Por: Roberto Garrone
La aplicación del 15% del impuesto PAIS a los derechos de exportación de los productos de la pesca anunciado por el nuevo gobierno libertario cayó como un balde de agua fría en una industria que exporta más del 90% de lo que produce y tenía un esquema diferenciado por tipos de productos, donde se estimulaba, en dosis homeopáticas, pero se estimulaba, el agregado de valor y el fomento de la mano de obra en tierra.
Desde que asumió Fernando Vilella diferentes sectores que integran la Intercámara de la Pesca, el sello de goma que agrupa a la mayoría de las cámaras patronales armadoras e industriales, vienen teniendo reuniones periódicas con el nuevo ministro de Bioeconomía para intentar persuadirlo a que rectifique el rumbo y se regrese al sistema anterior.
Poco tiene que ver la libertad con la suba de impuestos, aunque no es la única contradicción del nuevo Presidente. Milei ya autorizó que el Banco Central al que iba a cerrar y prender fuego emitiera 2 billones de pesos. Le pusieron Bioeconomía a un ministerio y derogan la Ley de Manejo del Fuego, digamos todo.
En el 2021 a través del Decreto 754, hubo una reducción masiva de derechos para fomentar el trabajo en tierra y agregado de valor. Para el langostino easy peel o tail long, los derechos de exportación para envases de hasta 1 kilo se bajaron del 5% al 1% y al 3% para envases mayores. La exportación de colas en bloques mayores a 2kg para reprocesamiento en otros países se incrementaron del 7% al 9%.
En el caso de la merluza hubbsi, se eliminan los derechos de exportación del filet congelado elaborado en tierra en envases menores a 1kg (estaba en 5%) y bajó al 3% en el caso de envases de mayor peso.
Además, las anillas de calamar se redujeron a 0 desde el 7% mientras que el tubo limpio de calamar en envases de hasta 1kg pasó del 7% al 5%.
Subir todos los derechos de las expo pesqueras al 15% es como encerrar un elefante en el bazar. Si no sale rápido solo queda mensurar los daños para un sector que no viene de la panacea ni tiene los costos de la producción agropecuaria.
Supuestamente este impuestazo tiene que ver con la necesidad de encontrarle nuevas víctimas acompañantes a los productores agropecuarios.
“Logramos que ponga todo el esquema en revisión”, dijeron desde el seno de la entidad, luego de la última reunión semanal donde más allá de esquemas alternativos, siempre con derechos diferenciados, expusieron las consecuencias que generaría la medida, anunciada como transitoria pero con los antecedentes impositivos de este país, podría perfectamente terminar formando parte de la estructura de costos de las empresas.
Si ya no había muchos productos con rentabilidad positiva en la época de Sergio Massa y había que apelar a la banquina de la subdeclaración, ahora es el golpe final para el filet de merluza sin piel ni espinas, embolsado en bolsas de 1 kilo. Ni hablar para la cola de langostino pelada y desvenada, en envases de distinto peso.
Un DEX plano del 15% para todos los productos implica menos empleo y caída en las exportaciones porque fomentará la elaboración de productos con menos grado de elaboración. Es una apuesta plena a la desindustrialización de un sector que ya exporta más del 60% del total de sus exportaciones como productos enteros, principalmente calamar y langostino.
Una desindustrialización que sufrirá Mar del Plata en particular, principal puerto en descargas de merluza hubbsi fresca que se exporta en filet hacia Brasil, España y Estados Unidos, los tres principales mercados. Con libertad para decidir, quien pueda transferirá la cuota a sus barcos congeladores, unidades mucho más eficientes y que entregan un producto de mayor calidad, a un costo mucho menor que mantener 100 fileteros en tierra. Bueno, Moscuzza parece haberla visto venir.
Con la promoción del langostino en bloque se debilitaría toda la cadena laboral que ya cuesta sostener en frigoríficos de Chubut. Nadie hará un producto para perder plata aunque ahora el dólar tenga un valor de 730 pesos y sea un poco más competitivo.
Urge sacar al elefante del bazar para que la industria pueda mantener su oferta diversificada y los puestos de empleo directos e indirectos que hoy genera y están en riesgo. Pero para tomar estas decisiones se necesita conocer a cada sector, a cada industria y eso no lo puede saber un Ministro de Economía macroeconomista o especialista en finanzas o un docente universitario especialista en agronegocios al frente de Bioeconomía.
Debería hacerlo la autoridad de aplicación, el Subsecretario de Pesca, pero a casi dos semanas de haber asumido Milei, el cargo todavía sigue vacante. Vilella y equipo lograron descomprimir tensiones con el sector a partir del compromiso de Julián Suárez de quedarse más allá de la renovación de 180 días.
Los que les dijeron a dirigentes de Intercámara esta semana que se comprometerían a revisar el 15% unificado, hasta el cierre de esta columna no habían participado ni consultado al Director Nacional de Coordinación y Fiscalización Pesquera por sugerencias y recomendaciones para mutar de la motosierra al bisturí.
Buen domingo. Felicidades