Por: Roberto Garrone

El reajuste salarial del 2022 en gremios vinculados a la actividad marítima y pesquera en Mar del Plata amenaza con abrir una grieta entre trabajadores y entre los propios obreros con las cámaras patronales.

En el mundo puerto hay un abanico de sindicatos que pueden agruparse en dos grupos: los que se embarcan y acá tenemos al SIMAPE y al SOMU representando a la marinería y maestranza y los de oficiales, de máquinas (SICONARA) y de puente (Asociación de Capitanes y Centro de Patrones) y los de tierra, donde el SOIP agrupa a los obreros del pescado.

También hay otro grupo: los prácticos de muelle, popularmente conocidos como “serenos” que trabajan cuando el barco queda amarrado al muelle, y los obreros navales que trabajan en talleres de propias empresas pesqueras. Cada uno tiene su propio convenio colectivo y a ambos los representa el Sindicato de Obreros Navales (SAON).

La Cámara de Armadores de Buques Pesqueros de Altura y la Cámara de Industrias Pesqueras Argentinas (CaIPA) comparten la negociación colectiva con casi todos. Solo la cámara que agrupa a las empresas integradas y que cuentan con frigoríficos en tierra negocia con Cristina Ledesma, la referente del SOIP.

Como estrategia común, ambas cámaras patronales definen un porcentaje de actualización y el esquema de pago unificado para todos los gremios. Más allá que los convenios tienen distinta fecha de vencimiento, en las actas que rubrican a instancias del Ministerio ya existe un modelo predeterminado donde solo cambia el sindicato que lo rubrica.

Lo que sí varía es qué porcentaje de los aumentos se reflejan en los recibos de sueldo de los tripulantes, sobre todo de los oficiales. Y ahí cada empresa es un mundo y los arreglos son individuales y hasta varían de barco a barco.

Pero este año el desfile comenzó con el pie izquierdo. La semana pasada las cámaras firmaron el reajuste salarial para los marineros. Un 20% en marzo y un 10% en junio con el compromiso de sentarse de nuevo en septiembre. La mitad como suma no remunerativa. Un calco de la paritaria 2021 que terminó el año con otro 15% anudado en octubre.

El acta dejó a varios marineros sorprendidos. Esperaban una mayor recomposición para el primer tramo, en un contexto en que el propio gobierno elevaba el piso del salario mínimo vital y móvil por encima del 40% -termino siendo del 45 en cuatro cuotas- y en el acta no apareció la firma del SOMU.

“El año pasado nos dieron un 45 y la inflación acumulada fue superior al 55. Como van a firmar por lo mismo si ya esperan como 60 de inflación para este año”, razonaba un marinero en uno de los grupos de whatsapp en el que comparten memes y penas.

El SOMU por estos días fue una caja de resonancia del malhumor de los trabajadores. Habrá que ver qué estrategia definen por estas horas ya que en la patronal aseguran que no tienen mucho margen de pegar el volantazo y escapar de lo que dice su personerìa.

“Ambos gremios tienen que firmar en espejo”, aseveró una fuente consultada.

“No es cierto, la Corte dijo que siempre que exista voluntad entre los gremios pueden firmar juntos sino cada uno lo hace por separado”, explicaron entre los trabajadores.

En el SIMAPE aseguran que la última acta había vencido en febrero y avisaron que firmarían en esos términos. En el SOMU avnticiparon que no van a firmarla, reabriendo una vieja disputa que parecía olvidada.

El gremio que conduce Pablo Trueba nació como una escisión del SOMU hace más de 20 años por diferencias irreconciliables luego que Omar Suàrez acordara términos y condiciones con los que no estuvo de acuerdo Juan Novero, por entonces representante de los obreros marítimos en Mar del Plata.

A partir de ahí nada fue fácil. El asesinato de Jorge Andrada, tesorero del SIMAPE en mayo de 2010, donde hubo sospechas. nunca confirmadas en la justicia de que se trató de un vuelto sindical más que un hecho de inseguridad, y el paro de más de 100 días que impulsó el gremio dos años después para recuperar una personería gremial que le había denunciado el SOMU fueron los momentos más críticos de una convivencia que nunca se relajó.

En estos años con el ingreso de nuevos dirigentes las diferencias parecieron suturarse aunque en medio de la pandemia germinaron nuevas asimetrías. La conducción nacional del SOMU corrió de la mesa de decisiones a Pablo Ochagavia, el delegado local, por haber firmado en espejo con el SIMAPE justamente esta misma actualización para la flota fresquera que ahora vuelve a separar las aguas.

Supuestamente no había consultado a la cúpula que comanda Raúl Durdos. Ochagavia lo desmiente pero salió de escena con “licencia psiquiátrica”. Tras las elecciones de diciembre en el SOMU local asumió Oscar Bravo, un dirigente con pasado reciente de pescador, digo, que esta empapado de lo que pasa en el oficio, aunque Damian Basail sigue teniendo injerencia en la mesa chica de Av. Edison, a pesar que en las elecciones fue candidato en la lista perdedora.

El SOMU no es el único descontento con lo que firmó SIMAPE. El jueves, en la apertura de las negociaciones con motoristas y conductores navales, las partes pasaron a un cuarto intermedio. Daniel Flores, referente del SICONARA local, que agrupa a los oficiales de máquinas, aviso que quieren un 60% para la primera parte del año.

Otro frente de conflicto podría brotar desde el Centro de Patrones. Los oficiales del puente miran todo desde un balcón a la espera de ver qué pasa con el SOMU. En estos años la Asociación de Capitanes firma en representación de los patrones porque detenta la personería jurídica. Y en estos tiempos Jorge Frías, el secretario General de capitanes, nunca cuestionó una oferta de la patronal.

Pero en el Centro de Patrones también hubo elecciones este verano y a diferencia del SOMU, la línea interna se impuso a González Insfrán y si bien todavía hay chispazos por la obra social, en Mar del Plata pretenden recuperar protagonismo en la mesa de negociaciones. “Veremos qué opinión tienen los afiliados al respecto”, dijo Walter Luro, el dirigente que pasará a conducir el Centro en Mar del Plata.

Saber qué hará Frías es un misterio. Ahora que aspira a ser candidato a diputado, nacional, por menos ni se sienta a escuchar propuestas, tal vez busque ocupar el centro de la escena y decrete algún paro sorpresivo que nadie cumpla, pero al menor le regala un instante de fama como para trascender al ámbito pesquero. No será pronto porque el acta 2021 vence el 31 de marzo.

Durante estos años las cámaras patronales se la vieron bastante fácil en determinar un nivel de actualización y aplicárselo a todos por igual, sin importar la realidad individual de cada sector. El galope de la inflación desajustó las clavijas del andamiaje y con la constante pérdida de poder adquisitivo reflotaron viejas disputas.


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