Por: Roberto Garrone

El anuncio de la construcción de un nuevo muelle en el puerto de Mar del Plata, financiado con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES parece cualquier cosa menos una inversión estratégica como ayer resaltaron Fernanda Raverta y el ministro de Economía, Martín Guzman, en su contacto con empresarios e industriales pesqueros y portuarios en la Escuela Nacional de Pesca.

Fundamentalmente porque Mar del Plata dispone de espacio suficiente para albergar a la flota pesquera que opera desde la terminal marítima. Ocurre que ese espacio está inutilizado, ocupado con chatarra flotante como en el muelle 2 y barcos inactivos como ocurre en el muelle 3.

En Mar del Plata en tiempos de Martin Merlini había 53 barcos que al menos hacía un año no salían a pescar. Ahora la realidad pudo haber cambiado un poco y ser más benévola a partir de la recuperación de algunos barcos como los de la ex Alpesca y el Fonseca, el congelador de Mattera.

También porque se retiraron los dos Chiarpesca del muelle 2 que se desguazó y desguaza en instalaciones de SPI Astilleros y se quitaron otros cascos abandonados de Tecnopesca para que el astillero también contribuya al desguace de otras chatarras. El Romeo Orsini lo están por hundir y hay otros anotados en la lista.

Pero más allá de este proceso de limpieza que camina lento, el espacio operativo sigue siendo escaso en los muelles interiores. El varadero de la Base Naval, que sería el escenario donde se desguazarían los barcos, sigue vedado y el acuerdo firmado por la Armada con el Ministerio de la Producción de la Provincia de Buenos Aires, un ovillo administrativo difícil de desenredar.

En marzo se cumplen 24 meses de un acuerdo que contemplaba una vigencia de 40 meses y todavía la Armada y el Consorcio Portuario andan a las vueltas intentando resolverlo para que el varadero pueda ser usado y desguazar barcos con mayor facilidad y asiduidad. Ahí el gobierno tiene que poner el foco para desatar ese nudo. La Armada y la Provincia parecen dos mundos aparte.

El nuevo muelle a construir en zona pesquera, perpendicular a la Escollera Sur, en paralelo al muelle 10, implicaría para el puerto ganar un 33% de espacio operativo. Es una obra en la que se venía trabajando desde hace un par de meses. Sorprende que se financie con la plata de los jubilados.

Los jubilados deberían saber que un espacio similar es el que hoy está ocupado por la chatarra flotante. Y esa idea de generar 9 mil empleos nuevos, genera interrogantes. Seguramente provoque un impacto en la construcción de la estructura de piedras y hormigón.
Pero Raverta y Guzmán también deberían saber que un muelle no genera más trabajo en el sector pesquero.

Los desembarques no aumentarán porque hay un muelle nuevo. Ni los fileteros y envasadoras tendrán más horas ocupadas en las fábricas porque los barcos tendrán otro lugar disponible para descargar. Las empresas armadoras se ahorrarán unos dólares en el servicio de remolque, no mucho más.

Si quisieran generar más empleo en la pesca, no es difícil. Modifiquen el esquema de derechos de exportación, aumenten los incentivos para las exportaciones de productos con valor agregado y verán como los obreros del pescado tienen un mejor pasar y dejar de sobrevivir para llegar a fin de mes con bolsones de comida que reparte el gremio o dejan de comer en los centros barriales de emergencia. Eso hacían muchos hasta que la Municipalidad cortó el suministro de alimentos frescos.

Los beneficios arancelarios seguramente impliquen una sangría mucho menor para las cuentas públicas que estos 1700 millones de pesos, que costará este Muelle 9. Esa cifra comunicaron en la reunión. Claro que ahí los beneficios son directos para las empresas. Los bolsos de López infieren otros beneficios en el mundo de la obra pública.

Mar del Plata puede seguir siendo el principal puerto pesquero del país con la infraestructura que tiene. La flota costera podría descargar en la banquina chica, donde apenas sobreviven 15 lanchas amarillas y sobra espacio. Los congeladores en la escollera norte donde solo se la usa en la zafra de calamar y el resto del año es un taller naval flotante.

El puerto pesquero nunca dejó de funcionar por el colapso que genera la falta de espacio y con un tercio de sus muelles ocupados con chatarra flotante (sin que los armadores responsables tuvieran sanción alguna, también hay que decirlo), cuando limpien de basura los muelles, puede ganar cientos de metros lineales operativos más.

No es la primera vez que los políticos piensan en la construcción de nuevos muelles. Allá por principios de siglo, con Fares como presidente del Consorcio, había un proyecto financiado por el BID. Luego, en épocas de Pulti intendente, Pezzati en el Consorcio, Bonifatti viajó a China para atraer inversores y estirar el muelle 3. Más acá fue Dietrich en tiempos de Macri que también anunció la construcción del muelle 8 y 9. Nadie de todos ellos hundió una piedra al agua.

Ahora Raverta promete usar la plata de los jubilados para romper el maleficio. De la mano de ese eslogan de campaña… ese de poner a la Argentina de pie. Mientras dejan que el asado cueste 600 pesos y permiten 6 aumentos de nafta. Decisiones, diría Miguelo Russo
La industria pesquera es preponderante en el mapa pesquero nacional pero se desembarca cada vez más pescado congelado y se achican las plantillas de trabajadores en tierra. Ese modelo concentrado donde los barcos congeladores dominan los desembarques de merluza parece gozar de buena salud. Eso es lo que hay que cambiar si se desea generar trabajo.

No hacer un muelle que servirá como playa de estacionamiento para la flota potera, que pasa varios meses inactiva entre el fin de una zafra y el comienzo de la otra. En Mar del Plata esta flota se integra por 45 barcos. Hace un par de meses la idea del Consorcio era trabajar en un plan de achique.

La idea era reducirla a 35 barcos, justamente para liberar espacio al resto de la flota. Los otros 10 deberían buscar otro puerto para quedar amarrados en el intervalo de la temporada de pesca.

Ahora con el nuevo muelle sobrará espacio como para que esa flota no se vaya. También será una oportunidad para que los armadores sigan dejando barcos abandonados con total impunidad.


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