Por: Roberto Garrone
Mientras los abogados de las empresas y cámaras pesqueras estudian con minuciosidad el expediente que se llevaron del Ministerio de Medio Ambiente y que contiene la información adicional que presentó Equinor para la exploración sísmica off shore, los primeros días del año para la industria pesquera comenzaron con algunas incógnitas que preocupan.
Y esas luces de alarma que se han encendido en estas semanas no tienen nada que ver con el aval del gobierno al desarrollo de hidrocarburos fósiles; iniciativa que en las últimas horas y desde Honduras tuvo la defensa de la vicepresidente, Cristina Kirchner.
“Se puede hacer minería y petróleo off shore con fuertes controles estatales”, dijo la ex mandataria. Ese justamente es el talón de Aquiles de la iniciativa. El estado no puede controlar ni siquiera que los cajones de pescado que descarga la flota contengan la especie que declara el armador o tengan el kilaje máximo permitido. Ni hablemos de los millones de kilos de merluza y langostino que se descarta, que se tira al agua todos los años y por distintos motivos.
Ahora avanza la iniciativa para colocar cámaras de video en la cubierta de los barcos en un proyecto del que INVAP, a fin de mejorar la fiscalización del trabajo a bordo. Ya hubo un intento de hacer algo parecido hace una década y el resultado fue un extraordinario fracaso. Ni siquiera se llegó a observar el registro de una marea. Los equipos repentinamente se rompieron antes de arrancar.
Ojalá que funcione y haya sanciones para quienes tiran al agua recursos pesqueros, materia prima de alto valor nutricional. Pero después de tantos años y sin ninguna política pública que haya tendido a modificar estas conductas desaprensivas, costará mucho revertirlas. El descarte es una práctica naturalizada como el uso del “calcetín”, para optimizar la captura y el no uso de artes de pesca selectivas. Justamente porque “los fuertes controles estatales” dejan mucho que desear en la pesca.
Queda claro que la pesca no será un obstáculo para el desarrollo de la industria petrolera en alta mar. Cabandie y los funcionarios de Energía se comprometieron a mantener a la pesca al tanto de las tomas de decisiones y formar parte de los estudios científicos que se encaren durante el relevamiento sísmico. Justo lo que no hicieron cuando publicaron la Resolución 436 un 30 de diciembre en el Boletín Oficial.
En los 26 primeros días del año las descargas pesqueras se redujeron un 15%. Fueron 25758 toneladas contra 30475 toneladas del año pasado. Lo único positivo fue el crecimiento de la merluza de cola, que subió un 132% y alcanzó las 4 mil toneladas. En todo el 2021 de esta especie se declararon capturas por 26494 toneladas.
En esta época del año son el calamar y el langostino las principales especies que aportan a los desembarques. Luego de un comienzo errático (fueron a pescar a un área donde no había calamar), la flota fue a lo seguro: el stock desovante de verano. Pero el promedio de capturas por noche baja a medida que pasan los días. De 35 toneladas bajaron a menos de 25, y con un 70% de la flota habilitada para pescarlo.
La otra luz de alarma titila en Rawson. La flota costera vive una temporada de langostino en aguas provinciales bastante amarga. La abundancia que solía regalar el marisco en estos últimos años brilla por su ausencia.
Las descargas en ese puerto se redujeron un 32% en los 26 días de enero y muchos imaginan una temporada mucho más corta. Ahora van a prospectar un área al sur del 45°S para ver si encuentran recuperar la marca.
En Mar del Plata los únicos movimientos que regala el puerto hay que buscarlos en la zona donde montaron el escenario para recitales, a unos metros de los silos, en el Centro Comercial del Puerto, que vive una temporada como para olvidar la pandemia y la draga danesa que no descansa ni los domingos. Ni siquiera habrá dos escalas del portacontenedores porque no hubo carga que levantar.
Carga pesquera, porque toda la otra que genera la ciudad y la región sigue saliendo en camión por la Autovía para exportarse por las terminales porteñas o directamente cruza la frontera hacia Brasil como las papas de Mc Cain.
La flota pesquera se va reincorporando a la operatoria con mucha calma, entre barcos parados por reparaciones y otros aislados por casos de covid. Hasta el 26 de enero aportaron 5600 toneladas a los desembarques generales, una cifra parecida a la del año pasado, pero un 30% menos que en el 2020. Lo que se dice, un año prometedor para seguir sumergidos en la intrascendencia.