Por: Roberto Garrone

Ahora que el partido más importante que juega la industria pesquera todos los años se puso en marcha; al menos parcialmente quedó habilitada a la pesca comercial de langostino desde ayer en un par de subzonas del área de veda permanente de merluza y los impacientes pudieron comenzar a desplegar los tangones en un área con alta concentración de marisco de buen tamaño y escaso nivel de pesca acompañante.

Ahora que los tripulantes ya no reclaman por las vacunas y los gremios abortaron la idea de mandarle la carta a Axel gobernador y ni siquiera deberán confeccionar ninguna lista especial, sino que tendrán que aguardar por el turno correspondiente en este nuevo escenario de mayor disponibilidad de dosis.

Ahora reflorece la vieja agenda y sus problemas que fueron mutilados por la coyuntura más urgente de vacunas, coronavirus y prospecciones que arrancan más tarde de lo recomendable y terminan jaqueadas por prolongados y frecuentes períodos de mal tiempo que regalan datos insuficientes y atentan contra los propios administrados.

Esos muñones informativos que reflotan luego de la tormenta y la falta de certezas en la principal pesquería argentina tampoco es que son novedosos. La pesca gira en círculos y en ese movimiento van quedando expuestos según uno gire la mirada.

Vuelve a quedar en foco el dragado en Mar del Plata, ya en junio y con daneses adjudicados pero sin contrato ni draga a la vista, al menos hasta dentro de un mes. Queda el planteo de los estibadores del fresco; más de 300 trabajadores que por un par de bimestres no tendrán qué descargar porque unos 60 barcos fresqueros migraron en busca del oro rojo.

Como a los estibadores, el corrimiento de la flota al langostino también afecta la estructura productiva atada al reproceso de merluza en tierra. Sin tanta oferta, se sumó esta vez los paros de los gremios y el mal tiempo, el precio del pescado entero orilló los 100 pesos cuando hace un par de semanas costaba la mitad. Esto genera poco movimiento y la caída de horas de trabajo. Esta semana fueron muy pocas las fábricas que trabajaron.

Qué pasa con el varadero de la Base Naval donde la estrategia de las nuevas autoridades del Consorcio, esa de rodearse de expertos para poder poner un pie en las gradas de la Armada, hasta ahora muestra la misma inactividad que en tiempos de Merlini. El acuerdo entre Armada y Provincia lleva 27 meses de los 40 que planteaba el convenio. Todavía no subió un solo barco inactivo para convertirse en chatarra.

Y todavía no fue puesto en seco el “Mar Azul” y el “Magritte” en gradas de TPA. Y todavía no se hundió el “Romeo Ersini”, que tiene el plan de hundimiento aprobado por Prefectura Naval, y ahora comienza a hablarse del proyecto de SPI para extender el sincrolift en la banquina chica, noticia que preocupa a los pescadores artesanales más que el proyecto de su puesta en valor.

En la agenda nueva de temas viejos que postergó el coronavirus y el langostino con su comienzo parcial en aguas nacionales también figura el goteo de carga exportable que genera la ciudad y la región pero que sale por otras terminales portuarias.

En las últimas horas sorprendió una declaración de Pedro Bohnsdalen en Infobae. En el marco de una nota sobre la pesquería de viera de la que Wanchese es protagonista, el empresario aseguró que debía exportar por Buenos Aires porque en Mar del Plata “no están entrando portacontenedores, el puerto está quedando cada vez más abandonado”, dicen los Bohnsdalen”, refleja el portal.

Que lo diga un político en campaña o algún concejal trasnochado está dentro de cierta lógica de lo a contramano que la clase dirigente circula en la realidad portuaria. Pero que sea un empresario del puerto, Pedro, o sus hijos, y que mienta de una manera tan burda, llama mucho la atención.

No es que los buques volvieron hace poco. Hace 6 años que primero MSC y luego Maersk entran con frecuencia ininterrumpida a Mar del Plata a levantar la carga. En el Consorcio ven en la mentira una intención secundaria. Nadie cree que los Bohnsdalen hace mucho no pisan el muelle.

“Los van a llamar el lunes para pedirles explicaciones”, adelantó un allegado al Directorio. “Quizás los invitemos el viernes que entra de nuevo el barco para que lo vean”, subrayaron desde TC2, la terminal de contenedores que se encarga del servicio logístico.

Tanto desde la administración portuaria como el operador de la carga aseguraron que Wanchese “jamás” exportó por el puerto marplatense.

Ojo, no son los únicos, la mayoría de las empresas que consolidan carga exportable sacan la producción por otras terminales, principalmente las porteñas. Ese fenómeno se afianzó el año pasado. De acuerdo a cifras de la Aduana, en el 2020 en Mar del Plata se consolidaron 13.189 contenedores. En toneladas, unas 360 mil. En el 2019 habían sido 10.726 contenedores.

El año pasado hubo 29 escalas del buque de portacontenedores. Para Pedro que dice que no vienen. En esos ingresos se cargaron 2443 contenedores cuando en el 2019 fueron 2665 contenedores.

Esta tendencia pudo revertirse parcialmente en el inicio de este año, cuando los desembarques pesqueros se redujeron un 6% en comparación del mismo período del año pasado, pero las exportaciones que operó TC2 subieron un 15%.

Aumentar las cargas, frenar su goteo hacia otros puertos, que la producción se exporte desde el puerto próximo a donde se genera no es un anhelo en solitario del operador portuario sino que, por primera vez en varios años, esa línea baja desde la propia Provincia de Buenos Aires y desde el Consorcio intentan reencauzarla por los muelles locales.

Claro que los resultados no parecen acompañar esa apuesta al sentido común que aflora en los discursos. Según cifras de Aduana entre enero y mayo en Mar del Plata consolidó 7707 contendores. Por las terminales porteñas salieron 4442. En camiones que cruzaron por aduana de frontera hacia Brasil, salieron 2223 contenedores. Esa cifra incluye pescado y también papa frita de McCain.

Por el puerto local apenas se cargaron 907 contenedores en los primeros cinco meses del año. En realidad fueron unos más porque ese número no contiene una veintena de contenedores que fueron consolidados en el conurbano y salieron por Mar del Plata.

Es carne vacuna congelada que se exportó con destino a Shangai. El exportador fabrica una amplia lista de productos Premium: cereales, vinos, etc. En TC2 ya los reunieron con autoridades portuarias y creen que hay mucho potencial para revertir la tendencia actual.


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