Una fiscal pidió que se condene a la pena de prisión perpetua a un hombre acusado de asesinar a balazos en el verano del 2019 a su expareja, la oficial de la policía de Mar del Plata Gisel Romina Varela que lo había denunciado por violencia de género, y descartó que el acusado haya actuado bajo un estado de «emoción violenta».

La titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 de Mar del Plata, Florencia Salas, consideró que en las tres jornadas del debate oral ante el Tribunal Oral en lo Criminal 2 por el femicidio, quedó probado que Sergio Alejandro Cejas (38), sobre quien regía una orden de restricción de acercamiento hacia Varela (33), la asesinó de cinco disparos tras arrebatarle su arma reglamentaria.

En línea con la acusación planteada en la apertura y a partir de los testimonios aportados en el juicio, Salas pidió que Cejas sea condenado a la pena de prisión perpetua, como autor del delito de «homicidio doblemente agravado por el vínculo por haber mantenido una relación de pareja y por haber sido perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género».

La fiscal consideró acreditado que el hombre interceptó a la víctima cerca de las 6.45 del 8 de enero de 2019, en la esquina de Alberti y Las Heras, a metros de la ex terminal de micros, mientras ella aguardaba el colectivo para ir hacia su trabajo.

Precisó que el imputado le disparó dos veces en la cara, una en el cuello y otros dos tiros impactaron en el chaleco antibalas que ella llevaba puesto, lo que le provocó «dilaceración del parénquima cerebral y consiguiente paro cardíaco que culminó con la muerte de forma inmediata».

Salas recordó que regía entonces sobre Cejas una restricción de acercamiento dictada por el Juzgado de Familia 4, de la cual la víctima llevaba una copia en su mochila.

Agregó además que el imputado escapó tras el crimen en su auto Toyota, que había dejado estacionado a metros del lugar, y que fue detenido horas más tarde en la localidad vecina de Miramar, donde fue hallado además el vehículo, con la Bersa calibre 9 milímetros de Varela en el asiento trasero.

El defensor oficial del acusado, Ricardo Mendoza, entendió por su parte que actuó «bajo emoción violenta», en línea con lo planteado en ese sentido antes de los alegatos por el perito psiquiatra que intervino en la causa por parte de la defensa, Carlos Modad.

Mendoza sostuvo que la relación entre Cejas y Varela era «disfuncional» y que el hombre «al momento del hecho se encontraba en una situación de estrés», y de manera subsidiaria pidió que se descarte la figura de femicidio, porque consideró que no existía «una relación desigual de poder» entre ambos.

La fiscal dijo en ese sentido que «queda plenamente descartada cualquier conducta impulsiva que pudo haber sufrido el imputado al momento concreto del hecho», ya que «entre los testigos presenciales nadie pudo decirnos que observase alguna provocación por parte de Varela hacia Cejas, todo lo contrario dijeron que ella no quería ni siquiera hablar e intentó evitarlo».

Luego del cierre de los alegatos, Cejas, quien llegó a juicio con prisión preventiva en la Unidad Penal 44 de Batán, pidió perdón al brindar sus últimas palabras ante el tribunal: «Quiero expresar mi arrepentimiento, por el final de los hechos. Pedir disculpas por todo lo que pasó. Que Dios obre en nuestras vidas y sea él quien nos juzgue».

Luego los miembros del TOC 2, Néstor Conti, Roberto Falcone y Alexis Simaz, informaron que el veredicto se dará a conocer el próximo 9 de junio a las 11.

El juicio por el crimen de Varela se desarrolló desde el último lunes en el sexto piso de los tribunales marplatenses, con testimonios de familiares, allegados y compañeros de la víctima, y testigos presenciales del crimen.

El padre de la oficial asesinada declaró en la primera audiencia que su hija «no quería ver más» al acusado, pero él la «vigilaba» incluso tras el fin de su relación.

El encargado del edificio en el que Varela vivía con su hija de siete años declaró por su parte que al menos cinco veces había tenido que echar al acusado del inmueble, en dos de ellas con intervención policial, y que a partir de uno de esos hechos la mujer lo había denunciado y logró una restricción de acercamiento.

A lo largo del juicio, compañeros y compañeras de la mujer en la Policía Local relataron que Cejas «la hostigaba y la amenazaba», y que la seguía incluso en su horario de trabajo.

Los testigos presenciales, en tanto, coincidieron en que el imputado le había quitado su pistola reglamentaria a la víctima, que le disparó en la cabeza y continuó haciéndolo luego de que ella cayera en la vereda, y uno de ellos relató que la mujer «le suplicó que no tirara». (Telam)


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