Por: Roberto Garrone

Con un presente en el que la merluza que pescan, cuando tienen suerte de encontrar quien la compra, cuesta casi lo mismo que hace un año, mientras el precio del gas oil subió 40% y los básicos de la tripulación treparon por encima del 80%, por mencionar solo los costos más importantes, la flota fresquera de altura marplatense deposita en la próxima zafra de langostino en aguas nacionales la esperanza de cambiar la ecuación y que los números rojos pasen a verde.

Los barcos descargan en puertos chubutenses, más próximos a la zona de pesca, y salvo algunas pocas excepciones, entregan la materia prima a frigoríficos locales que lo reprocesan, mayormente como cola en bloque, mínimamente como pelado y desvenado, dándole empleo a miles de trabajadores.

Esta próxima zafra encierra algunas incógnitas tanto para la flota como para los frigoríficos y será complejo encontrar un punto de equilibrio entre lo que necesita la flota para encontrar rentabilidad y lo que pueden pagar las empresas para sostener su negocio.

Los frigoríficos vienen de comprar 110 mil toneladas del langostino, a un promedio de 2 dólares por kilo, que pescó la flota costera de Rawson en la zafra de aguas provinciales y algunas empresas todavía no terminaron de pagarlo.

Fundamentalmente porque el producto no encuentra canales de comercialización en el exterior.

Mientras Mirabella, uno de los grandes jugadores del negocio, confirmó que se concursará en las próximas semanas, y hay otros frigoríficos que analizan abrir esa puerta, desde Iberconsa reconocieron esta semana que van a comprar pero que el precio no podrá ser superior a 1,80 por kilo.

Ese número está muy lejos de las pretensiones de los armadores marplatenses. “A ese precio ni le pongo tangones al barco”, confió un armador con asistencia casi perfecta todos los años al tablero de nación, al menos con alguno de sus barcos.

En el muelle Deyacobbi creen que la captura que pueden generar en aguas nacionales, un langostino de mayor tamaño, tiene demanda y conserva el precio en los mercados internacionales. Y si los congeladores tangoneros demoran en acordar la paritaria con el SOMU, se esperanzan que la falta de oferta incluso pueda hacer subir el precio de su captura fresca.

Las vísperas de la temporada vuelve a exponer la grieta entre la flota de Rawson y la marplatense. En Chubut se quejan que resignaron precio por un producto fresco y de alta calidad, pero que todavía no terminaron de cobrar. “No nos pagan a nosotros pero van a comprar marisco de nación…” se quejan.

Food Partner, otra empresa que suele comprar langostino fresco de nación, colecciona cheques rebotados y en estas semanas negocia entregar parte de su paquete accionario a una empresa china, al menos para que se haga cargo de la deuda con Cabo Vírgenes e inyecte capital para que la rueda no se detenga.

En Mar del Plata le apuntan a la falta de controles que permitieron que la flota costera y artesanal de Rawson pueda desembarcar 110 mil toneladas cuando por autorizaciones de captura, deberían haber pescado, como mucho, 80 mil.

“Saturaron los frigoríficos con un langostino chico que no tiene demanda porque compite con el vannamei”, aseguran y se esperanzan en poder cobrar por encima de los 2 dólares. Hoy sobreviven pescando merluza a 0,75 dólar por kilo.

“Tengo 400 toneladas de cola grande que no puedo vender”, confesó un industrial patagónico. El año pasado sus 5 barcos fresqueros perdieron plata. Esta temporada analiza salir con un par y no comprar captura de terceros.

En Rawson se preocupan por la falta de controles que puede haber al momento de verificar el peso de los cajones de la zafra de Nación. Que la rentabilidad no la otorgue el precio sino el volumen. Luego de la corrupción que dejó en evidencia el falso reproceso de calamar en tierra, que Cecilia Moreno dirija a los inspectores de tierra es una señal que el descontrol se sumará al grupo.

En Mar del Plata la flota fresquera todavía debe revolver con los gremios la agenda paritaria. Así como en Chubut parece firme la decisión de todos los frigoríficos de no comprar langostino fresco por encima de 1,80 dólar por kilo, acá buscan unificar discurso para rechazar la actualización de la tablita o el precio unificado por cajón en la marinería.

“No hay lugar para sumar costos”, confiesan los armadores. En Rawson miran de reojo esa negociación porque si prospera un reajuste en aguas nacionales, saben que los oficiales tratarán de aplicarlo también en la próxima temporada de provincia.

La pesificación del negocio parece un factor que brotó con este nuevo salto del tipo de cambio entre bandas, pero que amaga con ir hacia el piso inferior de los mil pesos, profundizando el atraso cambiario.

“Será una zafra en que vamos a vender en pesos… tendremos que vender a 3 mil pesos si como pasó estos años al final de la temporada recibimos cientos de multas y si muchas mareas entramos incompletos para no excedernos de las 72 horas”, razonó otro armador.

El tema de las multas que le llueven a la flota fresquera de altura no distingue puertos. Siguen cayendo todas las semanas y la que menos valor tiene son 10 millones de pesos. “Hay que parar la flota hasta que no las anulen a todas”, pidió un empresario sin mucho convencimiento. Tal vez porque sabe que si para su barco, no zarpa nunca más.

Buen domingo


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