El subteniente de la Policía bonaerense acusado de asesinar de siete balazos a un joven de 18 años que trató de asaltarlo junto a otro sospechoso en la ciudad de Mar del Plata, en julio de 2020, declaró por primera vez en el juicio por jurados que enfrenta por el homicidio y aseguró que amenazaron con matarlo durante el intento de robo de su moto y que, tras identificarse como efectivo, vio un «destello» y un «sonido» que interpretó como un disparo.

Pedro Arcángel Bogado (39), imputado por el delito de «homicidio agravado por el uso de arma de fuego», aseguró que gritó «váyanse que soy policía» cuando fue abordado por la víctima, Brandon Romero (18), y por otro joven que iba en una moto con él.

Según relató Bogado en la audencia de ayer, el hecho se inició minutos después de las 6.30 del 5 de julio de 2020, cuando una moto con tres personas se interpuso en su camino mientras él circulaba en otro rodado por la rotonda de ingreso a la ciudad por la ruta 226, y escuchó «tres detonaciones».

De acuerdo a su declaración, tras retomar de contramano para esquivar a ese vehículo, se vio «rodeado» por otro similar con dos ocupantes y creyó que eran las mismas personas.

«Noto que me vienen a rodear. Saco la funda del arma, la tiro, tengo el arma en la mano. Me quedo quieto y sé que vienen hacia mí. Escucho una voz, me dice algo, bastante claro, que dice ´te vamos a matar por la moto, negro´», señaló en su testimonio de casi tres horas ante el jurado popular.

El subteniente declaró además que tras identificarse como policía escuchó a quien luego sería identificado como Romero decirle al joven que conducía la moto: «Es vigi, tirá que es vigi».

El efectivo precisó que a continuación hubo «un chispazo» y «un sonido» que interpretó como un disparo, por lo que tiró al menos seis veces con su arma reglamentaria.

La moto escapó del lugar y luego Bogado disparó sobre Romero, ubicado a un costado, hasta agotar el cargador, según su relato en la sala de audiencias del Fuero de Responsabilidad Juvenil.

«Yo vengo esperando hace muchísimo tiempo. Lo único que estoy deseando es poder expresar lo que sentí y viví este tiempo. Yo no puedo saber qué pretenden de mí. ¿Qué esté muerto? Si pretendían eso, me hubiese encantado cambiar de lugar», dijo.

En ese sentido, agregó: «Si yo hubiese estado muerto nadie hubiese buscado a los que me mataron. Un policía muerto le sirve a todo el mundo, pero vivo sirve para juzgarlo. A mí me están juzgando por estar vivo».

Su declaración cerró la cuarta jornada del juicio que buscará determinar si se trató de un caso de «gatillo fácil», como sostiene la familia de Romero, o si actuó en legítima defensa.

Hoy desde las 10 presentarán sus alegatos los defensores Martín Bernat, Paula Erviti y Agustín Robbio, y los abogados César Sivo y Romina Merino, que representan en calidad de particular damnificado a los padres de la víctima.

La cuarta audiencia del juicio se puso en marcha desde las 9 y se extendió por más de diez horas.

En su inicio, un planteo de la defensa cuestionó la objetividad de una perito psiquiatra que había declarado en la tercera jornada, por publicaciones suyas en redes sociales en las que compartía pedidos de justicia por el caso.

Luego declaró como primer testigo Rodrigo Pomares, abogado de la Comisión Provincial por la Memoria, quien brindó testimonio de manera remota y destacó que el uso de la fuerza por parte de efectivos policiales «tiene que ser racional y respetar la integridad física», que es «una opción extrema y debe ser usada de manera excepcional» y «debe ser proporcional a la de quien agrede al personal policial».

El segundo testigo fue un médico psiquiatra que atendió al acusado tanto antes como después del homicidio, y quien aseguro que presentaba un «trastorno de ansiedad» previo, al que luego se sumó «un estado de angustia por todo lo que él había vivido».

En la misma línea, un psicólogo que intervino por parte de la defensa describió al acusado como una persona «sumamente comprometida» y «con mucha angustia», y que atravesaba «un estado de depresión».

Según relató, el imputado le manifestó que «algo se quebró» dentro suyo tras el hecho y que tenía problemas para dormir y «temor» a salir de noche a la calle.

Restó importancia en ese sentido a audios enviados por el imputado a amigos suyos horas después del homicidio, en los que se refería a la víctima como «esa rata no le va a robar más a nadie», y dijo que eran expresiones «propias de cualquier persona que intenta defenderse» para «poder soportar» un trauma.

Luego brindó testimonio un auxiliar del Ministerio Público Fiscal, quien se refirió a un presunto mensaje de la pareja de Kevin Farías, el joven que iba con Romero al momento del hecho, quien dijo que habían ido «a robarle a alguien que no tenían que robarle».

A partir de preguntas realizadas a este testigo por parte de Sivo, se dio lectura a otro mensaje, en el que Farías expresa que «ni la voz de alto dio el policía, tiró por la espalda, tiró a matar». (Telam)


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