Bajo el lema “Madre, bajo tu mirada buscamos la unidad”, miles de fieles y devotos recorrieron las calles encabezados por la imagen de la Virgen de Luján. El punto de partida fue, como es tradición en esta marcha que lleva 51 ediciones, la Gruta de Lourdes en el Puerto, donde el administrador apostólico, monseñor Ernesto Giobando, saludó a los fieles y les impartió la bendición.

Entre cantos y reflexiones y ante la emoción de muchos vecinos que salían de sus casas para saludar el paso de la imagen de la Virgen, los peregrinos emprendieron el camino hacia la Iglesia Catedral, que incluyó paradas en las Parroquias San Antonio de Padua, Jesús Obrero, San José, y Asunción de la Virgen, donde se rezó especialmente por los niños internados en el Hospital Materno Infantil y sus familias. Cabe recordar que la Marcha de la Esperanza surgió en la diócesis de Mar del Plata mientras era su obispo el hoy Beato Eduardo Pironio, a cuya intercesión se encomendaron años atrás los papás de Juan Manuel Franco, quien estaba internado en ese nosocomio, logrando la curación milagrosa que llevó al cardenal Pironio a los altares.  

Al finalizar la marcha en la Iglesia Catedral, se celebró la Misa en la explanada, presidida por monseñor Giobando y concelebrada por decenas de sacerdotes. “Muchos de ustedes cuando caminábamos me preguntaban si ésta era mi primera marcha. Sí. Es mi primera Marcha de la Esperanza y la verdad que es un signo de Dios”, comenzó diciendo el Administrador Apostólico, y prosiguió “queremos poner en Dios ponemos nuestra esperanza, ya que Él es quien cumple nuestra esperanza y es quien cumple todas las promesas: enviando a su Hijo al mundo cumplió todas sus promesas y en la vida nos damos cuenta de que Dios es fiel.”

“También tenemos esperanza en los jóvenes”, destacó, y dirigiéndose a ellos les dijo “ustedes jóvenes cristianos han descubierto a Jesús, o mejor dicho Jesús se ha presentado en sus vidas y le han dicho que sí. Decirle sí a Dios es lo mejor que nos puede pasar en la vida. No tengan miedo de decir sí a la vida, sí al compromiso, sí a los pobres, sí al amor con mayúscula, como Jesús que es el sí de Dios Padre. Y si alguna vez dijo ‘no’ es a la violencia, al egoísmo, a la injusticia que deja a tantos afuera del camino, a los insultos, a las relaciones frívolas y vacías, a los vicios que te roban la libertad: esos ‘no’ nos ayudan a decir los sí verdaderos.”

Finalizando la Misa, agradeció “a todos los que hicieron posible la realización de la Marcha, en la persona del padre Silvano de Sarro, que coordinó a los tantos hermanos y hermanas que pusieron lo suyo para que hayamos podido vivir esta Marcha de la Esperanza”. También destacó a los integrantes de los Hogares de Cristo, que cuidaron la imagen en la Gruta y llevaron el cartel con el lema durante el recorrido. “¡Son los brazos de la Virgen!”, les dijo.


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