos previos y en todos los casos con mucha precaución. Desde las medidas anunciadas por las autoridades nacionales hasta las costumbres más íntimas del hogar, podemos ver que se van flexibilizando lentamente los límites del aislamiento con un gran nivel de incertidumbre.

Para entender este proceso, debemos conocer los efectos que el encierro puede provocar en nosotros. Es evidente que esta cuarentena ha afectado el comportamiento de todos; nuestra psiquis ha padecido un proceso de retraimiento, de internalización de un temor y de varios protocolos que nos enseñaron “nuevas normalidades”, a las cuales hemos debido adaptarnos con mucha dificultad.

Ahora corresponde hacer el proceso inverso, aprendiendo a salir del encierro/miedo con la ayuda de información fidedigna que nos brinde confianza y tranquilidad. Debemos actuar y seguir los pasos con responsabilidad siendo cuidadosos:

1) Hacer pequeñas salidas cercanas, día por medio, si se quiere con la excusa de comprar aunque sea algo pequeño. Observar como es el nuevo panorama social: gente con tapaboca, porteros con rociadores de alcohol en algunas entradas de comercios, personas distanciándose con desconfianza, etc.
La primera impresión es de extrañeza y falta de identificación. Se experimenta una sensación inédita, como si estuviéramos protagonizando una película de ciencia ficción. Analizar, compartir y pensar estas impresiones con nuestros seres queridos nos ayuda a sentirnos contenidos mientras nos retroalimentamos con las experiencias de los demás hasta comenzar a naturalizarlo.

2) Debemos manejarnos con seguridad.
La información y la responsabilidad son la clave. Si pudiéramos tener conocimiento de la manera que se han contagiado las personas que han contraído el virus, podríamos notar los errores que se han cometido o la falta de cuidado que se ha llevado a cabo que permitió dicho contagio. Debemos asumir que tenemos el control de nuestra salud dado que somos protagonistas de nuestro auto-cuidado; si sabemos cuidarnos y respetamos las normas, deberíamos estar tranquilos.

3) Seguramente experimentemos agotamiento físico rápidamente, desgano y cansancio. Quizás nos falte el aire, y si sumamos el método de protección del tapaboca de tela, más aún.
Esto es debido al sedentarismo y la pasividad que hemos experimentado en tantos días de encierro. Los elevados niveles de estrés sostenidos en el tiempo, sumado al escaso movimiento del cuerpo, genera una sensación de agotamiento inmediato. Esta impresión no se extenderá en el tiempo, ya que al retomar la actividad el organismo tiene memoria muscular y se recupera el estado físico original.

4) Reconocer los logros obtenidos en la cuarentena y apuntar a recuperar nuestros espacios, evitando contabilizar decesos y enfermos.
Proyectar objetivos y metas implica enfocarse en los posibles logros, en los desafíos y poner en marcha los recursos cognitivos y materiales. Asumamos una posición positiva de adaptación, concentrándonos en lo que vamos a lograr y no imaginarnos, sin fundamento, lo malo que podría suceder.

Luego de esta experiencia de cuarentena a nivel mundial debido a la pandemia, debemos incorporar a nuestra manera de vivir los nuevos protocolos; no va a ser necesario (en un futuro) que todos circulemos con barbijo, pero sí deberíamos “naturalizar” su uso cuando tengamos síntomas como fiebre, dolor de garganta, congestión, para evitar el contagio no sólo de coronavirus sino de cualquier otro tipo de enfermedad respiratoria.

Sumar a nuestro modo de vida el uso de barbijo en caso de síntomas y el lavado de manos frecuente, del mismo modo que incorporamos el respeto por las luces del semáforo y el uso de cinturón de seguridad, implicará una mejora progresiva de la salud de toda la sociedad.

Dado el enorme sacrificio que ha significado esta cuarentena, no podemos tirar todo ese esfuerzo por la borda saliendo indiscriminadamente a “recuperar el tiempo perdido”. Es un aprendizaje social que nos involucra a todos.


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