Por: Roberto Garrone
Hay otras zafras, no tan complejas como la de langostino -que lo diga la flota fresquera de altura marplatense, cuyas intenciones de sumar 72 horas efectivas de pesca, fueron truncadas por el rechazo del resto de los consejeros-, que intentan activarse más allá de lo fino de los números en todos los eslabones de la cadena.
El año pasado la temporada de anchoa patagónica aportó más de 5 mil toneladas a la industria conservera y saladeros marplatenses y se pudo trabajar un par de meses durante baja temporada a la espera de las zafras de magrú y anchoíta bonaerense.
Este año la crisis no le escapa al sector conservero, jaqueado por la caída del consumo y la lluvia de latas importadas que llegan a la góndola incluso a un precio más bajo del costo de producción que tienen las fábricas marplatenses.
En este contexto la zafra 2025 de anchoa patagónica no despertaba mucho entusiasmo en la industria local. El precio es el primer obstáculo. La flota de Rawson, unos cinco barcos estaban dispuestos a armar con redes pelágicas, y pretendían cobrar 1 dólar por kilo.
El precio incluye estiba, flete y hielo. Ahora hay nuevas exigencias de los clientes europeos por los niveles de histamina y es necesario bajarle la temperatura al pescado desde el momento que ingresa a la bodega.
“No podemos pagar eso porque cuesta encontrar un tamaño regular en el inicio de la zafra y los promedios terminan más cerca de las 50 piezas por kilo de las 40 que sería lo ideal”, confió un industrial del sector.

La idea primaria en Mar del Plata era comprar apenas 20 mil cajones. Ese volumen en Rawson lo cumplirían en una semana. Cada barco debe completar 1250 cajones. Ni uno más ni uno menos. Esa cantidad entra en dos semirremolques con los que envían la carga a Mar del Plata, a razón de de casi 5 millones de pesos por viaje.
Los armadores estaban en plena negociación con la estiba y los marineros para tratar de mantener los valores del año pasado para intentar equilibrar los números pero sin estímulos, paralizaron todas las tratativas. No querían pescar 5 millones de kilos como el año pasado pero se ilusionaban, al menos, con pescar la mitad.
Este cortocircuito estaba planteado hasta la semana pasada y no alimentaba ilusiones para nadie. Pero en los últimos días hubo un nuevo intento para resucitar la zafra y luego que Gustavo González, presidente de la CaFACH, visitara a los industriales, recobró el pulso.
“El burro no tiene éxito por lindo sino por insistidor”, resumió, con otras palabras, uno de los asistentes a la reunión el espíritu del encuentro. “Queremos mover la rueda y generar trabajo”, amplió.
Los armadores aceptaron rebajar 5 centavos y las conserveras pagarían 90 centavos por kilo, con el compromiso de comprar un mínimo de 80 mil cajones y un máximo de 120 mil. Los barcos que tomarían parte de la zafra serían el “Nuevo Anave”, “Siempre María Elena”, “Siempre Don Conrado”, “Padrino” y “Sagrario”, aunque habría lugar para otros tres más.
Tal vez el apuro en reconsiderar la ecuación comercial de la flota obedeció a que las conserveras ya habían acordado condiciones con el “Nuevo Quequén” de Guillermo Valle. El armador reconoció que tenía el barco armado y estaba a la espera de acordar con estibadores y marineros para aportar la materia prima.
El SOMU planteó un reajuste para los valores del 2024 del 16% y desde la CaFACH ofrecieron una rebaja que llevaba el valor del cajón de langostino a mil pesos. Todo para generar un cortocircuito que paralice la flota, sobre todo al único que podía llegar a salir: el barco de Valle, y poner nerviosos a los industriales marplatenses que esperan la anchoa para sacar a su personal de la garantía horaria.
“Estamos muy justos con los números pero si logramos que los transportistas den marcha atrás el 7% de reajuste en el flete que aplicaron en marzo, podemos tener una mini temporada”, afirmó un socio de la cámara que al cierre de esta columna mandaba un emisario a negociar con la estiba.
A los marineros ya los tiene apalabrados y habrían aceptado salir a pescar por 300 pesos el cajón, mismo precio que el año pasado. Lo que le pidieron a Zapata fue no motorizar asambleas para no torpedear el acuerdo.
Saben que puesto a votación, y con tanto mal humor a flor de piel, no sería difícil juntar las manos para superar a los 40 marineros que volverían a embarcarse luego de la temporada de langostino en provincia.
Si hay acuerdo los barcos comenzarían a operar en una semana y quedaría salvado otro daño colateral que acarreaba el fracaso la temporada. La pesquería está en pleno proceso de certificación y era casi indispensable sumar muestreos y tallas de desembarques para alimentar el registro de datos.
En la otra novela, la de la zafra de langostino patagónico, todas las partes involucradas en mantenerla viva para la flota tangonera congeladora, se verán las caras este martes en la Secretaría de Trabajo.
Es el nuevo conejo que sacó de la galera la administración de Chubut para sostener la paz social en suelo provincial. Un desafío mucho más difícil de lograr que en Mar del Plata o las ciudades correntinas donde habita el recurso humano a bordo de la flota, porque las bases hace mucho se independizaron de las riendas de Zapata.
La alternativa de pasar a no remunerativo parte del sueldo proporcional por producción fue la idea novedosa que aportaron los dirigentes del SOMU en la reunión. En ese esquema no hay quita salarial y las empresas pagan menos aportes.
Habrá que ver si el gobierno está dispuesto a resignar ingresos por contribuciones patronales y previsionales pero que pueden compensarse por mejores niveles de recaudación por derechos de exportación. Hoy esas dos canillas de ingresos están cerradas.
Las patronales creen que si sale, será por un par de meses, con lo cual su impacto sería efímero. Igual sacaron cuentas… un 50% de la producción como suma no remunerativa representa 9% de ahorro. Esto es 4,5% en el costo total de salarios. Si representa el 60% del costo de producción, la rebaja es apenas del 2,6%.
“Es una payasada”, confesó un empresario luego de terminar de hacer los números.
Otros eran más optimistas y veían que ese descuento podía acoplarse a otros, sino era poda salarial, congelamiento de valores de fin de la zafra pasada.
Por lo menos ya ninguna empresa amaga con sacar los barcos con marineros dispuestos a aceptar la rebaja del 15%. Otro intento de presión patronal que se diluye como la extorsión de Prodesur al CFP para recibir merluza negra. Siempre supieron que sin un aval del gremio, al término de la temporada esos tripulantes estarían en condiciones de reclamar la liquidación plena del convenio.
Lo que queda claro es que si hay acuerdo la flota comenzará a operar el mes que viene, cuando haya pasado el tiempo de liquidar el medio aguinaldo. En estas dos semanas Andrés Arbeletche deberá ingeniárselas para seguir sacando conejos de la galera que entretengan a los relevos de Chubut y no prendan fuego la provincia.
Buen domingo