Por: Roberto Garrone
Como se perfilaba desde que el stock bonaerense norpatagónico de calamar mostró una abundancia superlativa, el puerto de Mar del Plata fue, de todas las terminales marítimas de Argentina, el único que terminó el 2020 con números positivos superiores al 14%.
Si bien todavía hay alguna diferencia entre el último Informe de Coyuntura que elabora la Subsecretaría de Pesca, que marca 395 mil toneladas de productos de origen marino declaradas como desembarcadas en Mar del Plata, con las cifras que contabilizan los desembarques del 2020, en que figuran 404 mil toneladas, es claro que el puerto local fue el gran ganador del año y tuvo el número mayor de descargas de los últimos tres.
Pero al momento de pasar el peine fino sobre qué tipo de especies llegan a los muelles locales, capturadas por qué tipo de flota, y sobre todo, en qué condiciones, si fresco para reprocesar en los frigoríficos de tierra, o congelado, ya elaborado en alta mar y listo para guardar en cámaras y exportar, asoman certezas, curiosidades y persisten otros interrogantes.
En principio hay que decir que las capturas se componen mayoritariamente por merluza y calamar. Estas dos especies sumaron 315 mil toneladas. La merluza, de sus distintos stocks, aportaron 206 mil toneladas. En el 2019 habían sido 20 mil toneladas más. Otra vez los congeladores declararon pescar más merluza que los fresqueros. Fueron 110 mil toneladas contra 117 mil. En el 2019 había sido menor la brecha: 127 mil contra 130 mil.
Esa merma no se notó en la estadística por la explosión del calamar. Fueron 109 mil toneladas desembarcadas contra 34 mil del 2019. En ese festín también participaron buques fresqueros y la captura terminó en la mesa de corte de los obreros del pescado. Las demás especies salvo la caballa que casi duplicó las descargas, el resto, corvina, pescadilla, pez palo, langostino se mantuvieron estables.
Lo de las rayas es un fenómeno curioso. El año pasado se desembarcaron 11300 toneladas, 300 toneladas menos que en el 2019. Pero las exportaciones de raya, entre enero y noviembre del 2020, marcan un crecimiento del 12% en volumen en relación al año anterior. Más que curioso es una subdeclaración fenomenal que a nadie parece llamarle la atención. Cambian los Jefes de Distrito en el puerto pero algunas costumbres no cambian más. Menos las que dejan a todo$ contento$
Casi que la mitad del total de descargas en Mar del Plata, 196.431 toneladas, es producto que baja del buque congelado. En el 2019 la cifra había sido menor, 148 mil toneladas, pero la torta general también había sido más chica, 348 mil toneladas.
El año pasado los buques congeladores arrastreros aportaron 97.322 toneladas. Los poteros se destacaron con 92600 toneladas y los tangoneros aportaron 6500 toneladas de langostino.
El pescado fresco fue aportado por los buques costeros, 55900 toneladas, los fresqueros de altura que desembarcaron 147 mil toneladas y la flota artesanal, 5 mil toneladas para sumar casi 208 mil toneladas. Más allá del calamar el 2020 fue menos productivo que el 2019 cuando entre las tres flotas aportaron 213 mil toneladas.
No podemos decir que es una tendencia que en Mar del Plata crece la descarga de pescado congelado mientras disminuye el pescado fresco porque toda la estadística quedó manchada por el milagro del calamar.
Si es claro que el modelo fresquero vinculado exclusivamente a la merluza y todo el cordón productivo atado a su reproceso en tierra enfrenta una crisis casi que terminal. La tonelada de filet interfoliado tocó un piso de 2200 dólares la tonelada y pone en jaque miles de puestos de trabajo.
Por eso la flota fresquera sale en busca cualquier opción que lo aleje de la merluza. Langostino desde hace un lustro y el año pasado calamar. Para las demás opciones, abadejo y rayas, especialmente, hay restricciones.
Desde el grupo de Armadores Langostineros Federales Argentinos (ALFA) se han quejado que la flota extranjera por fuera de la zona económica exclusiva pesca muchísimo más que la flota nacional. Lo tienen contabilizado por los datos de Aduana uruguaya, donde descargan esos barcos. Diez veces más de abadejo, 25 mil toneladas, que la flota local. Y dejan registro para sentar precedentes de su historial en el atlántico sur.
No solo abadejo descargan los extranjeros en Montevideo. Según la misma fuente, al 15 de noviembre del 2020 habían triplicado las descargas de merluza común, 984 mil toneladas, y de polaca, 74500 toneladas. Es una misma pesquería pero los de afuera pescan mucho más que los de adentro.
Volvamos al pescado fresco que disminuye en los muelles…. Sin políticas que incentiven su reproceso en tierra, que estimulen el valor agregado, la pesca en Mar del Plata seguirá caminando una peligrosa pendiente y no alcanzarán las puestas en escena como la que llevó adelante el Intendente en diciembre pasado.
Al filo de Nochebuena Montenegro visitó la empresa Maronti SA, propiedad de Antonio Baldino, la nueva generación de una familia ilustre en el puerto por manejar una gran flota pesquera, evadir impuestos y negrear pescado. La firma cuenta con dos barcos fresqueros, el “Altalena” y el “Xanchope” y sumó dos poteros más.
Montenegro destacó que «este es otro ejemplo de una empresa que sigue apostando por la ciudad» y celebró que con «la idea de seguir generando nuevos puestos de trabajo”. El Jefe Comunal recorrió sus nuevas instalaciones y ponderó la inversión.
Montenegro tal vez no sepa que Maronti no genera más trabajo directo que el personal embarcado. No tiene un solo obrero del pescado registrado ni lo piensa tener. Solo amplía su capacidad para guardar pescado congelado en un predio que se cobró de Loba Pesquera, gambeteando a la síndico que lleva adelante el concurso de su quiebra.
En eso se ha convertido Mar del Plata en términos pesqueros. En una cámara frigorífica de grandes dimensiones. Todo lo demás, es una puesta en escena de funcionarios que dicen estar preocupados por mejorar el nivel de empleo en la ciudad.
Deberían tener mejores ejemplos que “Toro” Baldino y su cámara frigorífica.