Puede ser isquémico, cuando se interrumpe el flujo sanguíneo en una arteria del cerebro, o hemorrágico, cuando se rompe un vaso (vena o arteria). En ambos casos la atención de un ACV debe ser inmediata y es importante reconocer los signos y síntomas para actuar.

Los especialistas remarcan el concepto de ‘Red’, que incluye ambulancias preparadas para dar los primeros cuidados y con conocimiento de los centros especializados a donde derivar al paciente; y también que aquella institución cuente con los profesionales entrenados, el equipamiento necesario y se prepare para recibir al paciente y atenderlo de inmediato.

‘Un accidente cerebrovascular (ACV) puede cambiar la vida en un instante. Sin embargo, reconocer sus signos y síntomas a tiempo y actuar con velocidad puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre una recuperación completa y secuelas permanentes. Se calcula que suceden alrededor de 60 mil ACV por año en Argentina y, sin embargo, la mayoría de las personas no sabe cómo actuar si alguien a su lado empieza a desarrollar un cuadro de estas características». Así lo afirmaron profesionales de la salud durante el 61° Congreso Argentino de Neurología, la reunión científica más importante de esta especialidad en nuestro país, que se está llevó a cabo en Mar del Plata del 12 al 15 de noviembre.

«La sospecha, el diagnóstico y el tratamiento a tiempo son fundamentales para mejorar las probabilidades de supervivencia y de recuperación», insistieron.

El ACV ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se ve interrumpido, ya sea por un coágulo que obstruye el flujo del torrente sanguíneo en una arteria cerebral (ACV isquémico) o por la ruptura de un vaso (ACV hemorrágico). En ambos casos, constituye una emergencia médica y el tiempo hasta la atención es crucial: las primeras 4 horas y media desde la aparición de los síntomas representan una ventana de oportunidad esencial para realizar tratamientos que pueden salvar vidas.

“La gente suele minimizar los síntomas o piensa que desaparecerán por sí solos. Esta espera puede ser fatal o dejar secuelas irreversibles. Por eso insistimos en la importancia de actuar con velocidad. Ni bien se detectan los primeros signos de un ACV, es crucial llamar a un servicio de emergencias y trasladar al paciente a un centro hospitalario adecuadamente preparado para su abordaje; hay una ventana de oportunidad que oscila en un máximo de 4 horas y media desde el inicio de los síntomas, donde el individuo ya debería haber recibido atención médica especializada”, señaló el Dr. Pablo Ioli, médico neurólogo, vicepresidente de la Sociedad Neurológica Argentina y Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Privado de Comunidad de Mar del Plata.

“Es importante acuñar el concepto de ‘trabajar en Red’, lo que no significa otra cosa que la ambulancia esté preparada para identificar los síntomas, hacer un prediagnóstico y dar los cuidados preliminares; también saber a qué centro llevar al paciente, ya que no todos los hospitales están debidamente preparados para del abordaje intensivo de una persona que está sufriendo un ACV. Por último, la comunicación con ese centro para que éste lo espere con todo a disposición y le dé inmediata atención, cumpliendo con los protocolos internacionales validados, con el equipamiento necesario y personal debidamente entrenado”, sostuvo la Dra. Virginia Pujol Lereis, médica neuróloga, Subjefa del Servicio de Neurología Vascular de FLENI.

Los centros elegibles para atender un paciente con ACV deben tener disponibilidad de especialistas en neurología las 24 horas todos los días de la semana, además de equipamiento necesario, como quirófano, tomógrafos y resonadores magnéticos operativos.
Entre los principales signos y síntomas de aparición repentina que son característicos de un ACV, se destacan debilidad o entumecimiento en la cara, brazo o pierna, especialmente de un lado del cuerpo, confusión, dificultad para hablar o para entender el lenguaje, pérdida de la visión en uno o los dos ojos, dificultad para caminar, mareos, pérdida del equilibrio o coordinación, y dolor de cabeza intenso y sin causa aparente.

“Debemos trabajar sin pausa en la prevención del ACV. Para ello recomendamos el control de aquellos factores de riesgo potencialmente predisponentes, como la hipertensión arterial, la hiperglucemia, el tabaquismo, el colesterol elevado, el sedentarismo, el sobrepeso y el estrés, por citar los principales. También, llevar un estilo de vida saludable, con una alimentación equilibrada, la realización de actividad física y visitar al médico periódicamente”, consignó el Dr. Santiago Pigretti, médico neurólogo, Coordinador de la Unidad de ACV del Hospital Central de Mendoza.

“El ACV es una de las principales causas de discapacidad y muerte en el mundo, pero también es una de las enfermedades donde actuar con velocidad puede cambiar el desenlace. Reconocer los síntomas y actuar de inmediato salva vidas y también puede preservar la calidad de vida de quienes lo sufren. Estar informados y preparados marca la diferencia”, concluyeron los especialistas.


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