Por: Roberto Garrone

Todos teñidos de verde, los números oficiales que exhibe la pesca en estos primeros meses del año, en desembarques y exportaciones, son un espejismo dentro de un polo industrial con índices mayoritariamente pintados de rojo.

De acuerdo al último informe de CAPECA, las ventas al exterior en el primer semestre del 2024 contabilizaron 269.812 toneladas que generaron ingresos por 957,3 millones de dólares. Muy por encima de lo hecho el año pasado cuando acumularon 200 mil toneladas y 824,3 millones de dólares.

Las descargas pesqueras contabilizan hasta la semana pasada, 30 de julio, fecha del último corte estadístico, 514 mil toneladas contra 467 mil toneladas del año pasado. Las descargas de las principales especies acompañan la tendencia. La merluza del efectivo sur crecen 30%, las de calamar 18% y hasta el langostino de nación logró maquillar la mala zafra provincial y crece 5%.

El crecimiento del 16,3% en la valoración de las exportaciones se sustenta en la abundante y anticipada zafra de calamar. El illex pasó de 75.358 toneladas vendidas por 163,6 millones el año pasado a 135 mil toneladas y 350 millones de dólares.

Casi que el aporte de calamar sustenta el aumento general. El problema es que la zafra de calamar terminó hace dos meses y hasta que arranque de nuevo habrá que esperar hasta los primeros días del 2025.

Cualquiera del gobierno que vea estos números corre el riesgo de encandilarse, creer que la industria goza de una prosperidad inmaculada y que cumple su rol como sector generador de divisas.

Nada más lejos de la realidad. La pesca sigue padeciendo el atraso cambiario, la inflación en dólares y el ahogo por los derechos de exportación que mutilan su rentabilidad y no permiten su pleno desarrollo en inversiones, generación de valor y fuentes de trabajo.

El objetivo gubernamental es recaudar más por los derechos únicos de extracción y el valor de la reasignación de las cuotas. Poco le preocupa estimular al crecimiento. Lejos de promover un círculo virtuoso donde el estado también se beneficia, impera la mirada reduccionista. Exprimir hasta que se seque. A riesgo de generar estallidos sociales a lo largo del litoral marítimo.

No la ven pero queda en evidencia por estos días en Rawson, que sigue escribiendo capítulos en la novela de la paritaria más extensa de la historia. Con nuevos actores, ahora los patrones y capitanes, y no menos violencia.

Los armadores de la flota costera siempre tuvieron una rentabilidad de 1 dólar por kilo de langostino. Hoy las variables internas movieron los números y no se resignan a conservar una porción minoritaria.

A esta altura de los acontecimientos de ningún lado de la vereda asoma un cuerdo que piense en ceder pretensiones. Es todo o nada mientras nadie las autoridades (Nacho, Teléfono) permitan que la violencia escale y la grieta se profundice. Cuidado que noviembre está a la vuelta de la esquina.

La ausencia del Estado, el sueño libertario, es moneda corriente en Caleta Paula. Siglo XXI y estibadores trabajando sin seguro ni ropa de trabajo (la falta de casco es una moda que es furor en Mar del Plata). Mucho menos ambulancia para auxiliar a Diógenes Gutiérrez, aplastado contra la boca por la tapa de bodega que sujetaron con un cabo de 8 milímetros. Lo más doloroso de la historia es que su muerte será en vano.

El desmanejo de “Estrella” en “Gaveteco” se va a llevar puesto 150 empleos en Mar del Plata y dejará un tendal entre sus principales proveedores ante la indiferencia de los defensores del “laburo”. ¿Hay posibles futuros “Estrellas” en la pesca marplatense dentro de los frigoríficos con obreros registrados y sin barcos propios?

La reseña de las exportaciones exhibe una curiosidad. El mercado del langostino entero, supuestamente, estaba deprimido con tendencia a empeorar. Pero los números marcan un crecimiento del 10% en las ventas durante el primer semestre en relación al año pasado. Incluso subió el puñado de dólares el precio promedio al borde de los 5500 dólares.

El fenómeno inverso evidencia el mercado de colas, supuestamente, más próspero, dinámico y que ofrecía mejores precios, o no caían a la velocidad del entero. De 40 mil toneladas exportadas entre enero y junio del año pasado pasaron a sumar solo 28.771 toneladas en el primer semestre del 2024. Esta merma implicó casi 100 millones de dólares menos en la generación de divisas.

“Falta lo que no se pescó en febrero en Rawson pero hay mucho L1 con números rentables. Los congeladores hacen más entero y no tanto cola como se preveía”, resumió un industrial conocedor de la coyuntura.

La flota fresquera de altura, aportante principal del recurso para hacer cola, en bloque mayoritariamente, registra 31 mil toneladas descargadas, 45% por arriba del año pasado. El registro de las exportaciones va un mes atrasado al de los desembarques. Ese crecimiento de las descargas mejorará en el de las ventas al exterior en los meses siguientes.

La presencia de empresas españolas en la pesquería argentina se advierte desde la estadística. Las exportaciones de langostino entero a España casi que se duplicaron y alcanzaron las 10466 toneladas. Las filiales venden a sus casas matrices y de ahí redistribuyen a menor escala.

Ahora que Diana Mondino se mostró en contra que empresas pesqueras de Malvinas no puedan operar en Argentina, Pescapuerta estará actualizando en breve los carteles de Estrella Patagónica.

Buen domingo


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