Por: Roberto Garrone
En su mundo solitario, ajeno a la suerte de la prospección, la fallida y la revancha que se aproxima, la última marea del fresquero “Niño Jesús de Praga” duró días. Zarpó a las 14.40 del 22 de mayo y eran casi las 22 horas del 27 cuando amarró en Mar del Plata. El barco vino casi completo de un langostino de excelente tamaño y óptima calidad, que refuerza la idea de los fresqueros en eso de insistir con extender la marea más allá de las 72 horas.
Es común una “trampita” al límite de las 72 horas. El buque realiza un lance y lo declara nulo para que el tiempo de la marea le comience a correr más tarde pero en realidad ya tiene cientos de cajones en bodega. Es muy difícil, sin inspectores a bordo, determinar si el nulo esconde tareas de pesca
En el caso del “Niño…”, que pidió la extensión de la marea, el parte de pesca no registra ningún lance nulo y revela que pescó el 25 y 26 de mayo.
Más allá de lo que haya declarado el capitán, desde el área de monitoreo satelital en la Dirección de Control peinaron la marea y encontraron indicios compatibles con maniobras de pesca el 24 de mayo.
El caso puso en alerta a varios… Si alguien imaginaba cierta flexibilidad para que la flota pueda operar con mayor libertad durante la temporada de aguas nacionales parece equivocado. La pelea contra los sumarios que se abren mucho más tarde de la presunta infracción cometida, es tal vez un motivo infravalorado en la lista de argumentos que explican la lejanía de la flota con la chance de animar la próxima temporada de langostino en aguas nacionales.
En el último año de gestión, Julián Suárez abrió casi 500 sumarios con elementos que presumían una infracción. Cambió el gobierno, le bajaron el rango y pasó de Ministerio a Secretaría, la demora en la asunción de Bonicatto, la silla vacía, oficialmente, en la Dirección de Control y Fiscalización, quien da el puntapié del proceso administrativo, la posterior salida del ex cabo de la Bonaerense junto con Conrado Garzoli, la llegada de Idoyaga Molina y el desembarco de Sciutto.

Las demoras administrativas conforman un dique de contención de sanciones que cuando se libera genera una lluvia de notificaciones, por millones de pesos que caen sobre empresas a punto de concursarse.
Por ahora el CFP autorizó ampliar la brecha de la velocidad nocturna, algo que pedían tanto la flota congeladora como la fresquera, pero le puso un freno a la petición de Buenos Aires por la extensión de la marea. Carla Seain tenía unos principios antes de la Feria de Barcelona y ahora tiene otros, más afines a las necesidades de sus representados.
En eso de acompañamiento gubernamental Chubut nos lleva una cuadra de distancia. Más allá que lo que busca Nacho Torres sea que si la crisis pesquera estalla, las llamas no brillen en suelo chubutense. Por eso el Gobernador no dudó en acompañar a los dirigentes del SOMU a un encuentro con López Cazorla que si nos vestimos con sentido común, ya había muerto antes de comenzar.
A quién se le ocurre ir a buscar una solución sin llevar a una parte del problema, lease los empresarios dueños de los barcos que hace más de 100 días no salen a pesar langostino si antes no podan el salario de los marineros. Claro que el Gobernador no piensa en soluciones sino en ganar tiempo, o hacérselo ganar a las patronales para que intenten un acuerdo con sus tripulantes.
Acorralados por los relevos que a esta altura sería milagroso que consigan un embarque si se arregla el conflicto, los dirigentes del SOMU en Madryn alimentan los piquetes con falsas expectativas, cuando no mentiras lisas y llanas.
Eufóricos anunciaron que la cosa se había resuelto cuando ni siquiera se sabe la apertura de la próxima prospección en cuotas y sin acuerdo los barcos congeladores seguirán amurados al muelle.
Para colmo ya no es solo el SOMU el que rechaza el plan de poda al convenio, sino que se sumó el SIMAPE, invitado por el convenio con CEPA, y que tiene más para perder por la liquidación especial del aguinaldo.
Y encima Trueba busca llevar a la mesa de discusión a los oficiales de máquinas y de puente. Cómo saber si es una estrategia para ampliar la oposición al reclamo o debilitar la postura del SOMU para llegar a un acuerdo racional que les permita salvar la temporada a los tripulantes y a las empresas pescar y vender un poco más caro el marisco.
A la racionalidad la fumigaron estos años de abundancia de langostino y bonanza de precios que le permitió a toda la cadena convalidar salarios desorbitantes tanto en provincia como en nación. El mercado internacional ya ajustó precios externos e indefectiblemente se tendrán que acomodar acá dentro si se quiere sobrevivir.
El ejemplo de la estiba y la variedad de precios que cobran según la especie que se descarga en los puertos de Chubut sirve como ejemplo de la sin razón a la que ha llegado la industria. Cajón de anchoa de 33 kilos, 2200 pesos, cajón de merluza de 33 kilos, 2800 pesos y la caja de langostino, de 18 kilos, 5800 pesos.
“Un despropósito que no solo beneficia a los estibadores sino a las empresas de estibaje”, advierten desde la flota fresquera marplatense, en tanto preparan una nota al Gobernador en que lo advertirán por este tema.
El temor a ser emboscados por el SUPA y que su planteo de incremento salarial genere un conflicto en plena zafra de langostino es otra de las causas por las cuales la flota evalúa seriamente no participar de la prospección ni de la temporada en aguas nacionales.
Torres conoce bien a los empresarios de la estiba en Chubut porque se vinculan con la actividad pesquera. Damián Santos de Pesquera San Isidro con participación en la estiba de Madryn, el trío Cereseto, González, Pantano de la Cafach, detrás de las manos que descargan la flota en Camarones y Rawson, y Luis Santander en las descargas de Comodoro.
“Los costos logísticos representan 0,50 dólar del precio del marisco cuando antes no llegaban ni a la mitad. Ese monstruo lo crearon ellos pero terminamos pagando los platos rotos nosotros”, se quejan los armadores fresqueros marplatenses
Ellos no pagan la estiba ni el hielo, mucho menos el flete del muelle a las plantas de reprocesamiento. De esos costos se encargan los frigoríficos que les compran el langostino fresco y no elevan la oferta más allá de 1,80 dólares por kilo. Si es que lo compran: San Isidro, Iberconsa, Estrella Patagónica no asoman muy decididos.
En Mar del Plata especulan que si hay una adecuación de costos podrían cobrar mejor la materia prima. Pero “Gallo” Gutiérrez, referente del SUPA en Chubut, ya avisó que no cuenten con ellos para reducir salarios.
“No nos confundamos, no quieren discutir un modelo productivo, quieren trasladar el costo de su mala planificación y la caída de los precios internacionales al bolsillo de quienes menos ganan”, aseguró el dirigente al portal “Parte de Pesca”.
En Mar del Plata hicieron cálculos y con estos valores en la temporada record de Rawson, un estibador llegó a ganar 25 millones de pesos por mes. Casi lo mismo que un marinero y muchísimo más que un trabajador del STIA.
“Que ellos revisen sus costos con los tripulantes. Pagan cualquier cosa con la tablita y el año pasado terminaron dando un viático de 98 mil pesos al finalizar cada marea. Eso también es irracional”, replican desde Chubut.
“El ahora o nunca” que plantean desde la CAPIP parece un misil destinado solo a la marinería pero hay otros intereses que se cruzan como en una enredadera entre barcos, estiba, camiones, frigoríficos en la activación del negocio del langostino en Chubut que también debe revisar sus números.
El desafío de patinar de racionalidad a todos esos actores parece absolutamente complejo. Sería un milagro si ocurre en las próximas semanas. Pero si no se atacan todas estas distorsiones estructurales seguirán mutilando cualquier chance de que la pesca de langostino vuelva a ser un negocio que les sirva a todos.
Buen domingo.