Por: Roberto Garrone
A casi tres semanas de haber comenzado la zafra de langostino en aguas nacionales algunas cosas parecen verse más claro y van más allá que los ejemplares de talla L1, que demandaban los mercados internacionales, dejaron de aparecer con la frecuencia de los primeros días.
Desde el sector fresquero solicitaron que la flota pueda pescar durante 72 horas efectivas de pesca y del lado congelador, incrementar la producción de cola a bordo hasta el 50% de la captura. Si bien hasta ahora el CFP no se ha expedido al respecto, las decisiones pesqueras de este gobierno ocurren más que por acción, por omisión.
Desde que renunció Julián Suárez, a mediados de marzo pasado, desde la Subsecretaría de Recursos Acuáticos y Pesca no han habilitado ningún sumario administrativo para determinar posibles infracciones a la normativa vigente. El último fue el TAI AN, un trámite express vergonzoso a medida de Prodesur.
La propia legislación establece que el único capaz de habilitar el inicio de un sumario administrativo es el Director Nacional de Coordinación y Fiscalización Pesquera. Al tiempo que se fue Suárez asomó el rumor que el ex cabo de policía Alejandro Bonicatto sería su reemplazante. La semana que viene se cumplirán dos meses de esa versión y no hay noticias de su designación. ¿Otra marcha atrás como el cierre de la subárea 13?
Desde el 10 de diciembre no hay en la estructura de la Subsecretaría un Director de Control y Fiscalización. Cecilia Moreno, la supuestamente designada, todavía no fue oficializada. La instrucción de relajar los controles en muelle se reforzó con la ausencia de autoridades y el desmantelamiento del área a fuerza de despidos. Todo queda en la conciencia de los administrados. Pronto sabremos si reina la barbarie o el sentido común de cuidar un recurso finito.
Los despidos volverán a la agenda mediática en las próximas dos semanas. En la propia Subsecretaría y en el INIDEP donde ya hacen listas con el personal inactivo entre los Observadores y los que están en edad de jubilarse y zafaron de la guillotina de marzo.
El alcance del nuevo corte de la motosierra lo conoceremos a fin de mes, cuando vencen los contratos trimestrales de los 1109. A eso llegó Gonzalo Bacigalupo: a ejecutar las órdenes que llegan de arriba y Milei anticipó el despido de 50 mil estatales.
El nuevo Director reveló que se aumentará el valor de la unidad retributiva se servicios, la modalidad en que se pagan los contratos de los monotributistas 1109, en tres cuotas, entre julio y septiembre. Otras cosas parecieron más urgentes e indispensables, como la contratación de un abogado como asesor.
Para los otros cambios estuvo el regreso de Otto. Juan Danzi en Recursos Humanos. Gabriel Blanco es el nuevo director de Pesquería de Peces. Analía Giussi vuelve a Australes, María Inés Minitelli reemplaza a Álvarez Colombo y “Nono” queda como enlace con la Comisión Técnica Mixta.
La falta de controles tiene su contracara para los administrados. Muchos de los que se benefician con la ausencia de controles, sumario, infracciones y multas, padecen la falta de estructura que se cristaliza en la demora para los despachos a la pesca o las certificaciones de trazabilidad.
La apuesta a la diversificación pesquera en Chubut, romper la dependencia del langostino y fomentar la pesca de otras especies como la anchoa, no alcanzó a durar ni una semana. En la provincia no hay conserveras y todo el pescado de la flota amarilla termina en Mar del Plata.
Los 6 barcos en Rawson que arrancaron pescándola sumaron casi 10 mil cajones por marea. Se esperaba que se agregara otro grupo para llegar a los diez, doce barcos y contabilizar 16 mil cajones diarios para abastecer a la industria conservera y saladeros marplatenses a razón de 0,95 dólares, unos 850 pesos, puesta en la puerta de sus establecimientos.
Ni siquiera hubo que esperar mucho para despejar la incógnita y saber cuándo la industria local quedaría atorada con 480 mil kilos de anchoa diarios. Para colmo no hubo mal tiempo y la flota compuesta por barcos como el “Nuevo Quequén”, “Don José Di Bona”, “Valeria Alejandra”; “Siempre María Elena”, “Don Conrado”, “Siempre Don Vicente”, no erraban marea y completaban en pocas horas con anchoa de buen tamaño dentro de aguas provinciales.
Esta misma semana desde algunas conserveras y saladeros pidieron que la anchoa llegue con cierto intervalo porque ya no había forma de hacer frente a semejante aluvión de materia prima.
El contexto para la industria local no es muy favorable como otros años donde el mercado interno dinamizaba las ventas y la anchoa patagónica servía como previa a la zafra de magrú y anchoíta bonaerense.
Hoy el mercado interno no solo ha sido pulverizado por la recesión y la pérdida del poder adquisitivo del consumidor, sino que ahora las conserveras comparten el mercado con latas importadas, autorizadas por un gobierno desinteresado por la suerte de la industria nacional.
Sí hay demanda europea de anchoa salada, que se exporta en barriles de 500 kilogramos que terminan el proceso de maduración a bordo de los contenedores en viaje a Europa. Marbetan, Isola Verde y Santa María son de los tres más importantes productores locales.
Hasta cuándo sostendrán la demanda de anchoa chubutense y al personal eventual contratado para la zafra, es un gran interrogante.
Esta misma semana, una vez que los armadores amarillos de la CAFACH patearon para adelante la pelea salarial con el SOMU por los 918 pesos por kilo de langostino en la prehistoria de la zafra de aguas provinciales, surgieron algunas tensiones propias de la prolongada inactividad.
En el gremio de marineros no terminan de aceptar la oferta del 20% de la producción de enero como bono extraordinario y compensador del desfasaje entre lo reclamado y lo efectivamente cobrado, y que llevaría el kilo a 830 pesos. La conciliación vence en los días de pago del mes de junio. Momento de ponderar si conviene ganar menos trabajando o mucho menos atados al muelle.
En la patronal armadora también hubo disidencias sobre quién salía a pescar anchoa. La realidad reducida de la demanda dejó las miserias expuestas al sol. Como la avaricia de Makro, que armó 3 de sus 4 barcos con redes pelágicas. Finalmente salió con el “Misal” y el “Sagrario” cuando otros armadores no pudieron meter el único barco que tenían en el agua.
La angurria duró poco. La intermitencia de la demanda marplatense obligó a Makro a mantener uno solo a anchoa y los otros volcarlos al langostino aunque, como otros barcos de esa flota, muchos ya pescaron todo su cupo en la zafra de provincia y deberían quedar parados, o pescar anchoa con cuota social para un mercado que ya mostró signos de sobreabastecimiento.
Buen domingo