Por: Roberto Garrone

Puede ser esta semana que se inicia, tal vez la otra pero no puede extenderse mucho más allá para que el gobierno nacional haga el anuncio con las medidas de ayuda para la industria pesquera. Un vaso de agua en medio del desierto. Un salvavidas en medio de la tempestad.

El atraso cambiario, la inflación en dólares, la caída de algunos precios internacionales de productos que sostienen a la industria como el langostino entero, y la poca demanda de destinos hoy jaqueados por la guerra, la inflación en Europa con depreciación del euro incluída, y las barreras sanitarias post pandemia de China conforman una tormenta perfecta para un sector acostumbrado a transitar este tipo de oleaje, aunque con el riesgo de no llegar hasta la otra orilla.

Como bien anticipó Guillermo Michel, titular de la Aduana y estrecho colaborador de Sergio Massa, mucho más allá de sus límites funcionales, el problema de la pesca es que nada tiene para ofrecerle al Ministro.

Lo único que acepta Massa son dólares, como los que tenían almacenados en silo bolsas los productores agropecuarios y que germinaron el dólar soja con un tipo de cambio diferenciado para poder atender la anemia de las reservas del Banco Central.

La pesca no goza de ese privilegio y su volumen de negocio es mucho más chico. Apenas superó los 1800 millones de dólares en exportaciones el año pasado, lo que el campo liquida en un par de semanas.

Es por eso, la ausencia de oferta, que las respuestas para el sector se demoran desde el 23 de diciembre del año pasado cuando el Ministro se dignó a participar del cónclave promovido por el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo y el Subsecretario de Pesca, Carlos Liberman.

El lunes pasado todas las partes volvieron a juntarse en la sede de la Secretaría. Todos menos Massa, y tampoco hubo respuestas. Allegados a Bahillo cuestionaron que desde la Intercámara de la Pesca no habían formulado ninguna propuesta.

La reunión duró media hora y fue un intercambio de saludos con caras largas: “Nosotros tenemos los problemas, ustedes deben aportar las soluciones”, remataron desde el otro lado de la mesa.

Massa parece un hombre sensible. Cuando los referentes empresarios expusieron algunos números que graficaban el atraso cambiario no se hizo cargo. “Asumí hace 6 meses”, contestó luego de escuchar las cuentas que sacaron los referentes de la patronal pesquera.

El tipo de cambio evolucionó 180% entre enero del 2020 y diciembre 2022, en tanto el costo de vida aumentó 285% y el dólar blue, 336%. Nada de lo que ofrezca el gobierno podrá corregir semejantes asimetrías.

“En ese lapso los salarios de los trabajadores del pescado subieron un 340% y los marineros del SIMAPE un 338%”, reveló Fernando Rivera, el presidente de CaIPA en “Desde el Muelle” semanas atrás.

Para los armadores que salen a pescar la cuenta no es mucho mejor. El gas oil en enero del 2020 costaba 50 pesos. En diciembre pasado más del triple: 162 pesos. Más allá que algunos en la pesca pueden comprar el combustible a un precio diferenciado, la inflación es la misma.

Con las riendas de las variables económicas en sus manos, la situación no cambió mucho y el año electoral que transitamos hará que el tipo de cambio oficial se siga rezagando para que no termine de acelerar una inflación que no parece dormida como quiere el Ministro, lejos del 4% que prometió para marzo y abril.

Quedará por ver, cuando se corporicen los anuncios, si efectivamente la pesca tendrá dos períodos anuales para liquidar sus exportaciones, enfocado principalmente en lo que es la zafra de calamar y langostino, en marzo y septiembre, si la ventana es más amplia y abarca dos meses en cada período, o si se estipula un valor diferenciado para todos los productos de la pesca, durante todo el año, como pidieron desde el sector empresario.

Las soluciones que piden los actores patronales de la pesca no pasarán por otro lado. Porque tampoco puede haber muchas medidas de estímulo por los problemas que enumeré al inicio de la columna. Además de las asimetrías macroeconómicas de adentro, la pesca enfrenta problemas de afuera, que se cristalizaron con la rebaja en los volúmenes exportados del año pasado.

Y como si con esto no fuese suficiente, en pocas semanas comienza la novela de las paritarias, que en la pesca son múltiples, para disgusto de Rivera que debe escuchar las demandas salariales de marineros, maquinistas, patrones, capitanes, obreros del pescado, prácticos de muelle y obreros navales de talleres de pesqueras. Creo que no me olvidé de ninguno.

Paritarias que se ponen en marcha en un contexto donde los precios no parecen muy justos y lucen bastante descuidados en las góndolas de los mercados. Habrá que ver la capacidad de Sergio para alinear a la CGT y que nadie saque los pies del plato del 60% anual de reajuste salarial. Parece un experimento condenado al fracaso antes de nacer.


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