A los 11 años, festejó con sus compañeros del colegio primario el centenario de Mar del Plata, y medio siglo más tarde, a Guillermo Montenegro le toca celebrar desde el lugar de intendente el aniversario 150 de la fundación de la que para él es «la mejor ciudad de mundo», y mientras recuerda a aquellos «amigos de verano con los que te carteabas dos o tres veces por año», subraya los desafíos actuales de un distrito que supera en población a muchas provincias y es siete veces más grande que la Ciudad de Buenos Aires.

De cara a un fin de semana largo que incluirá una gran cantidad de actividades por los festejos -desde recitales de La Joaqui y Los Totora hasta la presencia de La Fragata Libertad y shows de acrobacias aéreas o una torta gigante de 150 kilos-, Montenegro remarcó en una entrevista con Télam el impacto que tuvo en la ciudad el cambio en las formas de vacaciones en los últimos años, que «la obliga» a adaptar su perfil productivo: «De aquellos veraneos de cuatro meses pasamos a los 15 días como mucho, y hoy son cuatro o cinco días, pero mirando cómo está el clima y qué hay para hacer en esos días».

«Hoy el ciento por ciento de los argentinos conoce Mar del Plata, yo me imagino para el futuro una ciudad instalada en el mundo», aseguró.

Télam: La «Ciudad Feliz», el sueño de todo argentino después de jubilarse, una megaciudad, la «Capital nacional del pulóver». ¿Qué es exactamente Mar del Plata?

Guillermo Montenegro: Cuando yo era chico y festejamos los 100 años, claramente la potencia de Mar del Plata venía por dos lugares: el turismo y la pesca. Y en los últimos 50 años hubo una evolución desde lo comercial, industrial, tecnológico, y en ser una ciudad de doce meses. Cambió la forma de vacacionar. Yo de chico tenía amigos de verano, que te escribían una carta en noviembre para avisar que venían con su familia en diciembre y se quedaban hasta marzo. Eran amigos con los que te carteabas dos o tres veces por año como mucho. Hoy es la principal ciudad industrial de la provincia de Buenos Aires, uno de los cordones frutihortícolas más importantes de Argentina, y el lugar de descarga de casi el 50 por ciento de lo que se pesca en el Mar Argentino. Y además es una ciudad con turismo, con la costa, las sierras, y también un polo atractivo a la hora de generar inversiones.

T: ¿Qué tiene de particular la gente de Mar del Plata?
G.M.: Cuando vos vas al Parque Industrial y ves que casi el ciento por ciento de las empresas que están ahí arrancó en un garage -Cabrales, Havanna, Lucciano´s, Antares- ves una potencia que tiene que ver con los marplatenses. Y eso creo es lo que más se visualiza en estos 50 años que a mí me tocó verla moverse y crecer.

T: ¿Qué Mar del Plata sobresale en sus recuerdos?
G.M.: De chico, para mi la ciudad era lo mismo que es hoy: mis amigos, el colegio, mi club, mis viejos. Es muy fuerte ahora acordarse de aquellos festejos, de la foto nuestra en el colegio teniendo el cartel por los 100 años. Es muy fuerte hoy como intendente estar en los 150. Y me viene a la cabeza la permanente solidaridad en la ciudad, el mirar al otro. Eso lo dejó a flor de piel la pandemia, en la que hubo una reacción muy importante de todos los marplatenses. Por eso la idea de estos festejos es que no sea solo para los que vienen, sino para los marplatenses, para los que hicieron esta ciudad y les metieron todo lo que tuvieron que meter.

T: ¿Qué más cambió desde el centenario hasta hoy?
G.M.: Cambió todo. Había gente que laburaba cuatro meses, muy intensivo, 24 horas, toda la familia trabajando en la heladería, en el hotel que después cerraba en el invierno. Cambió la gastronomía, donde tenías restaurantes que también cerraban. Ahora se mantiene todo, por esfuerzo del privado y con nosotros generando los eventos para que eso ocurra. Hoy hablamos de que en el distrito tecnológico que hasta hace pocos años no existía hay 2.000 puestos de trabajo, y creemos que tiene que haber 5.000, o que el primer parque industrial está lleno y vamos por el segundo. Y en lo que decíamos de la forma de vacacionar, de aquellos cuatro meses pasamos a los 15 días hace diez años, y hoy son cuatro y cinco días pero miro cómo está el clima y qué hay para hacer en esos días. Hoy se busca la experiencia: venir a hacer algo, no solo a la playa.

T: ¿Qué impacta del hecho de ser una ciudad que constantemente recibe a miles de personas?

G.M.: Es un ciudad tan linda que es raro que no pienses «yo me vendría». Está todavía esa cercanía, más allá de que tiene obviamente las características de una ciudad con casi un millón de habitantes. Y ahí está la complejidad de generar oportunidades para toda esa gente. Con la particularidad de que Mar del Plata no es capital de provincia, y más del 90 por ciento del empleo en la ciudad es privado. Entonces desde el lugar del Estado tenés que ver cómo ayudar a generar empleo de calidad, cómo intervenir en eso de la estacionalidad de muchos empleos, cómo darle contenido más allá del verano. Por eso aquello de la Mar del Plata de doce meses no tiene que ver con una frase hecha, sino con pensar todo el tiempo cómo generar oportunidades para que haya inversiones, con polos gastronómicos, cerveceros, de gin. Yo como intendente tengo tanto al marplatense como a un montón de gente que viene, y complementar eso a veces es difícil, pero tengo una responsabilidad con mi ciudad y con que haya trabajo la mayor parte de tiempo posible.

T: Durante muchos años fue una ciudad que expulsaba a muchos jóvenes. ¿Sigue siendo un desafío retener a ese sector?

G.M.: Sí, sobre todo cuando tenés la base objetiva que son las universidades en Mar del Plata. El desafío es qué hago para que el que estudia, se recibe o genera un oficio tenga un lugar acá. Que si vos tomás la decisión de irte no sea porque las circunstancias te obligan a irte, que no te expulse. Y creo que ahí una de las patas más importantes que trabajamos tiene que ver con el desarrollo industrial y con cómo la tecnología se aplica en todas las industrias. Y aparece también esto de que hay gente que elige la ciudad y que puede hacer laburo home office, entonces están cuatro días acá y uno en Buenos Aires. Por eso ese es nuestro desafío, y no tiene que ver solo con el Gobierno, sino también con los privados que apuestan. Porque vos podés generar las facilidades, pero si los privados no te acompañan no se genera empleo.

T: En los últimos 50 años la ciudad duplicó su población. ¿Qué frentes nuevos abrió ese dato?

G.M.: Muchos. En seguridad por ejemplo había quizás un lugar donde vos tenías una subcomisaría o una comisaría rural, y por como creció demográficamente la ciudad eso cambió. Hay que pensar cómo se generan las posibilidades para que la ciudad crezca bien y no de manera desordenada. El tema de los servicios y de llegar a todos lados lo más rápido posible es una complejidad. Una de las deudas que yo siento tiene que ver con el asfalto y con el estado de las calles. ¿Esto es una prioridad? Sí, y una prioridad que me sale lo mismo que una ruta a Salta ida y vuelta. Entonces hay que planificar viendo cómo complementarlo con los recursos propios. Pensemos que es un partido que es siete veces y medio más grande que CABA. Tiene 1.420 kilómetros cuadrados, con lo cuál es un desafío permanente ver para qué lado crece y con qué tipo de servicios.

T: ¿Qué ciudad imagina para las próximas décadas o para el segundo centenario?

G.M.: Hoy el ciento por ciento de los argentinos conoce Mar del Plata, y la gran mayoría ha venido y tiene un recuerdo, una anécdota, o alguna imagen tenés o viste alguna película. Lo que yo me imagino para el futuro es una Mar del Plata instalada en el mundo. La potencia la tenemos, no solamente por lo linda que es, sino por lo que se genera. Cuando empezás a ver las industrias que tenemos, yo quiero productos marplatenses en todo el mundo, que mi ciudad sea vista como un faro, que nos miren de todos lados. Tenemos esa potencia y creo que la tenemos que aprovechar. (Télam)


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