De esta manera la Junta Regional de Educación Católica de la Diócesis de Mar del Plata, se pone en camino de escuela presencial. Se ratifica además el mensaje de la Comisión Episcopal de Educación de la Conferencia Episcopal Argentina, en el que los obispos resaltan que “la presencialidad es, objetivamente, el modo más adecuado para educar”.
En la jornada de trabajo que estuvo presidida por los integrantes de JuREC Mar del Plata junto a Representantes Legales, se analizaron las distintas resoluciones que se reciben para la vuelta a clases, quedando a la espera de nuevas directivas que llegarán en los próximos días y que serán la guía a seguir para el comienzo del Ciclo Lectivo 2021 en Inicial, Primaria y Secundaria para los Jardines y Colegios Episcopales de la diócesis de Mar del Plata.
El encuentro se realizó en continuidad al documento publicado por los obispos de la Argentina, resaltando en todo momento la importancia de la presencialidad y el rol de los docentes.
A continuación, el Comunicado Completo de la Comisión Episcopal de Educación de la Conferencia Episcopal Argentina:
Nos dirigimos a todos los protagonistas de la misión educativa: alumnos, docentes, directivos, padres de familia, gremios y autoridades, ante la inminencia del inicio de un nuevo ciclo escolar.
En primer lugar, como Iglesia, queremos expresar a los docentes, alumnos y familias nuestra cercanía y agradecimiento. No sólo hacia los que concurren a nuestros centros educativos sino a todos en general por la entrega generosa y sacrificada en la tarea educativa.
El pasado año 2020 ha sido un periodo excepcional y totalmente atípico que ha reclamado un gran esfuerzo creativo y de adaptación frente a la pandemia del covid-19. Este año se presenta de un modo, aún incierto, dado que el tema sanitario aún no está resuelto, lo que conlleva varias dificultades, pero que no deben quitarnos el entusiasmo y la vocación para educar.
Deseamos vivamente que se pueda retornar a las escuelas del mejor modo posible, y teniendo en cuenta todas las medidas de orden sanitario y de adecuación edilicia, de horarios y turnos etcétera.
La presencialidad es, objetivamente, el modo más adecuado para educar. Animamos a las autoridades a implementar todo lo necesario para que esto se pueda dar en las mejores condiciones. Lo necesitan los alumnos, los necesitan las familias, lo necesitan los educadores.
Es necesaria también una continuidad en el proceso educativo y de enseñanza-aprendizaje. Sabemos que el año pasado muchos alumnos perdieron la continuidad por carencia de medios tecnológicos, o por condiciones socio- económicas, entre otras causas. Pensamos en los sectores más vulnerables de la sociedad. Ellos, más que nadie, necesitan de la Escuela, y que no se vea interrumpido su proceso formativo. Retomar un camino interrumpido no significa recomenzar desde donde se dejó, sino que implica volver hacia atrás para poder retomar el camino. Creemos que es decisivo, y más después de un ciclo como el del pasado año, que se pueda garantizar la continuidad del proceso educativo sin que haya interrupciones que no sean debidas a la situación sanitaria.
Es necesaria la escuela con los alumnos y docentes presentes para garantizar un adecuado proceso de socialización. Las virtudes sociales como la solidaridad, el respeto por el otro, la paciencia, la tolerancia, el saber compartir, necesita de un ámbito de encuentro de las personas. La escuela no sólo brinda conocimientos, sino que forma personas que puedan integrarse plenamente en la vida de la sociedad.
Para garantizar la continuidad tanto del proceso de instrucción, como el de la adquisición de virtudes sociales es necesario que los docentes sean remunerados acorde con la alta responsabilidad que significa ser “maestros” y tengan las condiciones adecuadas para el ejercicio de su vocación. Deseamos que las autoridades públicas hagan los mayores esfuerzos en este sentido, y así los docentes puedan ofrecer a los alumnos, especialmente a los más carenciados, una educación acorde con su dignidad.
La realidad se presenta ardua, difícil; ella hace emerger y esclarecer nuestra talla humana. Pongamos los mejores esfuerzos en esta gran misión que es la educación; lo merecen nuestros niños y jóvenes. No nos dejemos robar la esperanza; frente a las dificultades hagamos salir de nosotros mismos lo mejor, no nos arrepentiremos del sacrificio que conlleva la tarea educativa, el bien que se hace a los educandos cuando un maestro o una maestra dedican su tiempo, su energía, su creatividad, su amor para educar es incalculable, lo testimonian tantos maestros cuando se encuentran con sus ex alumnos que les agradecen lo que por ellos hicieron cuando eran niños o jóvenes.
A todos los protagonistas de la gesta educativa (auténtica gesta nacional) los encomendamos a la protección de Nuestro Señor Jesucristo y a la intercesión de nuestra Madre, la Virgen de Luján patrona de los argentinos.