Por: Paula Mantero y Horacio Taccone – concejales bloque Acción Marplatense
El 14 de mayo de 2012 Mar del Plata lanzó el proceso social y ambiental de separación domiciliaria de residuos. Antes, se trabajó con una verdadera política de estado que se propuso las soluciones ambientales más profundas y estructurales que necesitaba la ciudad. La separación y disposición final de los residuos y la construcción del emisario submarino.
El gobierno municipal encabezado por el Intendente Gustavo Pulti trabajó sostenidamente para generar un Centro de Disposición Final y también una Planta de Separación de residuos Reutilizables en otro predio adyacente.
Por primera vez en la historia de la ciudad el Banco Mundial y el BID convergieron en un mismo proyecto con el municipio. El 70% de las inversiones fueron financiadas con la asistencia financiera internacional y el 30% con recursos locales.
El Banco Mundial proporcionó los aportes del 70% de los recursos necesarios para la disposición final de los residuos, que después de décadas le permitieron a Mar del Plata contar con un tratamiento adecuado. Se generaron celdas, con sistemas de captación de lixiviado y de gases. También se construyeron grandes espacios de aireación de los líquidos lixiviados que más tarde podían reutilizarse para riego. La captación de gases aguardaba la generación de masa crítica para generar el aprovechamiento del gas metano. Cuando después de diciembre de 2015 todo fue brutalmente abandonado y degradado.
Por su parte, el BID financió el 70% de la primera planta de recuperación de residuos en la historia de la ciudad. Donde la cooperativa CURA, con trabajadoras y trabajadores completaban la tarea que iniciaban los vecinos en sus casas, colocando en las bolsas verdes los residuos reutilizables.
Por primera vez se formó un equipo de gestión de los residuos urbanos social, con asistentes sociales, psicólogos, ingenieros, aprobado su financiamiento por el BID.
Mar del Plata fue la primera ciudad de más de 600 mil habitantes de todo el país en encarar un proceso ambiental de esta naturaleza.
La irresponsabilidad, la falta de visión, la improvisación y también un resentimiento oscuro interrumpieron ese proceso a partir del 10 de diciembre de 2015. Se abandonaron los estímulos y la comunicación social que convocaba a las vecinas y los vecinos a preparar para reutilizar. Se interrumpió la convocatoria a niños y jóvenes para mejorar la conciencia ambiental. Se abandonaron las inversiones cuyo logro fue reconocido más allá de los límites de la ciudad y de la Argentina, tal como lo expresaron las publicaciones del Banco Mundial y del BID. Se despilfarró, en definitiva, un enorme esfuerzo.
Ocho años después se vuelve a empezar. El tiempo perdido y los daños producidos sólo podrían tener algún recóndito sentido si la ciudad pudo capitalizar la experiencia. “En el país del no me acuerdo doy dos pasitos y me pierdo”, dice la canción de la inolvidable María Elena Walsh.
En la ciudad con memoria este nuevo comienzo debiera ser una victoria definitiva de todas las vecinas y los vecinos, de las trabajadoras y los trabajadores que con su esfuerzo recuperan residuos en la planta de separación. En la Mar del Plata que no quiere y no debe volver atrás este debiera ser un paso adelante que se de para no dar dos y volverlos a perder, sino para concretar un verdadero avance sostenible en el tiempo.
Expresamos nuestro deseo de que esta iniciativa signifique alumbrar decidida y profundamente un camino que nunca se debió abandonar. También nos comprometemos a trabajar, desde nuestras bancas en el Concejo Deliberante, para que Mar del Plata y Batán puedan orgullosamente concretar una etapa más esperanzadora y constructiva que la que hoy empieza a cerrar, retomando la separación.