La Iglesia Catedral de Mar del Plata, al igual que las distintas parroquias y capillas de la diócesis, se vio colmada con la presencia de fieles que acudieron para celebrar el Domingo de Ramos, dando así comienzo a la Semana Santa.

El administrador apostólico, monseñor Ernesto Giobando, presidió la Misa a las 11 horas en la Catedral, comenzando como es habitual con el rito de bendición de los ramos. Concelebraron la Misa el párroco de la Catedral, presbítero Ariel Sueiro, y el vicario parroquial, presbítero Juan Pablo Arrachea.

Al referirse al signo de los ramos de olivo, el prelado destacó: “hoy portamos un ramito, que es un signo de paz, que también nos remite a Getsemaní, donde a la sombra de un olivo Jesús oró. También empleamos aceite de olivo para el Santo Crisma, con el que fuimos ungidos en el Bautismo, y precisamente la Semana Santa es la semana en la que renovamos nuestra fe cristiana que hemos recibido en el Bautismo” y agregó que esta semana “culminará en la Vigilia Pascual y en el Domingo de Pascua, pero empezará allí el tiempo de Pascua, que es el tiempo en que Jesús permanece con nosotros hasta el fin de los tiempos, porque Jesús está con nosotros.”

Comentando la lectura de la Pasión según San Marcos, afirmó que “todo lo que acontece en la Pasión acontece también en la historia, y también acontece en nuestros días porque dice San pablo que llevamos en nuestro cuerpo lo que falta aún a la Pasión de Jesús, porque Jesús es la cabeza y nosotros somos su cuerpo, por eso donde hay sufrimiento, dolor, donde hay tanto Getsemaní, estamos invitados a acompañar, a rezar, a estar al lado, a ser como ese cireneo a quien le toca cargar la cruz del Señor.” Y afirmó que  “la Pasión y la Semana Santa, si no van unidas a la caridad, pueden quedar solo en un culto externo que no toca nuestro corazón.”

“Así como Jesús sufrió, hoy muchos están sufriendo: acerquémonos al Señor acercándonos a los que sufren y démosles una mano en la cruz pesada que les toca”, expresó, a la vez que recordó el gesto de esta Semana Santa en la diócesis: llevar un alimento no perecedero a la parroquia más cercana.

Finalmente, refiriéndose al 24 de marzo, pidió que “recordemos lo sucedido, incluso acá en la diócesis todo el sufrimiento que padeció en ese tiempo el hoy beato Eduardo Pironio, que podamos siempre reflexionar para que la enseñanza de la historia nos ilumine, sobre todo a los jóvenes.”

Concluyendo con su homilía, exhortó a los presentes a “participar de estos días de Semana Santa, como días de oración,  como una buena oportunidad para meditar qué me dice hoy la Pasión de Jesús, qué nos dice como Iglesia” y pidió “a la Virgen María que siempre nos acompañe y nos ponga siempre en el corazón de su Hijo, que es donde renovamos nuestra fe”.


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