Por: Roberto Garrone


Esta semana se produjo un hecho largamente esperado en la comunidad portuaria. Abandonó para siempre el puerto el buque pesquero “Harengus”, un barco congelador que formaba parte de la colección de barcos abandonados en los muelles de la terminal marítima que ocupan espacio vitales para la operatoria del resto de la flota y para pensar en un desarrollo más allá de la actividad pesquera.

El Harengus no es un barco más. De ahí que se generó expectativa en estos meses previos, sonrisas de satisfacción entre las autoridades portuarias y alivio en algunas empresas que debieron sacar al barco hace mucho tiempo atrás.

Sus 80 metros de eslora lo transformaban en el barco más grande de los que había flotando en el espejo interior del puerto. Y hacía casi cinco años que no abandonaba el puerto. Más precisamente el 14 de diciembre del 2016, cuando entró por última vez y no salió más.

El barco encierra toda una paradoja no solo de la pesca patagónica antes del langostino sino también lo dibujadas que están las normas pesqueras que establecen los pasos a seguir luego que el barco pierde el permiso de pesca y abraza la inactividad.

El buque pertenecía a la empresa homónima, radicada en Puerto Madryn con trabajadores registrados y una flota importante de buques tangoneros. Pero cuando el langostino entregaba 70 mil toneladas por año y las empresas españolas que lo pescaban celebraban descorchando un champagne.

Desde hace un lustro casi que el marisco triplica los mejores números de hace 15 años y Harengus ya no existe más. El barco quedó en poder de Pedro Baldino, quien al poco tiempo vendió las 1400 toneladas de la cuota de merluza a Giorno/Iberconsa y el permiso de pesca a Newsan, que el año pasado ya trajo el nuevo tangonero “Atlántico I” en su reemplazo.

Baldino evaluaba opciones para el “Harengus” que debió haberse desguazado antes que ingresara el barco nuevo pero la Subsecretaría de Pesca seguía emitiendo nuevos plazos de prórroga. A diferencia de los “Chiarpesca 56 y 57” que se cortaron en SPI, el “Harengus” se fue remolcado hasta el borde exterior del Rio de la Plata con una dotación de seguridad a bordo ante cualquiera emergencia.

En el Río lo tomó otro remolcador que lo lleva mucho más lejos. Hasta un puerto de la India, donde será desguazado. A Baldino le salió más barato esa operación que desguazarlo en Argentina. Tal vez no en Mar de Plata porque no había mucho lugar disponible para semejante mole, pero es raro que no se pudiera cortar en otro lado.

Dejemos al Harengus en su camino a Oriente y la oportunidad perdida para generar cientos de puestos de trabajo de obreros navales argentinos en su desguace. Están de malas los trabajadores argentinos. Tampoco construyeron el barco nuevo que lo reemplazó. El “Atlántico I” se hizo en Vigo, España.

En los muelles del puerto flotan inactivos muchos barcos no tan grandes como el Harengus pero que ocupan áreas vitales para generar más espacio. Mary Sato, miembro del directorio del Consorcio reconoció al aire de “Desde el Muelle” que hay barcos amarrados en novena andana.

En el Consorcio Portuario tiene una lista que van actualizando ante cada movimiento. Ahora son 51 los barcos que hace muchos años no salen a pescar aunque algunos están en reparaciones prolongadas. Ese grupo son 15 barcos y se dispersan entre la Escollera Norte y el muelle 3 donde estaba el Harengus.

Entre los 36 inactivos posta posta, también hay situaciones diversas. Están la docena que fueron cedidos a Lusejo, el chatarrero del conurbano que llegó al puerto de la mano de Martin Merlini, el ex presidente del Consorcio.

Su plan de desguace viene demorado no por culpa de ellos sino por el cuento chino que devino el acuerdo del Ministerio de Defensa y el Ministerio de Producción de la Provincia por el uso del varadero de la Base Naval.

Ese acuerdo se firmó en marzo del 2019 y la Armada cedió el varadero al Consorcio por 40 meses. Ya van 30 y a la fecha todavía no subió ningún barco a desguazarse. El varadero sigue poniéndose en valor. Con suerte y si todas las pruebas salen bien, el mes que viene podría hacer novedades.

El extraordinario fracaso del convenio no le quitó el aliento a Lusejo –imaginen el negocio fabuloso que hay detrás del corte de chatarra flotante- quien viene desguazando barcos en espacios cedidos por astilleros privados, fruto de una iniciativa de la gestión Felizia. El último fue el “Mar Azul que subió en TPA. Ese barco participó de la reformulación de un permiso de pesca que generó el permiso de pesca ilegal del “José Américo” y su ingreso a la pesquería en el 2018. Siga, siga…

De los que quedan inactivos que no están en las manos de Lusejo hay barcos enormes también como el SImbad, Sirius, Coral Blanco, Libertad del Mar, Demóstenes y se sumó la semana pasada el Altalena, que cedió su permiso a otro tangonero “Density” que también se construyó en Vigo. Ya no es ninguna casualidad. Tampoco lo será que cuando entre al caladero el barco viejo de 61 años todavía estará flotando en el puerto.


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