Por: Roberto Garrone

“El puerto se deberá transformar para recibir a toda esta nueva industria”, me dijo Pablo Trueba esta semana en una charla que se publicó en Revista Puerto. Si no fue la primera voz, la del Secretario General del SIMAPE sí fue la que llegó más lejos en apoyo a la exploración/explotación off shore.

Más allá que los medios se regodean con esa comparación entre Mar del Plata y Dubai que dibujó el dirigente de los pescadores, prefiero quedarme con esas palabras que le dan apertura a la columna. Porque además de todo, Trueba forma parte del Directorio del Consorcio Portuario, cuyo presidente, Gabriel Felizia, comparte de punta a punta el discurso que enhebró el dirigente sindical.

Que no lo pueda hacer público es otro tema u otra estrategia. Como miembro de la estructura política de la Cámpora y donde su líder, Fernanda Raverta, eligió caminar en el cable de los equilibristas para no caer en la grieta y ser devorada por las petroleras y los ambientalistas, Felizia guarda un prudente silencio.

Ojo, del otro lado también hay figuras que lo emulan con idéntica eficacia. Fernando Muro, el ex secretario Productivo y primer candidato a concejal en la victoria holgada de Juntos por el Cambio en Mar del Plata, siempre se mostró a favor del desarrollo que la actividad petrolera podría generar en la ciudad. Hoy Muro tiene cocida la boca por orden de un Intendente que desde el primer momento se paró del otro lado de la vereda.

Pero volvamos a la necesidad de transformar el puerto si la exploración petrolera le da paso a la explotación y la necesidad de espacios operativos para la actividad sea torna indispensable.

El puerto de Mar del Plata sufre de falta de espacio de manera frecuente. En la primera década del nuevo siglo se removieron casi 30 embarcaciones pesqueras hundidas en el espejo interior y muelles internos con una inversión estatal millonaria y una activa grúa de la Prefectura para retirar la chatarra.

Hoy el espejo interior ya no tiene restos náuticos hundidos que compliquen la operatoria pero la desidia de los armadores no ha cesado. Hay más de una docena de barcos abandonados solo en las secciones cuarta y quinta del muelle dos. Y muchos más diseminados en distintos sectores del puerto, incluso dentro de la Base de Submarinos y la Escollera Norte.

Es claro que las necesidades de espacio portuario que demanden las petroleras irán creciendo en la medida que se desarrolle y crezca la actividad en alta mar. Pero la realidad no invita al optimismo. Alcanza con recordar el acuerdo que firmaron la Provincia y el Ministerio del Interior para desguazar muchos de esos barcos abandonados en el varadero de la Base Naval.

El mes que viene se cumplen 3 años de esa rúbrica que establecía que el Consorcio Portuario pondría en valor ese espacio para iniciar los trabajos para liberar más de 100 metros lineales de muelle para la flota operativa.

El acuerdo tenía una vigencia de 40 meses. Pasaron 35 y todavía no se subió ningún barco para desguazar. Esta semana en el Consorcio rubricaron un acta junto con la Armada que certifica que efectivamente se realizaron los últimos trabajos que habían pedido en la Fuerza.

Como cambian las cosas con los años. Hasta que pasó lo que pasó con el ARA San Juan el varadero era alquilado para el desguace de barcos y la Base cobraba en pintura por una tarea que se realizaba de manera muy rudimentaria. Ahora hasta pidieron que se cambien los varales destruidos luego de poner en seco al Yerba I. Merlini les firmó todo lo que pidieron y el Directorio que ya integraba Trueba no puso reparo alguno.

Como la novela del varadero seguía regalando capítulos y obstáculos muchos armadores, presionados por las autoridades de Pesca y el propio Consorcio para remover los barcos inactivos o que habían cedidos sus permisos de pesca de manera reciente, pensaron en hundirlos en el parque submarino Cristo Rey.

El primero fue el Don Romeo Ersini, allá por octubre del 2020, presentaron el plan de hundimiento en Prefectura. Más tarde se sumó al “Sirius” y el año pasado comenzó a prepararse el “Simbad” para el mismo destino.

A fines del año pasado la empresa de buceo Canal & Canal comenzó a trabajar para reflotar al Ribazon Dorine, un barco de Moscuzza hundido sobre el muelle 2 hace más de 5 años. Dijeron que lo reflotaban en enero y lo hundían en febrero.

Como el uso del varadero de la Base, todo es un abanico de buenas intenciones pero nada de todo esto todavía ocurrió. Ningún muelle se liberó ni se ganaron áreas operativas. Es posible que el primero que se hunda sea el “Simbad” donde había operarios de un astillero acondicionándolo para el traslado. Pero siempre faltan pendientes y papeles que aportar a Prefectura para que esta termine dando luz verde. Por ahora todo sigue en rojo.

Cómo hace el puerto para transformarse si lo que brilla por su ausencia es el espacio y se da el lujo de tener hace como 5 años un tercio de sus muelles operativos inactivos por chatarra flotante. Si donde no hay buques inactivos hay otros en reparaciones o a la espera de salir a pescar langostino, cuando no son poteros que de agosto a diciembre ocupan espacio como una playa de estacionamiento.

Cómo se transforma un puerto que demora 3 años en poner operativo un varadero que le permitiría recuperar ese espacio vital que hoy no tiene. Que tiene a una draga abandonada hace 6 años con miles miles de litros de combustible en sus tanques. Amarrada en la misma Base que exige varales y cabrestante nuevo en el varadero.

Cómo hacemos si celebramos lo mínimo e indispensable: que las vías de acceso al puerto se mantengan habilitadas y con las profundidades indispensables para mantenerlo en funcionamiento.

Porque hasta no hace mucho vivimos de emergencia en emergencia y con esa draga Mendoza que hacía que dragaba quedamos tapados de arena y el servicio de portacontenedores quedó interrumpido 33 meses.
Si en octubre del 2018 al puerto se le cayó el código PBIP, una certificación que marca la seguridad de las instalaciones portuarias. La recuperó a las semanas luego que la Provincia aporte un millón de pesos para poner unas luces, sensores de movimiento en la extensión de una alarma y un alambre perimetral.

¿Todo se resuelve con el muelle 9?, el viejo anhelo de casi todas las autoridades portuarias del dos mil a esta parte pero que ninguno pasó la fase del dibujo en una hoja; planificado perpendicular a la Escollera Sur, entre el muelle 10 y el 7, su construcción también fue un anunció de la actual gestión.

Tal vez los 17 millones de dólares que requiere la inversión los pueda pagar Equinor y no el fondo de garantía de los jubilados de ANSES. Igual por ahora la iniciativa anunciada el verano pasado fue tratada en el Congreso.

Ahora que el juez López hizo lugar a la apelación del Gobierno la exploración off shore no tiene obstáculos judiciales. Y según los que manejan información confidencial, la posibilidad que haya petróleo en la Cuenca Argentina Norte es casi una certeza. Y acá estamos nosotros y estos extraordinarios antecedentes.

Por eso permítanme dudar que Mar del Plata pueda ser el puerto base de operaciones de semejante proyecto.


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