El sobrepeso, la obesidad y el COVID-19 son pandemias que afectan negativamente la salud integral de la población, especialmente de los niños y adolescentes. La obesidad infantil ha aumentado a niveles pandémicos en América Latina y otros continentes del mundo.

España es uno de los países europeos con mayor porcentaje de sobrepeso infantil, con un 40,6 %. La obesidad abdominal (OA), caracterizado por el exceso de grasa en el vientre, incluso en personas que no tienen sobrepeso, afecta ya al 20 % de la población entre 12 a 17 años. En Argentina, más del 41 % de niñas, niños y adolescentes padecen obesidad y sobrepeso.

Ante ello, recientemente, la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) aprobó el uso de liraglutida, un medicamento inyectable orientado para el descenso de peso en personas con obesidad. El fármaco ya estaba disponible desde 2018 en Argentina, exclusivamente para adultos, pero ahora recibió una nueva autorización para adolescentes a partir de los 12 años con problemas de sobrepeso y obesidad.

La liraglutida inyectable se usa con un programa integral y personalizado de dieta para perder peso y mayor actividad física. Las dietas para adelgazar buscan un balance energético negativo, lo que significa que las calorías ingeridas con los alimentos tienen que ser menores que las calorías gastadas para mantener las funciones vitales y realizar las actividades diarias.

Aplicación de la liraglutida

“En personas con sobrepeso y obesidad, la administración de este análogo del GLP-1 que se administra en forma inyectable mediante una lapicera prellenada mimetiza el mecanismo natural que se produce en el cuerpo humano, promoviendo más saciedad y control del apetito, lo que resulta en una menor ingesta de alimentos y la consecuente pérdida de peso”, detalló Miriam Tonietti, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.

La indicación de este medicamento está respaldada por el estudio de Fase III en The New England Journal of Medicine, y busca disminuir la prevalencia global de obesidad en niños y adolescentes.

Y es que, las investigaciones han demostrado que estas condiciones son perjudiciales para el organismo, ya que incrementan los riesgos de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, colesterol alto y presión arterial alta, dolor en las articulaciones, problemas respiratorios y otras 60 condiciones de salud potencialmente severas.

Además de los problemas de estilo de vida, como el sedentarismo y los malos hábitos alimenticios, como el consumo excesivo de calorías, otros factores relacionados con la genética influyen directamente sobre la obesidad infantil.

Hay evidencia de que cuando los padres presentan exceso de peso, alrededor del 80 % de los hijos desarrollan obesidad porque, generalmente, se encuentran en un entorno donde los alimentos y bebidas ricas en calorías están siempre disponibles.

Parámetros psicológicos, como el estrés personal y familiar, también incrementa el riesgo de obesidad. Algunos menores comen en exceso para lidiar con problemas o emociones, e incluso para combatir el aburrimiento, y sus padres pueden tener hábitos similares. 


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