Vivir en un mundo saturado de estímulos, en una sociedad que condiciona a las personas a través de dietas, normas, reglas y prohibiciones, puede ser difícil “escuchar” al cuerpo, conectarse con lo que está necesitando y comer de manera intuitiva. Pero ¿Y si nuestro cuerpo ya sabe lo que necesita? La alimentación intuitiva es un camino para aprender a escuchar al cuerpo y a entender lo que realmente necesita.

La alimentación intuitiva es un método creado por dos nutricionistas estadounidenses, Evelyn Tribole y Elyse Resch, en 1995. Este método, basado en evidencia científica y compuesto por 10 principios, promueve la reconexión con la intuición interna y con las señales del cuerpo, rompiendo con el círculo de dietas crónicas y sanando la relación con la comida. Su objetivo es recuperar la autonomía alimentaria y lograr satisfacer, así, las necesidades físicas, psicológicas, mentales y vinculares.

Básicamente, la alimentación intuitiva se puede resumir en cuatro características:

1.  Promueve comer por razones físicas en lugar de emocionales: esto significa, aprender a comer principalmente por hambre biológica y saber discernir cuando la comida está cumpliendo la función de regulación emocional.

2.  Darse el permiso incondicional para comer: esto refleja la capacidad de comer los alimentos deseados cuando se tiene hambre, así como evitar etiquetar los alimentos como prohibidos o malos.

3.  Sintoniza con las señales de hambre y saciedad: comer se basa en sintonizar con el hambre interno y reconocer las señales de saciedad que guían las necesidades de nuestro cuerpo.

4.  Congruencia de la elección de los alimentos con el cuerpo: esto refleja la medida en que una persona combina sus opciones alimentarias con las necesidades del cuerpo y en cómo éste se siente luego de toda la experiencia alimentaria.

“Consideramos a la alimentación intuitiva como la conducta alimentaria natural y saludable, en la que los profesionales de salud, especialmente de la nutrición, deberíamos aspirar en nuestros consultantes”, sostuvo la licenciada en nutrición, Ana Gadze.

Gadze explicó que “los estudios nos muestran múltiples beneficios al abordar la conducta alimentaria desde la alimentación intuitiva” y detalló algunos de ellos: “Mayor apreciación corporal y satisfacción general de la vida; relación con el cuerpo desde el autocuidado y no desde el control; mayor motivación y adherencia para hacer ejercicio; y mejora de los valores de laboratorio y de la calidad alimentaria”.

La alimentación intuitiva está inversamente relacionada con el trastorno de la alimentación, la dieta, la mala conciencia interoceptiva y la internalización del ideal de delgadez. “Solemos pensar que los trastornos alimentarios son enfermedades raras que les suceden a pocas personas”, advirtió la nutricionista.

Sin embargo, un estudio de este año que reunió resultados de distintos países reveló que la prevalencia de desórdenes alimentarios en infancias y adolescencia era del 22%. Los desórdenes alimentarios se definen como aquellas conductas alimentarias que no cumplen los criterios de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), pero en quienes los desarrollan presentan un impacto físico, mental y emocional, repercutiendo en la calidad de vida de esa persona.

Según una publicación de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos, “los licenciados en nutrición son vitales para la detección y el tratamiento de los desórdenes alimentarios. A menudo, los pacientes remitidos a los nutricionistas no son conscientes de que sus patrones alimentarios son problemáticos o perjudiciales. Trabajar con un profesional con experiencia en el abordaje de los trastornos alimentarios es un paso importante para tratar dichos desórdenes, evitar que se conviertan en un trastorno alimentario y mejorar la calidad de vida”.

De esta manera, Gadze señaló la importancia de “conocer, profundizar y abordar a los consultantes desde el enfoque intuitivo, ya que aquellas personas que tienen más probabilidades de ser guiadas por sus señales internas de hambre y saciedad son menos propensas a expresar preocupación por el peso o el tamaño de su cuerpo, comprar ideales sociales con respecto a la apariencia y desarrollar desórdenes o trastornos del comer como, por ejemplo, la presencia de atracones”.

Para comenzar con la alimentación intuitiva, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires recomienda:

▪     Buscar ayuda profesional: Un o una nutricionista que puedan acompañar el desarrollo de una relación saludable con la comida.

▪     Escuchar al cuerpo: prestar atención a las señales de hambre y saciedad.

▪     Eliminar los alimentos prohibidos: todos los alimentos son aptos para la alimentación intuitiva, siempre y cuando se consuman con moderación.

▪     Comer con atención plena: disfrutar de los alimentos y concentrarse en la experiencia de comer.

La alimentación intuitiva, entonces, no se trata de una moda y va más allá de los nutrientes: quienes son comedores intuitivos tienen más probabilidades de reportar una mejor salud mental y bienestar, una mayor satisfacción con la vida y ser más propensos a tratarse a sí mismos y a su cuerpo con amabilidad y respeto.


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