Por: Roberto Garrone

La novela de la Aduana y su decisión de pasar a canal rojo todas las cargas de productos de la pesca con destino a exportación sin distinguir regiones o puertos, con la amenaza adicional de riesgo por narcotráfico, fue claramente un mensaje para una industria siempre acostumbrada a circular por el borde de la evasión impositiva y que en estos tiempos de erosión de rentabilidad, atraso y brecha cambiaria, ya camina por la banquina.

Un llamado de atención, un tirón de orejas. Así debería codificarse el hecho de que con el rojo latente, todas las cargas deben ser fiscalizadas en persona, el inspector puede pedir el descongelamiento de algunas partidas para analizarlas en profundidad y hasta llamar a alguno de los dos perros con los que cuentan en la delegación Mar del Plata.

Luego, con el correr de las horas y los primeros daños ya tangibles en la línea de flotación –algunos no pudieron cargar y el barco que subiría el contenedor se fue- llegó el pedido, no por escrito, obvio, de flexibilización y la potestad para que Adrián Scaglioni, el administrador en Mar del Plata, determine dónde aplicar el rojo en función del análisis de riesgo previo.

El mensaje ya había sido enviado. Y la pesca actuó en consecuencia. Primero se sorprendieron por la dureza de la medida. Luego miraron para otro lado, como “Pototo” cuando pasa frente al “Stella Maris” ahí en el muelle 2. Para el desprevenido…, dijo que la reparación duraría 6 meses y ya va para año y medio.

El otro día fue víctima de su propia desconsideración cuando el “Graciela I” debió esperar casi 48 horas para descargar langostino por falta de espacio en el muelle.

Volvamos… En esas primeras horas del canal rojo nadie de los gerentes empresariales, en Mar del Plata y la patagonia dieron señales de haber decodificado el mensaje. Por eso el rosario de lamentos corrió por cuenta de los propios damnificados.

Un poco se entiende… salir a cuestionar la decisión arbitraria y los perjuicios que generaba a la logística de una industria netamente exportadora era quedar de pecho para recibir el sogazo de Aduana.
Sin nadie haciéndose cargo, en la Dirección Nacional no tuvieron más remedio que convocarlos. Guillermo Mitchell y Hugo Pave, director de Interior, a algunos referentes de las cámaras se vieron el jueves.

Desde Aduana desplegaron un rosario de quejas: Subfacturaciones, triangulaciones, demoras en ingresar las divisas e ingreso de divisas por canales informales.

Claro que hay otras maniobras de evasión, como crear empresas ficticias y transformarlas en usinas de facturas truchas para inventar gastos. Así pueden maquillar la parte negra que cobran del langostino fresco. La maniobra esta super aceitada en Rawson, pero esa es otra historia y ahí no es Aduana sino AFIP la que está mirando de reojo.

Todas esas maniobras, por separado y/o en simultaneo, tienen probado los inspectores de Aduana que llevan adelante frigoríficos exportadores. De las maniobras ilícitas también tendrían probado la participación de empresas integradas, las que se venden a sí mismo y declaran valores muy por debajo del precio de mercado.

Como dijimos al principio, algo lógico e histórico en el negocio, declarar valores inferiores de la mercadería de los efectivamente cobrados, o triangular en terceros países para tributar menos, ingresar el negro a valor blue, etc.

En ámbitos pesqueros no hay nadie que por lo bajo no reconozca estas maniobras. “Es la manera de sobrevivir estos tiempos”, se justifican. Pero creen que también puede haber un error en la apreciación del problema a partir de la abrupta caída del precio del langostino, entero y cola. Para esta especie la Aduana ya tenía canal rojo para la fiscalización de los valores declarados.

El precio del marisco entero se redujo más de 2 dólares por kilo en el primer semestre del año en la comparación con el mismo periodo del año pasado. No en el mismo nivel pero la cola de marisco también sufrió una merma en su valor.

“Si en Aduana no actualizaron los valores de referencia, para ellos seremos evasores cuando en realidad cobramos mucho menos porque se cayeron todos los precios”, remarcan en los frigoríficos, donde marcan una fecha límite para las maniobras. “Esto se termina el 10 de diciembre y unifiquen los tipos de cambio”, aseguraron.

En Aduana no pudieron decirme cuál es el valor de referencia que tienen para el langostino. Pero les preocupa no que la metodología de evasión pueda extenderse, sino que cobre musculatura en la estructura del negocio.

“Ya se abusan”, me había reconocido hace tres semanas un inspector en la sede local que lleva adelante varias investigaciones. Mitchell les adelantó algo el jueves: avanzan pericias y rastreo de datos para develar una maniobra que descubren de manera cada vez más frecuente: ventas de langostino entero a Rusia a través de Bolivia.

Las quejas de Aduana ya llegaron a las cámaras. Desde ahí algunos intentan esquivar la estocada y aseguran que “los más tramposos no están en ninguna cámara”. Esa sentencia no es del todo cierta…

Una de las últimas denunciadas de Aduana por subfacturar exportaciones fue Fishing Ground MdQ SRL. La maniobra implicó evadir 628 mil dólares en operaciones por 700 toneladas vendidas a Brasil entre 2021 y 2022. La empresa es de Leandro Cicollela, quien supo ser presidente de la Cámara de Armadores de Buques Fresqueros de Altura.

Buen domingo


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