Por: Roberto Garrone
La zafra de langostino en aguas nacionales arrancó hace 48 horas en tres de las cuatro subáreas prospectadas al sur del 45ºS, a la altura del Golfo San Jorge, con la presencia de 64 barcos pesqueros pero sin los tangoneros congeladores de las empresas adheridas a CEPA.
Los gremios marítimos presionaron y demoraron su zarpada para que las empresas liquiden la producción atada al precio del dólar al valor de 300 pesos, fijados el 10 de abril pasado por el Gobierno en el marco del programa de incentivo a las exportaciones de las economías regionales. En las mareas de mayo liquidaron al valor oficial.
En un principio desde la Intercámara de la Pesca intentaron mantenerse firmes en su postura de rechazar la intención de los gremios en meterlos a todos en la misma bolsa, exporten o no. “La pesca no es lineal, no todos los que pescan exportan y reciben ese incentivo del tipo de cambio diferenciado. Es un régimen voluntario para el cual hubo que inscribirse y sortear una carrera plagada de obstáculos burocráticos”, argumentaban desde las patronales.
El apuro y la voracidad por salir a pescar que siempre renuevan en cada inicio de temporada Solimeno y Moscuzza diluyó cualquier barricada para sostener el avance sindical que sabe dónde y en qué momento poner el candado a la operatividad de la flota.
En menos de 12 horas de comenzada la temporada CEPA acordó con todos los gremios reconocer el dólar pesca como el valor con que se liquidarán la producción de todas las especies, al menos hasta que el oficial no lo supere, algo que puede ocurrir en menos de 50 días. Para ese caso se tomará el mayor valor.
El SIMAPE, impulsor de la avanzada con la delegación local del SOMU, lo que generó en principio una grieta con la conducción nacional de los obreros marítimos, que hasta sacó un comunicado no avalando medidas de fuerza y era proclive a acuerdos por empresa, no tiene representación en CAPECA, la otra cámara que agrupa a los tangoneros congeladores, pero en la tarde del viernes desde algunas empresas adheridas a esa cámara daban por descontado la liquidación en estos nuevos términos.
Poca fuerza hizo el argumento que el dólar a 300 pesos era una medida de incentivo para paliar el atraso cambiario que se agudizó en estos últimos meses y precios internacionales, especialmente del langostino entero, que no se despabilan a pesar del fracaso de la zafra al norte de la zona de veda.
El acta firmada con CEPA fue en espejo con la cámaras armadores de buques fresqueros de altura. Acá había tal vez argumentos más sólidos para intentar defender la postura de mantenerse atados al valor del dólar oficial.
Es cierto que algunos armadores exportan, sí, pero no todo ni todo el tiempo, sino parte de sus capturas en determinado momento del año.
Determinar cuáles si y cuáles no, cuántos cajones fueron a frigorífico y cuántos a mercado interno, ya implicaba un proceso de depuración de datos muy complejo que parece nadie estuvo dispuesto a encarar.
Para algunas cosas la pesca, sector de múltiples variantes y matices, se aferra a la facilidad de lo simple. Algunos son a favor de los armadores, como la uniformidad en el peso de los cajones, todos pesan menos de 35 kilos, y otros a favor de los trabajadores. todos cobran la producción por el dólar 300, exporten o no.
Con los hechos consumados, la historia del dólar pesca parece encerrar una gran paradoja. Lo que en un principio se pensó como un estímulo para mejorar la rentabilidad de las economías regionales, aumentar exportaciones y mejorar los niveles de reservas, termina siendo un lastre, al menos en la pesca.
Las exportadoras suman costos que le quitan competitividad en un mercado de precios deprimidos y los que pescan y no exportan encarecerán el valor de la materia prima, que afectará el costo del producto exportable. Puntualmente la venta de langostino fresco en los frigoríficos de Madryn ya no será al dólar oficial que el viernes cerró a 240,80 pesos.
Lo mismo si los productos de la pesca van a mercado interno. Desde la primera venta el precio subirá y se encarecerán los eslabones de toda la cadena hasta llegar a la góndola, lo cual alimentará una inflación que a esta altura ya parece descontrolada.
Uno de los compromisos de quienes se adhirieron al Programa exportador era no incrementar los precios de los productos que destinaban al mercado interno más allá del 4% mensual hasta el 30 de agosto, fecha en que vence la vigencia. Hoy, con una inflación besando el 10% en mayo, todo se torna cartón pintado.
Buen domingo