Por: Roberto Garrone

Este lunes al mediodía en la sala de reuniones del INIDEP, cuando Mario Meoni oficialice la transferencia de unos 350 millones de pesos del Ministerio de Transporte al Consorcio Portuario para aportar buena parte del dinero necesario para realizar la obra, el dragado indispensable en el puerto de Mar del Plata comenzará a tomar forma.

La presencia de Axel, Massa y Raverta le suman parafernalia a un acto político que debería no romper la intrascendencia. Lo mínimo que requiere un puerto es mantener operativo sus canales de acceso para lo cual es necesario dragarlo de vez en cuando.

Claro que en la terminal marítima local, por la posición en que construyeron la Escollera Sur genera la acumulación frecuente de sedimentos en su extremo, lo que forma un banco de arena que el aporte continuo de la deriva de litoral y las sudestadas van volcando al canal principal.

Acá es noticia relevante porque hasta no hace mucho –ocho años no es mucho- el puerto perdió la escala de portacontenedores durante casi 3 años por falta de calado, con una draga, la 259 C Mendoza, haciendo que dragaba para el programa de Mirtha Legrand y despilfarrando recursos públicos con prolija obscenidad.

Será divertido escuchar los discursos de mañana. Dirigentes ponderando el rol del puerto, subrayando su valor estratégico para la generación de empleo y sarasas parecidas. Son parte del mismo gobierno que permitió el negociado millonario de la draga Mendoza, el que construyó la Terminal de Cruceros invicta de cruceros y mantuvo al puerto vedado por casi 3 años a los grandes buques.

Hasta es posible que ese talismán de los cruceros regrese al discurso oficial y prometan próximos arribos en el mediano plazo. Ya es hora de romper el hechizo. Esta obra de dragado no contempla ni la profundización del muelle frente al edificio de la ex terminal de cruceros, hoy convertida en dependencia de la policía federal.

Con la certeza de los fondos, la administración que encabeza Gabriel Felizia apura los análisis sobre muestras de sedimentos que encargó la OPDS para dar el visto bueno ambiental. En principio no hay obstáculos en este eje: los sedimentos que se remueven podrán ser arrojados mar adentro.

Los detalles finales del costo de la obra quedarán determinados cuando se elaboren los pliegos de bases y condiciones. Porque también hay que decir que los 350 millones que aporta Nación no alcanzan para remover más de 500 mil metros cúbicos.

Esa cifra surgió de la batimetría que encargó y pagó TC2, el operador de la carga exportable, hace más de un mes. Hasta que comience la obra, posiblemente a principios del año próximo, seguramente habrá que sumar un par de miles de metros más.

Provincia no pondrá lo que falta. Eso ya lo saben en el Consorcio, donde miran la evolución del plazo fijo que dejó la administración de Martin Merlini. Los 82 millones de pesos de principios de año ya se convirtieron en 100. Justo lo que se requiere para afrontar los 450 millones que costaría la obra.

Esa es la plata que hay para poner. Todo lo demás es hipotético porque nadie sabe todavía cuántas empresas participarán de la licitación ni qué costo por metro cúbico removido expondrán en las ofertas, si es que alguna se presenta. Para evitar esta situación Felizia ya mantuvo contacto con algunas empresas que mostraron interés en venir a dragar.

Una de ellas es Dasa, una empresa nacional de dragado que llegaría al puerto con la “Dasa I”, una embarcación de succión de 90 metros de eslora, acorde con la obra de mantenimiento que se encarará el próximo año. Esta embarcación acaba de dragar en el Río de la Plata. En Mar del Plata las condiciones son un tanto más adversas que en el río.

El dragado 2021 le permitirá al puerto mantener la previsibilidad que logró edificar desde principios del 2015 cuando se fueron las dragas chinas y regresaron los grandes buques de porta contenedores. Previsibilidad que avanzó un par de casilleros cuando los españoles de Canlemar devolvieron una operatividad de 24 horas.

El puerto dragado y operativo despeja incertidumbres que son básicas pero conserva otras, mucho más importantes. Qué hacemos con él. Queda claro que la pesca es un actor vital en el escenario portuario pero insuficiente para atender los problemas de empleo que enfrenta la ciudad.


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