Por Mariano Busilachi – Licenciado en Comunicación Social. Consultor de comunicación política e institucional.
Como si no alcanzara con casi con una pobreza vergonzante, un desempleo inaudito y una estrategia de pandemia agotada que ha llegado a superar los 30 mil muertos (una cifra muy simbólica en Argentina), los dirigentes de la coalición oficialista y la opositora han decidido que lo más importante sea empezar a jugar fuerte el juego electoral.
En un país golpeado por la pandemia y por sus propias deficiencias estructurales (dramáticamente estructurales), pareciera ser que la cuestión electoral no ha perdido su permanente centralidad.
Ciertos temas de la realidad han dejado explícitas las diferencias internas que existen en el Frente de Todos y en Juntos por el Cambio. Las tomas de Guernica y el campo de los Etchevehere desencadenaron un nuevo debate de esas tensiones internas, las cuales ya se venían arrastrando desde la carta abierta de Cristina Fernández de Kirchner, en el marco del décimo aniversario del fallecimiento de su marido, el ex presidente Néstor Kirchner.
Es muy notorio como Cristina Fernández maneja su centralismo en la política argentina. Ella sabe, por rasgos propios y por admiraciones ajenas, que es la dirigente política actual más importante del país. Todo lo que ocurre en el debate público de la política argentina, de alguna u otra manera, tiene que ver con la Vicepresidenta. Absolutamente todo.
¿Argentina podrá superar “la grieta” con Cristina Fernández como protagonista? ¿Es posible terminar con algo si la persona que convoca a hacerlo es la que lo fomentó? Suena un tanto naif creer el gran acuerdo político que planteó Cristina Fernández en su carta sea posible, siempre y cuando, no cambie esa forma que tiene la vicepresidenta de jugar entre un silencio abrumador y certezas ambiguas. Asimismo, es muy difícil encara run gran acuerdo si su contraparte, Mauricio Macri, rechaza abiertamente sentarse a conversar con ella.
Juan Manuel Urtubey, dirigente importante del espacio Compromiso Federal (Roberto Lavagna), afirmó en las últimas horas que “el Frente de Todos y Juntos por el Cambio son parte del problema, no de la solución. En parte, Urtubey tiene razón. Ambas coaliciones, han sido responsables de la situación de crisis económica y social en la que hoy estamos inmersos. Sin embargo, el ex gobernador salteño tampoco debe excluirse de la responsabilidad. Las generalidades tampoco son buenas, ya que hay dirigentes políticos muy valiosos para nuestra política. La pregunta, en todo caso, es: ¿es posible acordar un país con figuras tan intransigentes como Cristina Fernández y Mauricio Macri?
Decía que las tomas de Guernica y del campo de los Etchevehere mostraron las fisuras en la colación del Frente de Todos, teniendo como eje de discusión la actuación de Juan Grabois. Como siempre, el presidente Alberto Fernández intentó quedar bien con Dios y con el Diablo, sin dar ninguna definición certera. Criticó las tomas, pero valoró el proyecto de Grabois de la reforma agraria que, por lo que se vio en Casa Nueva, fue un gran circo. Plantar plantines de perejiles y llamarlo labrar la tierra es insultante. Tan ridículo como hacerlo bajo una línea de árboles de eucaliptos en donde, se sabe, su inmensa absorción de agua no permite que nada crezca alrededor.
Con Guernica ocurrió algo similar. Se escucharon voces muy críticas del desalojo y otros en iguales términos de la toma. En definitiva, como todo en Argentina, se hizo de manera traumática. Berni llevó adelante el operativo y todo el “trabajo” de Andrés Larroque no terminó de arribar a lo prometido. La solución pacifica fue una quimera. Desde el primer momento, se sabía que el desenlace sería ese. ¿Por qué tantas semanas de angustiosa espera?
Está claro que, a Sergio Berni, un operativo que no tuvo consecuencias graves para la salud de las personas, le vino como anillo al dedo para su permanente campaña electoral. Para el secretario de seguridad provincial fue un triunfo de gestión. El costo que asumió no dejó muertes en el camino y Kicillof respiró aliviado. Pero, la cuestión cruda habitacional sigue latente en toda su dimensión. Guernica se seguirá repitiendo en la medida que el gobierno provincial no fije un rumbo claro de trabajo, que no apañe esta modalidad y que, asimismo, entienda que la solución no es dar subsidios. Este fue otro tema que dividió las aguas en el oficialismo.
Grabois es muy cercano a Cristina Fernández. Estuvo en el ojo de la tormenta toda esta semana y Alberto Fernández sabe que puede ser un problema. Sin embargo, volvemos a lo mismo de siempre. Estando ahí la vicepresidenta en el radar, con todo lo que implica, ¿qué margen de maniobra le deja al Presidente elegido por ella misma?
La baja de $26 en el dólar “blue” no solo hizo respirar a Martín Guzmán, el Ministro de Economía, sino también al propio Presidente, que tuvo que salir a responder con elegantes palabras a una crítica implícita pero contundente de Cristina Fernández sobre los “funcionarios que no funcionan”. El Presidente sabe que el 2021 está cerca y ya perdió mucho con la gestión de la pandemia y la economía, como para seguir perdiendo con la interna latente que le propone su compañera de fórmula.
Dentro del oficialismo, aunque suene increíble, la campaña ya arrancó. Los ejes serán la unidad y el repunte económico. Por la pandemia, poco hay para mostrar. Pero tanto la unidad como la recuperación económica, aun hoy, son lejanos. Tan lejano que podría no haber Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Se esgrime una justificación económica y sanitaria. Por lo bajo, se comenta que también juega la percepción de la opinión pública y un resultado adverso previsible.
Pero, ¿la oposición? ¿Está a la altura de este contexto o también está jugando el juego de “la grieta”? Increíblemente, aunque tuvo el reparo de darle Presupuesto al gobierno nacional par ano echar más leña al fuego al contexto, las discusiones son más propias a lo electoral que a la realidad.
No se la ha dado la trascendencia que requiere a una frase durísima de Elisa Carrió: “Macri ya fue”. Estamos hablando de la persona que gobernó los últimos cuatro años y terminó, aún con su pésima gestión económica, con el casi 42% de los votos. Una frase así es sinónimo de ruptura de coalición, con la salvedad de Carrió está pensando una Coalición Cívica que trabaje con la postulación de Horacio Rodríguez Larreta para 2023 y con maría Eugenia Vidal para la diputaicón nacional en los comicios del año próximo.
La interna opositora puso, otra vez, a Mauricio Macri en el lugar del cuestionado, aunque juntó adhesiones de Miguel Ángel Pichetto y de Alfredo Cornejo. Son menores estos apoyos, ya que se trata de una parte del peronismo y de la Unión Cívica Radical. La oposición no puede jugar en la línea fina de un quiebre de coalición porque perdería todas sus chances electorales. Lo que sí deberá definir, con la semejante reflexión intelectual que amerita, es qué rol juega Mauricio Macri en la coalición. No solo él, sino también Elisa Carrió que se va, pero nunca se va del todo, cayendo en los mismos vicios de los políticos argentinos.
De cualquiera manera, Junto pro el Cambio está ocupando más sus horas en la puja electoral del 2021 que en una realidad que agobia y que necesita de acuerdos entre oficialismo y oposición.
No se puede seguir pensando a la Argentina en términos electoralistas. Los grandes acuerdos surgen de consensos básicos sobre principios transversales. Hace un largo rato, Argentina ya no discute educación, ni salud ni vivienda. Hace largos años, Argentina ya no discute un país posible sino diferentes modelos imposibles y separatistas.
Todo pareciera ser un juego de ajedrez en donde cada movimiento es pensado al detalle, no para ganar el juego, sino para quedar bien posicionado y seguir apareciendo en la escena pública. La carta de Cristina Fernández propone un gran acuerdo que, a esta altura, ni siquiera podemos asegurar que ella esté de acuerdo y lo pueda realizar. ¿Estamos hablando de la misma persona que tuvo una política orientada a exponer a quien no estuviera de acuerdo con ella? ¿Es la misma persona que tomo como enemigo al campo, a la Iglesia, a los ahorristas en dólares, a los medios, a los empresarios, a la oposición y tantos otros actores sociales? Quizás, lo propuso sin ella. Pero, si estamos en un país normal, es la Vicepresidenta y es parte del acuerdo.
Por su parte, la oposición pide acuerdo e intenta ser dialoguista. Pero tiene una espina que se llama Mauricio Macri, tan intransigente como su predecesora, que limita cualquier avance concreto hacia una concordancia. Se odian y se sabe. O cómo es posible una concordancia si Elisa Carrió le tiene “lástima” a la ex presidenta, como ella mismo dijo en una entrevista reciente. ¿Es plausible un acuerdo en estos términos? Las preguntas serían, a mi entender, ¿es con Cristina o sin Cristina? ¿Es con Macri o sin Macri? Carrió, Duhalde, son apellidos que me permito preguntarme si no es hora de que vayan dejando sus espacios de poder. La renovación se hace urgente.
Mientras el país atraviesa una de sus peores crisis históricas, las elecciones parecen ser el único tema importante. La dirigencia política tiene un discurso idealista de acordar para un país mejor. Pero no realiza ningún esfuerzo en llevarlo a cabo. ¿Qué nos queda en el medio? Casi un 60% de chicos menores de 14 años que son pobres. SI ni siquiera eso los conmueve, tienen las puertas abiertas para retirarse de la función pública.