“La estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”.

La frase de George Bernard Shaw se ajusta casi que a la perfección con lo que ocurre con los desembarques pesqueros en Mar del Plata en lo que va de este 2020 y que pueden inferir en cierta recuperación del trabajo en tierra.

Entre enero y octubre en el puerto local se descargaron 338 mil toneladas de productos pesqueros de un total de 662 mil que recibieron todos los puertos marítimos. Otra vez Mar del Plata reafirma su protagonismo como principal puerto pesquero del país.

En los 12 meses del año pasado Mar del Plata recibió 361 mil toneladas. Es impensado que en los dos meses que faltan para completar el año en términos estadísticos no solo se alcance sino que se supere esa cifra. Quizás no mantenga la diferencia del 15% que muestra en los 10 primeros meses del año pero, al menos en números, será mejor que el anterior.

Pero los desembarques crecieron por exclusiva responsabilidad del calamar, cuya zafra anotó una sobreabundancia histórica en la unidad de manejo norte, por sobre el paralelo 44°S. La zona de pesca más próxima a Mar del Plata, una estiba más barata y eficiente, más el acuerdo entre el servicio logístico y un par de empresas poteras para descargar y exportar por el puerto con tarifa promocionada, explican el fenómeno.

De las casi 168 mil toneladas de calamar que se descargaron este año, Mar del Plata recibió 107 mil, cuando el año pasado habían sido apenas 34 mil. Ese crecimiento sustenta el numero parcial en verde.

Pero esa abundancia no se traduce en mayor actividad en tierra, salvo para los estibadores en la descarga. Casi 145 mil toneladas las aportaron los barcos poteros. Mayoritariamente ese producto baja entero y de la bodega del buque pasa al contenedor y de ahí al país de destino, China principalmente.

Los barcos fresqueros aportaron menos del 5%: 7100 toneladas. Pero igual es una cifra superlativa si la comparamos con el año pasado cuando apenas descargaron 730 toneladas. El illex reemplazó en parte a la menor cantidad de merluza descargada este año. Del efectivo sur, se llevan descargadas 195 mil toneladas cuando el año pasado a esta altura habían sido 237 mil.

El punto es que la merluza también es un recurso mayoritariamente capturado por barcos factorías que procesan a bordo con coeficientes de conversión milagrosos. Las fileteadoras automáticas que en condiciones normales deberían rendir un 35%, producen más filet que el filetero más experimentado en tierra.

Esos coeficientes son una gran mentira y nadie parece animarse a sincerarlos. Carla Seain es la representante de la Provincia de Buenos Aires en el Consejo Federal Pesquero. La Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca bonaerense bien podría comenzar a plantear este debate. No hay manera que se recupere el empleo con el modelo congelador dominando el escenario.

Así cualquiera firma el 47,5% de aumento para los obreros del pescado. CaIPA, dominada por las empresas integradas cono Solimeno, Moscuzza e Iberconsa, puede darse esos lujos. El negocio en alta mar subsidia el empleo en tierra. Y si algunos producen empanados con lo que subdeclaran de merluza como Tony… negocio redondo.

Todos dicen que a Carlos Liberman también lo desvela la generación de más trabajo en tierra. Poco ha hecho hasta ahora el Subsecretario de Pesca. Y es cierto que se necesitan reeditar acuerdos laborales para potenciar la oportunidad que genera el langostino fresco.

Pero también podrían comenzar por la otra punta del ovillo: desalentar el negocio de la flota congeladora, que florece no solo con sus coeficientes de conversión sino también con el cupo de merluza que reciben del fondo de reasignación.

“La estadística es la primera de las ciencias inexactas”. En el puerto marplatense el dicho de Edmond Gouncourt es una sentencia que no por evidente se torna cada vez más dolorosa.


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