Las enfermedades raras o poco frecuentes (EPOF) son todas aquellas que afectan a 1 o menos de 1 de cada 2 mil personas. Se considera, por lo tanto, que cada EPOF es ‘de baja incidencia’, es decir, que afectan a una porción reducida de la sociedad, pero -en la sumatoria- son mucho más comunes que lo que uno cree: se calcula que hay 3,6 millones de argentinos con una enfermedad de estas características, lo que representa 1 de cada 13 personas.
En el marco del Día Mundial de las EPOF, la Fundación Argentina de Mieloma quiere destacar que una de las cerca de 8 mil enfermedades de este tipo es el mieloma, que comparte algunas de las características con el resto de las EPOF y, en otros aspectos, se diferencia.
El mieloma es poco frecuente y, como la mayoría de las enfermedades de este tipo, no es prevenible. Aunque afecta a relativamente pocas personas, explicó Mariana Auad, Vicepresidente y Coordinadora General de la Fundación Argentina de Mieloma, “los profesionales de la salud, sobre todo los hematólogos, saben identificarla rápidamente y confirmar el diagnóstico con estudios sencillos, pero precisos. Sin embargo, muchas veces se da la misma lógica de la odisea diagnóstica que en las EPOF menos conocidas, porque en ocasiones no se la sospecha de entrada porque sus signos y síntomas no orientan rápidamente al diagnóstico y puede perderse tiempo valioso en el camino”.
Muchas de las EPOF se manifiestan en los primeros años de vida, mientras que esta -por lo general- se da en adultos a partir de los 65 años. El mieloma múltiple se origina en la médula ósea (el tejido esponjoso que se halla en el interior de la mayoría de los huesos largos). Allí, se producen las células de la sangre y esta enfermedad surge cuando las células plasmáticas enferman y se multiplican en forma anormal y exagerada.
Con frecuencia, el mieloma múltiple no ocasiona síntomas hasta estadios avanzados. A veces, puede generar algunos síntomas indeterminados que suelen confundirse con otros orígenes; puede ocasionar dolor óseo y fracturas, cansancio causado por la anemia, infecciones frecuentes, como neumonías, desórdenes del sistema nervioso central incluyendo confusión mental, dificultad para respirar y evidencia de falla renal o cardíaca.
La Dra. Dorotea Fantl, médica hematóloga del Hospital Italiano de Buenos Aires, asesora de la FAM, miembro del grupo GAMM, GELAMM e IMS y ex presidenta de la Sociedad Argentina de Hematología, remarcó que el diagnóstico es sencillo, siempre y cuando se realicen los estudios indicados y reconoció que “es un gran desafío, porque si un paciente va a la guardia por una fractura, es probable que se trate muy bien su traumatismo óseo, pero no se piense en mieloma, entonces no se soliciten estudios complementarios. Ante un cuadro de neumonía, una radiografía de tórax es mandatoria y se indiquen antibióticos, pero sin pensar en que podría haber un cuadro oncohematológico de base”.
En ese sentido, desde la FAM aclararon que el objetivo no es alarmar a la sociedad y decirle que, si se tiene una fractura a los 70 años, es necesario pensar que puede ser mieloma, porque lo más probable es que solamente sea osteoporosis. El mensaje para la comunidad médica tiene que ver con mirar al paciente en su totalidad y estar atentos para asociar determinados síntomas aparentemente aislados que podrían ayudar a la sospecha de un mieloma y -en ese caso- indicar los estudios correspondientes.
En términos de lo que puede hacer la comunidad para contribuir al diagnóstico a tiempo, la Dra. Fantl, sostuvo que “otro aspecto que contribuye mucho en este sentido -aun en ausencia de síntomas- es la realización de chequeos médicos anuales, que suelen incluir análisis de sangre y orina, donde podrían verse rápidamente alteraciones bioquímicas que llamarían la atención. Es muy valioso hacer un seguimiento sistemático de la propia salud, porque hay ventanas de oportunidad con el diagnóstico temprano que no deben desaprovecharse, tanto en el caso del mieloma como con muchos otros aspectos de la salud”.