Por: Rodrigo Blanco, Director del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) en Mar del Plata

Los datos del INDEC dados a conocer el día de ayer tornan inocultable lo que hace tiempo venimos diciendo: el modelo económico libertario, lejos de ajustar a la casta, le pega de lleno a los y las trabajadoras y jubilados/as, cuyos ingresos alcanzan para cada vez menos.

En Mar del Plata, sobre un total de 663.534 personas, se relevó un índice de 46,2% (306.221) bajo la línea de la pobreza. Marplatenses, casi la mitad de la ciudad, que no alcanzan a cubrir con sus ingresos el costo de la canasta básica total. Mientras que el 12,9% de nuestros vecinos y vecinas (85.825) se encontraban bajo la línea de indigencia entre enero y junio. Es decir, no les alcanza el ingreso para poder alimentarse.

No sólo son números que nos retrotraen a las peores crisis de nuestro país, sino que representan incrementos inconcebibles para haberse dado en tan sólo un año: hace un año la pobreza era de 31,5% (207 mil personas) y la indigencia de 6,5% (42 mil), respectivamente.

En tan sólo un año, producto de un fuerte ajuste y contracción de la economía que recayó sobre los sectores más desfavorecidos, las políticas de Milei aplaudidas localmente por nuestro intendente Montenegro, nos dejan como saldo 100.000 nuevos pobres y 43.000 nuevos indigentes.

A nivel nacional, especial preocupación genera la situación relevada por el Indec para el primer semetre del año cuando desglosamos la franja etaria y encontramos una infantizacion de la pobreza: de 0 a 14 años observamos que el 66% está bajo la línea de pobreza, de los cuales el 27% está en la indigencia, sufriendo inseguridad alimentaria. La gravedad de estos datos es evidente si pensamos que se trata de las nuevas generaciones de argentinos y argentinas en el inicio del desarrollo de la vida, con severas repercusiones a nivel nutricional, educativo e integral.

La realidad social de Mar del Plata estalla ante nuestros ojos todos los días, mientras nuestro intendente repite la palabra mágica “laburo” mientras apoya a una administración nacional que lleva casi diez meses en el gobierno, y que ya no deja dudas que marcha en dirección de profundizar el traslado de ingresos desde los trabajadores y las clases medias hacia los sectores más ricos de la sociedad, que impulsa el desmantelamiento del estado y que veta aumentos a jubilados, mientras sostiene la parálisis de la política social.

Milei, pese a claras instrucciones de la justicia, insiste en no entregar alimentos a los millones de nuevos indigentes que sus políticas generaron, y congela toda política social. Montenegro, en espejo, ejecutó en lo que va del año tan solo un 15% del presupuesto asignado a asistencia alimentaria, mientras se duplicaron en un año las personas que no llegan a comprar, con sus ingresos, los alimentos básicos.

Desde que asumió en diciembre de 2019, el intendente Guillermo Montenegro ha mostrado una clara falta de acción para combatir la creciente pobreza en el municipio de General Pueyrredon. Un claro ejemplo de esta falta de sensibilidad social es el congelamiento de la tarjeta alimentaria municipal desde 2019, cuyo saldo sigue siendo de $876, un monto irrisorio ante el aumento exponencial del costo de vida.

Mientras tanto, Montenegro continúa usando el slogan «Mar del Plata, la ciudad del sí» para atraer inversiones privadas, pero ante el hambre y la pobreza que crecen día a día, le ha dicho un rotundo «no» a las políticas públicas que puedan mitigar esta crisis social. No sólo hace falta más laburo, si no también que ese laburo genere un ingreso que nos permita vivir dignamente, y que aumente a la par o por encima de las constantes subas de los alimentos y las tarifas de los servicios públicos.

La falta de un plan serio para reducir la pobreza en la ciudad ha dejado a miles de marplatenses sumidos en la exclusión, mientras las promesas de desarrollo económico parecen alcanzar a sólo media Mar del Plata.


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