Por: Roberto Garrone
De cara a la apertura de la temporada de langostino en aguas nacionales, el Consejo Federal Pesquero ya disputo el inicio de una prospección en el área de veda permanente de merluza que comenzará el próximo 25 de mayo, hay un denominador común entre las empresas que enviarán barcos a pescar el preciado marisco.
El miedo por los alcances de la segunda ola de covid que atraviesa al país y de la cual Mar del Plata y la industria pesquera no solo no es ajena sino que en las últimas semanas viene registrando un aumento significativo de casos.
El más trascendente y extremo fue el deceso en el mediodía del miércoles de Manuel Walter Quiquinte, un conductor naval oriundo de Mar del Plata que murió luego de evidenciar síntomas compatibles de covid durante tres días seguidos.
El oficial de máquinas no estaba en su casa ni internado en un centro asistencial. Quiquinte murió a bordo del barco potero Xin Shi Ji 89 de la empresa china Fénix Internacional. Su muerte expone de manera cruda y tangible el desprecio por la vida humana en el mar.
Porque otra vez un capitán queda en el ojo de la tormenta. Como máxima autoridad a bordo estaba facultado para dirigirse a puerto ni bien supo de los síntomas de su compañero. Veremos qué sanción aplica Prefectura ahora que le toca intervenir, tarde, como casi siempre. Jorge Frías se sacará el sayo, como ya es costumbre. El Secretario General de la Asociación de Capitanes reclama vacunas para los marítimos. Podría pedirles a sus afiliados un poco de empatía con sus subordinados.
En los muelles de Mar del Plata los casos se multiplicaron en las últimas semanas. En marzo hubo un solo caso positivo. El mes pasado fueron 33 y quedaron 74 aislados. En lo que va de mayo ya fueron tres barcos: “San Andrés Apostol”, “Huafeng 817” y el tangonero “Paku” que registraron casos positivos que, entre todos, superan la veintena de contagiados.
Los gremios mantuvieron en las últimas horas una reunión con las autoridades del Consorcio y aplicaron algunos ajustes en los protocolos vigentes. La idea era cerrar el acceso sur pero no se puede porque va a contramano de la Fase 3 que transita Mar del Plata, la ciudad de los desocupados y los bajos testeos.
Todos reconocieron que hubo un cierto relajo. En los controles pero sobre todo en el respeto y cumplimiento a los protocolos. Las empresas también son responsables. Tripulantes del Paku, con hisopado negativo que cumplieron aislamiento en hotel, llegaron al puerto para subirse al barco por sus propios medios; caminaron cinco cuadras por el microcentro de Mar del Plata hasta conseguir un taxi que los llevó al puerto.
Los tangoneros congeladores que participan de la temporada de langostino tienen una marca de identidad común, y que va más allá del puerto desde donde operan. Las tripulaciones que embarcan en dichos buques mayormente se componen de obreros marítimos del litoral, ciudades de Corrientes y Chaco, sobre todo.
Las empresas advierten con preocupación que ya no alcanza con aislarlos en los hoteles, realizar los testeos y esperar al negativo para tener una marea sin contratiempos. Los síntomas aparecen con mayor frecuencia en alta mar.
“No respetan el aislamiento, comparten el mate, juegan a las cartas… te pueden dar todos negativos pero se contagian arriba de la combi o ya en el hotel y no salta en el testeo”, sostienen los armadores que piensan en dividirlos en pequeños grupos y alojarlos en distintos hoteles para acotar los riesgos de contagios masivos.
Reemplazarlos con tripulantes marplatenses, donde hay muchos relevos ansiosos de poder subirse a un barco tangonero, la flota en la que más se gana en la pesca, no entra por ahora en los planes. “Si se quedan en sus casas con sus familias hacen vida normal”, refutan.
En el 2020 los tangoneros congeladores tuvieron una zafra parcial por el lock out que aplicaron las empresas hasta que el SOMU aceptó reducir el valor del dólar que se toma como referencia para liquidar la producción a bordo.
Hoy el temor ya no es el valor del dólar ni el precio internacional del langostino, que se ha recuperado y hay cierta demanda, con el incentivo de un mercado casi virgen como el brasileño. La paritaria con los gremios se acordó sin conflictos más allá del exclusivo que se ganaron las empresas de CEPA por hacerle caso a Mariano Pérez.
En términos biológicos, el marisco parece haberse recuperado: Según el último informe científico del INIDEP, hubo un crecimiento en el porcentaje de ejemplares maduros como hacía 5 años no se veía en la pesquería. Este dato llevó a tomar la decisión de prospectar el área un par de semanas antes que el año pasado. Más tiempo de zafra, más días de pesca, más langostino en bodega, Más facturación.
El fantasma que sobrevuela a las empresas se vincula directamente con el covid. Que las tripulaciones se contagien, cueste encontrar reemplazos disponibles, transportarlos hasta los puertos patagónicos donde se centraliza la operatoria y que el barco quede amarrado a muelle. La inactividad cuesta carísimo.
El covid se coló en la negociación paritaria. Armadores y gremios acordaron pagar un plus de 4500 pesos para aquellos marineros que deben quedar aislados como contactos estrechos ante un caso positivo.
Hacer las cosas mal pero así y todo intentar obtener buenos resultados, muchísimo más. Es lo que ocurrió en el congelador arrastrero “Anabella M”, de la empresa española Estrella Patagónica. En el viaje de la combi hasta Madryn de la tripulación correntina hubo un trabajador con síntomas que dio positivo en el hisopado.
Días después lo volvieron a hisopar y dio negativo. No cumplieron con el período de aislamiento como contactos estrechos y salieron a pescar, denunciaron desde la tripulación. A los cinco días muchos de los 50 tripulantes comenzaron con síntomas.
El enfermero les dio paracetamol y recomendó tomar infusiones contra el resfrío. Los síntomas no aflojaron. Todo lo contrario. Fiebre, pérdida de gusto, olfato y fuertes dolores musculares. Así y todo debieron seguir bajando a la planta de reproceso.
Hasta que casi no se muere Miguel, el contramaestre de primera, el “pesca” del “Anabella M”, más español como Pescapuerta, no se arrimaron a Deseado para hisopar a los más graves. Ya van 27 positivos y quedan varios con síntomas leves a bordo.
A los contagiados los alojaron en un módulo sanitario donde no hay distancia ni aislamiento. Pero les pusieron un pool y una mesa de ping pong, digamos todo. Para poder ducharse debieron caminar casi 100 metros, cruzando un espacio al aire libre. El viernes al medía recién los relocalizaron en un hotel.
Estrella Patagónica deberá hacerse cargo de este desastre sanitario. De las consecuencias físicas y psicológicas que provocó en sus tripulantes su voracidad por salir a pescar como sea.
¿Sanción de la autoridad de aplicación? Hay que olvidarse. Esta empresa forma parte del grupo español Pescapuerta la cual tiene barcos pescando en Malvinas, situación que viola la legislación argentina. La ley entró en vigencia en 2008. Lo que prospera en la pesca es la impunidad.
Buen domingo