Por: Roberto Garrone

El 2020, el inolvidable de la pandemia de coronavirus, en la pesca nacional también fue “el” año del calamar. La abundancia del recurso sorprendió a propios y extraños porque provino del efectivo bonaerense norpatagónico, un stock poco frecuente a romper el molde.

El illex casi duplicó los números de desembarques el año pasado. De 96 mil toneladas en el 2019 pasó a 172 mil toneladas el año pasado lo que no solo sirvió para maquillar los desembarques totales de especies de origen marino, que llegaron a las 771 mil toneladas, el 1,3% menos que en el año anterior, sino también para atemperar la merma en las exportaciones, que cerraron el año con una caída del orden del 10% influenciado por la merma en merluza y langostino.

Este año la zafra de calamar comenzó 10 días más tarde para darle tiempo a las tripulaciones a que cumplan el aislamiento luego de las fiestas y así disminuir las chances de contagios a bordo, y más allá que no ha habido muchos barcos que tuvieron que regresar con marineros sintomáticos, la temporada parece haber arrancado con el pie izquierdo.

Los más de 60 barcos poteros que pescan el molusco en la unidad de manejo Sur, al sur del paralelo 44°S, comenzaron con rendimientos abundantes, entre 20 y 30 toneladas por noche de faena, pero en los últimos días las capturas cayeron abruptamente a la mitad.

Luego se sumó un período de mal tiempo, con fuertes ráfagas de viento sudoeste que obligó a la flota a buscar refugio en Comodoro Rivadavia y Puerto Deseado. Cuando pase el viento tratarán de encontrar nuevas marcas del stock desovante de verano, que no es el principal en dicha unidad de manejo pero el bonaerense sud patagónico que históricamente era el que más aportaba a la flota, hace unos años se ausentó sin aviso.

Cuál es su estado actual, cuál es su biomasa reproductiva, dónde se encuentras sus principales áreas de densidad poblacional, cuál es su estructura de tallas, son dudas que seguirán esperando respuesta. La campaña de evaluación que pensaba hacer el INIDEP en su más moderno buque de investigación debió cancelarse casi al momento de la zarpada.

Mar del Plata está atada a la suerte del calamar y la estadística del primer mes del año ya dejó ver números preocupantes. La caída del 20% en los desembarques en enero tiene que ver exclusivamente con el menor movimiento del molusco aunque es cierto que influye el comienzo tardío del 2021.

Pero ya esta por terminar febrero y no se han visto muchos poteros descargando en los muelles locales. Hoy Mar del Plata suma 3800 toneladas de calamar de las 24 mil desembarcadas. Puerto Deseado contabiliza 15 mil.

Es cierto que la flota pesca mucho más cerca de Deseado que de Mar del Plata pero el año pasado era igual y sin embarco acá hubo mucho más movimiento y el puerto terminó con 104 mil toneladas de calamar cuando en el 2019 habían sido apenas 36 mil.

Pero no todo es ausencia de calamar y mal tiempo. La postal del puerto bloqueado más de 10 horas, con el servicio de estiba en la rama del congelado paralizada, no es la mejor imagen que una terminal marítima puede regalar en el inicio de una temporada. Muchos barcos se fueron a descargar a otro lado y otros pensarán entrar solo cuando comience la operatoria en la unidad de manejo Norte.

Si la irregularidad de la zafra se mantiene, si la zafra es más corta como algunos especialistas han dejado trascender, se vienen meses difíciles para los trabajadores portuarios que tenían en el calamar un palenque dónde rascarse.

Depende de un recurso pesquero para que se active el trabajo es caminar en la fina cuerda del equilibrista. En años de abundancia como el 2020 fue sencillo llegar hasta el otro extremo del cable. En estos en que la cosa pinta mal, la cuerda comienza a temblar y arrastra en la caída a miles de laburantes.

La pesca es el principal motor productivo en el puerto y la ciudad, nadie lo pone en duda. Pero una industria que para colmo tiene altibajos, no alcanza para satisfacer todas las necesidades a su alrededor. El puerto tiene una potencialidad absolutamente desaprovechada.

Dejando de lado a la industria naval, bendecida por algunas decisiones políticas certeras más el apoyo financiero necesario para desplegar inversiones en infraestructura y maquinarias para hacer frente a esta nueva fase de agenda colmada de proyectos y nuevos desafíos como barcos de hasta 40 metros, corriendo a la industria naval, digo, no asoma ningún otro sector capaz de generar empleo calificado y sustentable.


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