Por la Lic. Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina
Llega diciembre y de su mano cierres, balances, reuniones, las Fiestas. En Navidad y Año Nuevo es un momento en el que nos permitimos renovar ilusiones, iniciar proyectos, remodelar esquemas, mejorar hábitos… También, son momentos que posibilitan encuentros con nuestros afectos. Jugamos con sabores, jugamos con otros, jugamos a regalar y a recibir, desde un abrazo y una palabra, hasta algún regalo en el arbolito o entre el brindis de Fin de Año.
Para los niños y niñas celebrar la Navidad es un momento mágico. Hay muchos motivos por los cuales festejarla; puede ser por tradición, religión, diversión, etc. Cada país, cada cultura, cada familia y cada institución tiene su propia forma de festejar.
Sea cual fuere la forma y el motivo, estos festejos nos permiten compartir con los niños y las niñas la noción del paso del tiempo. Poder despedir el año y recibir uno nuevo nos habla de lo temporal de la vida, del crecimiento y de las etapas. Vivir la magia de la Navidad a través de la visita de Papá Noel nos da la posibilidad de construir un momento mágico compartido, darle un despliegue único a la creatividad y a la fantasía.
Estos procesos posibilitan que las creencias, los deseos y el crecimiento aparezcan con mayor esplendor. Para los niños y niñas la importancia de creer en ellos mismos y en el entorno es la clave para un desarrollo pleno.
Estas fechas nos invitan a transitar un espacio de tiempo simbólico en el que la infancia y el juego son los protagonistas. Es un momento en el que podemos aprender de ellos, a jugar como ellos, con la fantasía, con la magia, a dejarnos sorprender y a construir nuevas creencias.
Jugar es la acción natural más importante de la niñez. Es la manera en la que niños y niñas conocen, elaboran y habitan el mundo; involucrando a su cuerpo, a sus sentidos, desplegando la capacidad para estar con otros, y estar a solas; a comunicarse y a elaborar temores y sufrimientos. La fuerza del jugar está cargada de su mundo interno, y se desarrolla en el mundo real, atesorándose en el interior y propiciando el desarrollo de manera integral y saludable.
En la adultez, la prevalencia de los procesos racionales va limitando esas capacidades. Compartir con niños y transitar por esos espacios simbólicos nos habilita a reencontrarnos con esos recursos y a su vez brindarles la oportunidad de ese despliegue. Es una de las funciones del adulto ofrecer la posibilidad de ese espacio simbólico para jugar. Es dar tiempo y espacio de calidad.
El juego es un derecho de todas las infancias, está contemplado en el artículo 31 de la Convención de Derechos del Niño y en la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley 26.061, Art. 20). Su grado de importancia es equivalente a todos los demás derechos.
Desde Aldeas Infantiles SOS invitamos a toda la sociedad a reflexionar sobre la importancia de compartir con los niños y niñas la experiencia enriquecedora de jugar. Posibilitar, comprender, cuidar, construir, observar, amar y compartir forman parte de ese juego. Abogamos por la crianza respetuosa, por la construcción de espacios seguros y protectores, allí donde la Infancia se despliega y se desarrolla en su integridad.
Por eso, en estas Fiestas hagamos un momento mágico para ellos, donde la ilusión, la alegría, el juego, el festejo y ellos como protagonistas sea lo que abunde. Estamos viviendo tiempos difíciles, sobre todo para las infancias. Ésta es una oportunidad para regalarles ilusión, la posibilidad de creer y de jugar en familia. Como adultos, somos responsables de ello. Su futuro está en nuestras manos.