Por: Roberto Garrone
La inflación que trastocó en este 2022 las fichas y todo el tablero en la negociación paritaria de gremios y cámaras patronales y elevó los acuerdos de reajuste salarial por encima de las 3 cifras en la mayoría de los sectores de la actividad marítima y pesquera, es la que erosiona la rentabilidad de una industria netamente exportadora como la pesquera, atada a valores internacionales en dólares, que para colmo el gobierno atrasa lo más que puede como para que no se siga disparando la inflación.
Una carrera en círculos que deja cada vez más trabajadores por debajo de la línea de pobreza y del otro lado de la línea, resquebraja los pilares de la sustentabilidad empresaria con una rentabilidad ajustada a los destinos del azar.
Al 29 de noviembre pasado el puerto marplatense recibió 352 mil toneladas, declaradas, de productos de origen marino. En el comparativo con el año pasado mostrara números en verde. En todo el 2021 se desembarcaron 358 mil toneladas.
Pero hay un dato que lo explica. Este año hubo una mejor zafra de calamar, sobre todo en la unidad de manejo norte, al norte del 44°S, con el stock bonaerense norpatagónico, más próximo al puerto local, que elevó las descargas del molusco: pasamos de 62 mil toneladas el año pasado a 87 mil toneladas en este.
Y el calamar, más allá de las recientes medidas de la Subsecretaría de Pesca por incentivar el reproceso en tierra para generar trabajo, se exporta mayormente entero, clasificado y congelado ya en la bodega de los barcos poteros. De las 174 mil toneladas desembarcadas este año, entre enero y octubre 132 mil se exportaron en esa condición de “enteros”.
En los días que faltan para que termine el año resultará casi imposible que los muelles reciban las casi 30 mil toneladas de merluza que faltan para equiparar las descargas del año pasado. En dos semanas la mayoría de la flota amarrará y quedará fondeado hasta el año que viene.
Del stock del efectivo sur, el principal de la especie, se llevan declaradas, 167 mil toneladas mientras que en todo el 2021 fueron 190 mil. Del stock norte y la zona común de pesca, el año pasado sumaron 25 mil. A falta de un mes para que termine el año, la flota contabilizó 20 mil.
Aclaramos lo de “declaradas” porque es una constante la subdeclaración que realizan algunas empresas armadoras. Esa merluza llega en cajones fantasmas que no aparecen en la estadística, en los partes de pesca ni en actas de descarga. Mucho menos en los registros oficiales ni se descuenta de la cuota de cada buque.
Pero como la maniobra ocurre casi sin interrupciones desde hace años y años, sin chance de ponderar su verdadero volumen, los datos oficiales sirven para mensurar al menos la evolución de la actividad. Su impacto en la economía de las empresas que dibujan cajones y sus pesos parece claro. Alcanza con ver quiénes se quedaron con El Marisco.
La merma de merluza en los muelles marplatense se explica a partir de un fenómeno que arrancó despacio pero ya se ha consolidado. La migración de grandes fresqueros de altura a puertos de la Patagonia: Comodoro Rivadavia y Caleta Paula, principalmente.
Un viaje que iniciaron barcos como el “Andrés Jorge”, “Marcala” y “Ponte Coruxo” hace un par de meses y ahora lo continuaron barcos más chicos como el “Nuevo Viento”, “Lanza Seca”, Marcea C”, “Gurises”, entre otros.
Zona de pesca más próxima, lo que genera un menor consumo de combustible, es una ecuación tentadora para quienes deciden operar desde el sur, donde si bien no hay una estructura de reproceso similar a la marplatense, la alimentan con merluza fresca y lo que sobra, lo mandan en camiones para cortar en Mar del Plata.
Los números del crecimiento de Comodoro Rivadavia son evidentes. De las casi 12 mil toneladas de merluza recibidas el año pasado, a un mes de terminar el 2022 suma 16.348 toneladas. En Caleta Paula el incremento es un poco menor, el 10% en el comparativo anual, pero seguirá subiendo hasta fin de año.
El único dato positivo para el trabajo en tierra fue la peor performance de los congeladores abocados a la merluza. El año pasado habían declarado descargas por 114 mil toneladas. Este año llevan menos de 90 mil. Pero la tendencia se revertirá una vez que recuperen operatividad algunos barcos que hoy se encuentran en reparaciones como el Stella Maris y el Fonseca.
Si alguna autoridad destaca por estos días que el puerto marplatense exhibió números positivos en materia de desembarques, será la habitual venta de humo, de la que ya se han vuelto especialistas.
La terminal marítima local puede seguir colgándose la medalla del principal puerto pesquero del país, pero detrás de las luces comienzan a brotar algunas sombras: la merluza que genera el trabajo en tierra comienza a desandar el camino de la lógica: reprocesarse en los puertos más próximos a la zona de pesca.
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