(Por Walter Vargas). Notable per se por integrar el selecto lote de futbolistas campeones del mundo con la Selección Nacional, el pampeano Alexis Mac Allister es destacado asimismo por hacerse notar de forma positiva, por sobresalir y por haber alcanzado un nivel superlativo en los partidos más importantes de su corta carrera: un nivel de crack.

Corta, o relativamente corta, con seis años en el fútbol profesional y menos de 200 partidos en Primera, que le bastaron para consolidarse con la camiseta del Brighton inglés en la liga más prestigiosa del mundo.

De hecho, de sus diez presentaciones internacionales, la mitad fueron partidos del Mundial mismo, es decir, la elite de la elite.

Un mérito mayúsculo de Lionel Scaloni, desde luego. Digámoslo de una vez: ¿hasta el comienzo de la competencia en Qatar no era Mac Allister una apuesta más, valiosa, interesante, pero en alguna medida de segundo orden?

¿Quién o quiénes podían imaginar que el muchacho de Santa Rosa encajaría de manera plena en ese complejo rompecabezas que es un equipo de fútbol?

¿Quién o quiénes podían imaginar que una especie de novato en las grandes lides y con módico rodaje con la Albiceleste se despacharía con semejante abracadabra?

Hagamos las cuentas, pero hagámoslas por el camino contante y sonante del gol a Polonia y la asistencia a Angelito Di María en la final versus Francia, pero yendo mucho, muchísimo más allá.

Mac Allistar honró lo más virtuoso del olimpo del célebre «cuarto volante» que entre varios, como mínimo, incluye a Jorge Burruchaga y Juan Sebastián Verón.

Salvadas las debidas distancias, claro: sin las frecuentes llegadas al área de allá y sin gol de Burruchaga y sin la pegada teledirigida de Verón.

Cada quien es cada quien y Mac Allister ejerció la soberanía de su singularidad: el amigo de todos, el marinero que no sabe nadar -y de ahí que sea el más sensato-, una usina de auxilios, de coberturas, de pausas oportunas, de pases direccionados y de destino plausible.

En definitiva: una aceitada máquina de tomar decisiones acertadas en pos de la causa común y al máximo de la responsabilidad: en la Selección Argentina y en pleno Mundial.

Mac Allister despuntó como la luminosa promesa de Argentinos Juniors, dejó una muy buena imagen en Boca y fue de menor a mayor en el Brighton, que lo recibió con un héroe tras la gesta en Qatar.

Con la camiseta de «Las Gaviotas», con la que el sábado marcó un doblete por la FA Cup, el entrenador italiano Roberto De Zerbi supo dispensar la confianza que le mezquinó su antecesor, el galés Andrew Crofts y el todocampista pampeano, ya un verdadero tesoro del linaje de los Mac Allister, dio, paso por paso, un descomunal salto de calidad.

¡Ah, pero el Mac Alister del Mundial de Qatar…!

El Mac Allister que brilló en el Mundial es el Mac Alister que ya consta en el bronce: gigantesco, supremo, imperial. (Telam)


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