Por: Zacarías MonzónConfundador y Director de Tecnología de Simfinix.

Una de las secuelas más duraderas de la pandemia de Covid-19 afectará al propio sistema de salud en todo el mundo. La irrupción del enemigo invisible del coronavirus generó un impacto sobre el paradigma tradicional de la atención médica que, aunque venía con dificultades anteriores a esta contingencia, dejó expuestas sus falencias intrínsecas.

Tal como estaba funcionando, el modo de pensar y de gestionar las atenciones de salud no resistió un embate como el que le provocó el coronavirus. No soportó la escala. Esto impactó de lleno y hubo que acudir a nuevos actores que permitieran cubrir las nuevas necesidades del contexto: la atención deslocalizada, rápida y segura, con disponibilidad inmediata de la información y con la capacidad de aguantar una escala sin límites.

Este modelo ya avizoraba una perspectiva de cambio digital, aunque todavía podía demorarse. La pandemia obligó a los prestadores, financiadores, profesionales médicos y a los pacientes a acelerar la transformación, pero -como siempre que se trabaja en emergencia- se dejaron de lado los detalles y cada uno hizo lo que pudo. La punta del iceberg fueron las teleconsultas, que se hicieron por teléfono, por WhatsApp, por Zoom, por Meet: ninguna pensada ni preparada para esta finalidad.

Esa desarticulación en el desarrollo de las nuevas experiencias entre médicos y pacientes tuvo un impacto en la calidad de la atención, en las posibilidades de control, en la disponibilidad y seguridad de la información recabada. El paso de los meses y los rebrotes en las ciudades más importantes del mundo empezaron a demostrar que la situación no volverá a ser la de antes, y que por eso es imprescindible prever cómo estos cambios están impactando en el presente y cómo lo harán en el futuro inmediato.

Por eso, hoy el diagnóstico hay que hacérselo al propio sistema, que colapsó a escala planetaria. Y de ese diagnóstico lo primero que surge es que la relación entre el profesional médico y los pacientes ha cambiado. Lo que al comienzo fue una necesidad, por la prohibición de la proximidad física, empieza a tener la estabilidad de un cambio duradero: la tecnología, bien aplicada, permite la deslocalización de las atenciones, haciendo que los pacientes puedan elegirla como una alternativa a trasladarse hacia la infraestructura de hospitales y consultorios.

Si, como es esperable, esta situación pasa de ser un emergente pasajero a un cambio de hábito, la respuesta que tiene que dar la tecnología también debe cambiar. No alcanza con una videoconsulta por WhatsApp, porque se requiere el seguimiento profesional de las atenciones médicas y la transparencia y disponibilidad de los datos que estas generan. Si el sistema de salud avanza inevitablemente a un cambio de paradigma, se requiere un control mayor sobre la calidad de las atenciones, sobre la certeza de su realización, sobre su evolución y resultados.

La cadena de valor de la gestión de la salud también está cambiando: un sistema ineficiente requiere ser reemplazado por un sistema veloz, seguro, centrado en el paciente y en sus necesidades, más que en los enormes costos de una infraestructura que en muchos casos hoy está ociosa. El futuro del servicio sanitario no está en los grandes hospitales o clínicas, sino en la atención domiciliaria mediada por tecnología con inteligencia digital que no dependa de la cantidad de camas disponibles.

Por eso, con el Covid llegó para quedarse el cambio de paradigma y los actores del sistema tenemos que dar respuestas concretas: por eso creamos desde Mar del Plata soluciones para gestionar atenciones médicas en todo el mundo, a partir del nuevo escenario que ya vivimos, digitalizando atenciones extrahospitalarias, tanto presenciales como virtuales, y desde una perspectiva de cambio digital.

El Covid fue un acelerador de futuro. Hoy el único camino de la sostenibilidad de un sistema que se agotó es priorizar la relación médico-paciente, pero con tecnología que permitan la deslocalización y la omnicanalidad, convirtiendo su derecho a la salud en el centro de todo el sistema.


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