Por: Luis Gotte La Trinchera Bonaerense Mar del Plata luisgotte@gmail.com Co-autor de “Buenos Ayres Humana I, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022; y “Buenos Ayres Humana II, la hora de tus Intendentes” Ed. Fabro, 2024.

En una Argentina marcada por la fragmentación y el individualismo, la provincia de Buenos Ayres se encuentra en una encrucijada histórica. La necesidad de una política que priorice el bien común, la unidad y la organización se hace más urgente que nunca. Es momento de volver a nuestras raíces y desarrollar una política humanista y cristiana que acerque a las personas, fomente la cooperación y ponga en el centro de sus prioridades a los vecinos y sus municipios.

El bien común debe ser el faro que guíe todas nuestras acciones políticas. Esto implica trabajar incansablemente para garantizar que todos los bonaerenses tengan acceso a los recursos y oportunidades necesarios para vivir con dignidad. No se trata sólo de políticas asistencialistas, sino de crear un entorno en el que cada individuo pueda desarrollarse plenamente, contribuyendo a su comunidad y beneficiándose del progreso colectivo.

La unidad y la organización son pilares fundamentales para cualquier comunidad que aspire a ser justa y próspera. En Buenos Ayres, es crucial fomentar la participación activa de los vecinos en la vida política y social desde sus barrios. Esto no solo fortalece la democracia, sino que también asegura que las políticas públicas respondan a las verdaderas necesidades de sus vecinos. La organización comunitaria, o barrial, permite una mejor articulación de demandas y una respuesta más eficiente por parte de las autoridades.

La descentralización federal del poder es una condición indispensable para el desarrollo sostenible de nuestra provincia. Ha llegado la hora de los municipios, de reconocer su autonomía y de fortalecer su capacidad de gestión. Cada municipio debe tener la autoridad y los recursos necesarios para abordar sus desafíos específicos, siempre en coordinación con una visión provincial integradora.

La autonomía municipal no solo es una cuestión administrativa, sino un reconocimiento de la diversidad y riqueza de nuestras comunidades. Cada localidad tiene sus particularidades y potencialidades, y es desde este reconocimiento que podemos construir un desarrollo verdaderamente inclusivo y equitativo. Es inaceptable que aún se mantenga un decreto militar, el 6769/58, para regir los destinos de los 135 municipios sin diferenciación.

Por otro lado, la cooperación y la colaboración deben ser los motores de nuestra política. Los desafíos que enfrentamos como provincia no pueden ser resueltos de manera aislada. Es necesario convocar a todos los sectores de la comunidad para trabajar juntos: gobiernos locales, organizaciones civiles, empresas y vecinos.

La colaboración entre municipios también es vital. A través del regionalismo que apunte a la producción, podemos potenciar nuestras economías locales, creando sinergias que generen empleo y mejoren la calidad de vida de todos. La solidaridad entre municipios es clave para enfrentar problemas comunes y aprovechar oportunidades compartidas.

El poder político debe ejecutar estrategias que desarrollen políticas estratégicas centradas en el bonaerense. Esto significa reconocer y proteger la dignidad de cada vecino de la provincia, especialmente de los más vulnerables. Implica también promover valores como la justicia, la solidaridad, la caridad y la paz.

Esta visión debe impregnar todas las áreas de gobierno, desde la educación hasta la salud, desde la economía hasta la infraestructura. Cada política pública debe ser evaluada no solo por su eficacia técnica, sino también por su capacidad para promover el bien común y fortalecer los lazos comunitarios.

En definitiva, la provincia de Buenos Ayres está llamada a liderar un nuevo modelo de desarrollo basado en la comunidad, la unidad, la organización y el bien común. Ha llegado la hora de los municipios, de reconocer su importancia y de fortalecerlos para que sean protagonistas en la construcción de una provincia más justa y solidaria. Debemos constituir una Buenos Ayres donde todos tengan la oportunidad de vivir con dignidad y contribuir al bienestar de su pueblo. Es un desafío grande, pero juntos podemos lograrlo.


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