El avance de la pandemia mundial del COVID-19 afecta con mayor intensidad a quienes integran colectivos en situación de vulnerabilidad. Las mujeres en contextos de encierro carcelario encuentran empeorada su situación cuando quienes habitualmente las visitan también deben quedarse en sus hogares para evitar la propagación de la pandemia. Sus familias encuentran dificultades para acercar productos esenciales que complementen la provisión que corresponde al Estado.

Las diferentes acciones de extensión emprendidas desde la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social (Universidad Nacional de Mar del Plata) con mujeres de la Unidad Penal 50 de Batán permitieron conocer las dificultades que éstas encuentran para acceder a productos esenciales como son el jabón, el papel higiénico y las toallas higiénicas descartables.

En el marco de la Campaña «Seguimos Menstruando», anoticiado por la comunicación mediática de que las ciento seis mujeres alojadas en la Unidad Penal 50 habrían expresado por unanimidad su deseo de no ser visitadas para prevenir el contagio de COVID-19, el equipo de extensionistas motorizó la donación de bolsones de papel higiénico, jabones de pan blanco, y más de quinientas toallas higiénicas descartables.

En contextos de emergencia social y sanitaria  como el que nos encontramos atravesando a raíz de la pandemia mundial, no es habitual considerar las necesidades de las personas que menstrúan. Desde la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social (Universidad Nacional de Mar del Plata) se impulsó la  Campaña Seguimos Menstruando, promoviendo la reflexión sobre las necesidades de los cuerpos que menstrúan e invitando a incorporar productos menstruales (como toallas higiénicas, copas menstruales y tampones) cuando se realicen donaciones a espacios comunitarios.

La menstruación es un proceso biológico natural que transita la mitad de la Humanidad durante aproximadamente 39 años de su vida (entre los 12 y los 51 años de edad). La mitad de la población mundial menstrúa -en promedio- una vez al mes, por el transcurso de 5 días, y utiliza 16 toallas higiénicas descartables durante ese período mensual. Las personas que menstrúan no pueden elegir libremente hacerlo, por lo que los elementos para contener y/o absorber el sangrado menstrual (como toallas higiénicas, tampones y copas) son productos de primera necesidad.

Actualmente los productos menstruales son gravados con impuestos sexistas en un mundo en el que -en promedio- las mujeres ganan menos que los varones por iguales tareas, en el que existen más mujeres que varones con trabajos informales, y en el que una enorme cantidad de mujeres se ocupa en soledad del cuidado y sostén económico de les niñes de la familia. Esta realidad que se viene visibilizando desde los espacios feministas, hoy se ve acentúada dadas las medidas de aislamiento preventivo obligatorio.

El uso de elementos inapropiados para la contención y/o absorción de la menstruación (como trapos y medias) pueden producir infecciones y/u hongos en la genitalidad, sostener el uso de productos menstruales tradicionales (como tampones y toallas descartables) por varias horas puede causar severas complicaciones en la salud, y lo mismo puede ocurrir cuando no se higienizan adecuadamente los productos menstruales alternativos (como copas y toallas reutilizables).

El adecuado acceso a salud menstrual no es una cuestión personal y privada sino que es una cuestión de salud pública y se apoya sobre derechos humanos (como la dignidad, la integridad y la igualidad) que deben ser garantizados a todas las personas que menstrúan, incluso a aquellas que se encuentran privadas de libertad.


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