Por: Roberto Garrone
Junto al complejo arquitectónico Casino-Hotel Provincial, la Rambla, los Lobos y desde ayer las manos de Dibu Martínez, el trabajo precario en la industria pesquera, conforman los cimientos que caracterizan la identidad marplatense.
No pagar cargas patronales ni sociales siempre representa una ventaja comparativa que quita a quien sí lo afronta, de cualquier posibilidad de competir en un mercado diversificado. El mercado interno casi que es un terreno vedado para empresas con obreros del pescado registrados bajo convenio.
Su precio final del filet de merluza puesto en la puerta del frigorífico es hasta un 40% por encima de quien procesa pescado con trabajadores a los que se los convoca de un día para el otro en función de la existencia o ausencia de la materia prima, se les paga al finalizar la jornada, una suma variable de acuerdo a la producción del día, bien lejos de 931 de AFIP.
Remuneración que es más alta que la de los obreros registrados pero que lo pueden pagar porque en este mundo paralelo no hay cargas sociales, patronales, menos aguinaldo, menos de menos vacaciones, absolutamente nada. No hay garantías ni básicos; se cobra en función de lo que se produce. No hay pescado, no hay trabajo, no hay ingresos.
En tiempos donde la actividad muestra uno de sus picos de actividad, como estas semanas, como la previa a Semana Santa, como en vísperas que la flota fresquera migre al sur a pescar langostino, no es difícil acceder a la materia prima. El problema pasa cuando el pescado comienza a brillar por su ausencia. Ahí el camino se pone cuesta arriba y el SOIP debe acumular alimentos no perecederos para atender las necesidades más urgentes.
Las plantas clandestinas salpican el paisaje industrial del barrio puerto y se despliega hacia el sudoeste. Todo el mundo sabe dónde están y que funcionan amparadas en una serie de complicidades que involucran sobre todo a inspectores municipales, el primer eslabón de la cadena de control que desembarca en el emprendimiento ilegal y les garantiza una inmunidad casi a perpetuidad.
Sin controles ni sanciones el circuito ilegal se extiende en este terreno de cuevas clandestinas, camufladas detrás de cortinas metálicas bajas y conexiones sanitarias y eléctricas tan precarias como la fuerza laboral que allí se desempeña.
En estos eslabones que fluyen entre las sombras hacen tambalear las buenas intenciones de las autoridades pesqueras que avanzan con manuales de trazabilidad y buenas prácticas comerciales para transparentar la actividad.
Cómo hacer coincidir los certificados de captura legal, en algún momento la merluza hubbsi se acoplará a los hoy vigentes de centolla y abadejo, con un sistema de reprocesamiento donde todo es turbio y oscuro. Dictar normas y procedimientos parece lo más fácil. Hacer cumplir la ley, ahí es otra la historia.
A principios de año en el aire de “Desde el Muelle” hablamos con Raúl Calamante. El Delegado regional del Ministerio de Trabajo bonaerense en Mar del Plata condenó este tipo de prácticas al tiempo que anticipó que se iniciaría una nueva cruzada para intentar poner en caja la informalidad en el sector de la pesca.
Digo intentar porque no sería la primera vez que las autoridades de la cartera laboral posan su mirada en la actividad y más allá de algunas multas millonarias dictadas en tiempos de Noemí Rial, nunca más se avanzó en un proceso de registración laboral bajo convenio y asociados a cooperativas.
Porque ni siquiera se dejó en claro, luego de extensas auditorías, cuáles eran las empresas de autogestión que sí funcionaban como tales y cuáles eran/son meras pantallas donde se escondía la precarización y la vulneración de derechos laborales.
A dos semanas de terminar el 2022 desde el área que maneja Calamante aseguran que están definiendo un operativo, del cual, por obvias razones, no pueden dar mayores detalles: ni qué circuito recorrerán y tampoco la cantidad de “sabuesos” que tomarán parte.
Ojalá que sea pronto porque transitamos las últimas semanas en que los obreros del pescado trabajan todos los días antes de que la flota quede parada por las fiestas de fin de año y reanuden la actividad bien entrado el año nuevo porque muchos obreros todavía están de vacaciones.
Como el Consorcio Portuario que recién ahora está haciendo un estudio para determinar si el muelle 2 esta en condiciones de recibir una grúa móvil o un pórtico para no tener que depender de un buque de portacontenedor con grúa propia para levantar la carga, cuando Gabriel Felizia está más cerca de irse que de quedarse en el sillón principal del Directorio, las autoridades del Ministerio de Trabajo siguen demoradas en enfrentar el alto nivel de precarización que existe en los eslabones del procesamiento de pescado fresco en Mar del Plata.
Otro año sin que nadie intente ponerle freno a tanta informalidad que no solo genera explotación laboral sino que provoca una competencia desleal y castiga a quienes cumplen con las leyes laborales, empresas que producen el mismo filet que en las plantas clandestinas y no pueden venderlo en el mercado interno, mayoritariamente alimentado desde la informalidad.