La noche del domingo 15 de diciembre de 2019 quedará marcada por el incendio que destruyó la distribuidora Torres y Liva y a 47 departamentos, dejando a decenas de familias con un dolor que difícilmente pueda desaparecer.
Al cumplirse un mes del siniestro, la zona se encuentra vallada y no se permite el tránsito vehicular ni peatonal por temor a derrumbes o desprendimientos de mampostería.
El municipio avanza con un proceso licitatorio para adjudicar a una empresa la demolición de la estructura que aún yace en pie. Esa instancia es millonaria en cuanto a inversión y no hay fecha estimada de cuándo se podrá llevar a cabo.
Por su parte, el fiscal Juan Pablo Lodola solicitará en las próximas horas que se dicte la prisión preventiva al único detenido que hay en la causa, Néstor Arrativel, de 46 años, que fuera detenido a las 48 horas del incendio.
Arrativel, un hombre que vive en la indigencia, tenía en su poder elementos que podrían causar un incendio y al momento de la detención se encontraba merodeando un medidor de luz en la zona céntrica.
Por su parte, las decenas de familias afectadas atraviesan, por un lado, el tremendo dolor de haber perdido todo, y por el otro, la necesidad de recomponer sus vidas y estar pendiente de quiénes se harán cargo de lo sucedido.
Desde la empresa se ha mantenido un hermetismo total y se evitó en todo momento hacer declaraciones públicas. Mientras que los trabajadores intentan determinar cuál será su futuro laboral.