Por: Roberto Garrone

El compromiso asumido por las cámaras patronales pesqueras a principios de semana cuando conocieron a los nuevos funcionarios que desembarcaron en Agricultura y Aduana de la mano del super ministro Sergio Massa pareció, será cumplido sin dificultades por la industria pesquera más allá que el contexto es cuesta arriba para el negocio.

Los 310 millones de dólares que el sector se comprometió a liquidar como anticipo de exportaciones para los próximos 45 días parecen tener poco sustento en los números reales que atraviesa el 2022 y que se reflejan en las cifras estadísticas que aportó la propia CAPECA con el comportamiento de las exportaciones pesqueras del primer semestre del año.

Los números generales no son tan malos. Hubo una reducción del 3,9% en el ingreso de divisas, fruto de las ventas al exterior, que alcanzaron los 821 millones de dólares. Sustentado por el aumento de precios de la merluza hubbsi y la abundante zafra de calamar.

Pero si nos enfocamos en el langostino, el principal producto exportable de la pesca nacional, el panorama es de un tono gris oscuro. El año arrastra una merma del 12% en las descargas totales hasta el 3 de agosto y el marisco conserva su abundancia pero parece transitar con mayor velocidad su ruta migratoria de sur a norte y de oeste a este en el área donde se producen las principales capturas.

Era normal hasta hace unos años estar pescando al norte de la veda de merluza, sobre el 42ºS , en octubre, no a fines de julio como ahora se apiña la flota. Como contrapartida, al oeste, cerca de la costa las subáreas que se cerraron fue por langostino de escasa talla comercial, no por la ausencia del recurso. Ahí una esperanza de extender la temporada.

Hago foco en el langostino porque por lo que trascendió luego de la reunión con el Secretario Juan Josè Bahillo y Guillermo Michel, el flamante titula de Aduana, el aporte pesquero a la bolsa de dólares que colecta Massa brotarían del marisco.

Entre enero y junio las exportaciones de langostino entero registraron 18.844 toneladas exportadas por 125 millones de dólares. Las cifras marcan un retroceso del 35% en volumen y valor en el comparativo con el primer semestre del año pasado.

Con respecto a la cola de langostino los números que surgen también, aunque en menor medida, están en rojo. Durante el primer semestre se vendieron 21.766 toneladas que generaron 172,6 millones de dólares. Los datos reflejan una caída del 28,4% en volumen y un 20% en divisas.

Haciendo una simple cuenta vemos que sumando todas las exportaciones de langostino del primer semestre apenas alcanzan la cifra que las cámaras se comprometieron a liquidar en los próximos 45 días. Pero tranquilos, no habrá problemas en cumplir con Massa.

Hay elementos en defensa del optimismo empresario: la estadística incluye el primer mes de zafra de langostino en aguas nacionales. Es decir, lo mejor se comenzará a ver a partir del siguiente informe de CA^PECA e irá creciendo en los meses sucesivos.

Los industriales explicaron en la reunión que el promedio de divisas generadas por las exportaciones en el bimestre agosto/septiembre, rondó los 500 millones de dólares. A partir del contexto adverso es que prometieron liquidar menos. De ahí surgen los 310 millones.

El compromiso fue un simple gesto de empatía con Massa, la bala de plata que le queda al Frente de Todos. Porque de por sí la pesca, a diferencia del campo, no especula. No son volúmenes tan grandes y salvo algunos jugadores con espalda muy ancha, las pymes necesitan cobrar para mantener en circuito la rueda.

Pero algunos dudan hasta de esa apuesta mínima. Porque todas las variables que llevaron a este derrumbe en los números se mantienen inalterables: en los mercados internacionales, clientes sin demanda por caída de ventas, depreciación del euro, inflación por los efectos del aumento de los costos de energía tras la invasión de Rusia a Ucrania, ambos mercados paralizados y ante la falta de demanda, precios que bajan casi a la misma velocidad con que de este lado crece la inflación en dólares, se profundiza el atraso cambiario, y se llenan las cámaras frigoríficas con producto terminado.

Las cámaras empresarias esperan que como respuesta al gesto, el gobierno active reflejos que la industria requiere con urgencia. Fundamentalmente la devolución del IVA. La pesca no exporta impuestos por lo que el gobierno devuelve los que paga para producir. La ley dice que debe hacerlo en 60 días pero hay casos donde la demora llega a 14 meses.

Y si la situación se torna aún más compleja en el negocio exportador del langostino, la ventaja que tiene el gobierno es que como la pesca nacional va quedando en pocas manos, y extranjeras, en muchas empresas no hará falta pedirles a los clientes que adelanten exportaciones futuras porque no hay clientes ni ventas. Es un pase de la mercadería de las filiales a las casas matrices.

Iberconsa, Conarpesa, Estrella Patagónica, Arbumasa, Pereyra, Nueva Pescanova, Cabo Vírgenes… y siguen las firmas, no tendrán ningún problema en entregar los anticipos para respaldar al gobierno. Ojalá algún día el gobierno cambie la matriz del modelo pesquero reinante y genere las condiciones para que el trabajo y el valor lo aporten obreros argentinos, no extranjeros como pasa ahora.


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