Por: Roberto Garrone

Juan Antonio López Cazorla fue reconfirmado en su cargo, al menos hasta que “Toto” Caputo decida sacarlo del tablero como esta semana hizo con el Secretario especialista en bioeconomía, no se rompió ningún barco del INIDEP, Nacho Torres todavía no volteó los permisos de pesca paridos por la nueva ley provincial y una falla en el sistema dio de baja repentina el acceso al GDE a más de 150 trabajadores en la Subsecretaría de Pesca.

Muchas más cosas pasaron estos días, menos avances con la asignación de las 3500 toneladas de cuota social de langostino que el gobierno trocó con Rio Negro por sus votos en el Congreso, haciendo valer el peso de sus funcionarios dentro del Consejo Federal Pesquero.

“Histórico incremento: más langostinos para el puerto rionegrino”, anunció el gobierno provincial en su sitio web. Alberto Weretilneck había destacado el impacto positivo que tendrá en la economía local, ya que permitirá que los crustáceos sean procesados en San Antonio Oeste, “generando numerosos puestos de trabajo en todo el Golfo San Matías”, subrayó el Gobernador. Nada de eso asoma por ahora en tierras rionegrinas.

Los hermanos Juan Manuel y Santiago Poliglieddu pasaron de ser actores secundarios a protagonistas de la pesca provincial en los últimos años. Herederos de un par de barcos artesanales, y fuerza de la compra consecutiva de fresqueros de altura de poco más de 2 mil cajones, en tiempos que este tipo de unidad productiva entró en declive, dominan el escenario.

Son los dueños del “Huafeng 815”, “Franca” y “Don Agustin”, aunque en el sector son varios los que creen que la relación con Juan Manuel Urcera trasciende la amistad y el piloto de Turismo Carretera respaldó financieramente desde las sombras el crecimiento patrimonial.

Juan Manuel asegura que no necesita cuota social porque sus buques ya pescan marisco aunque descargan más en puertos de Chubut y Santa Cruz. “Son los únicos barcos operativos en SAO y no he pedido langostino porque tengo”, dijo esta semana.

El resto de la flota artesanal que flota en el puerto no estaría en condiciones de aventurarse a la pesca en aguas nacionales. Aunque con la flexibilidad de los controles de la Prefectura en la terminal portuaria nunca se sabe.

La otra alternativa es que la Provincia haya pensado en conseguir el cupo para asignárselo a las dos plantas que funcionan en su jurisdicción. “Rio Salado” opera en la propia San Antonio Oeste y quien la impulsa, Franco Massari, aseguró que tampoco pidió nada. Tenía un barco, el “Sumatra”, que se prendió fuego hace un tiempo y a la planta la alimenta con merluza que trae de Caleta Paula, donde tiene otro emprendimiento.

Lo mismo revelaron desde “La Escalerona” donde más que querer pescar más necesitan aliviar el stock de cámara. El Grupo San Isidro cuenta con un emprendimiento en Sierra Grande, en el sur provincial, a la que bajan langostino desembarcado en puertos de Chubut por su propia flota. Si bien poseen barcos costeros con permiso provincial aseguraron no tener previsto hacer uso del flamante cupo.

¿Si los principales actores pesqueros de la provincia aseguran no tener nada que ver, quién pidió la cuota social de langostino?. ¿Habrá sido su verdadero propósito fomentar efectivamente la actividad en un puerto donde no pueden sostener ni el propio muelle o una aventura política para hacer caja siguiendo el modelo del Fondo de Asignación para el Fomento Productivo?.

El FAFP fue tan arbitrario como esta cuota social. Pero al menos tuvo una lista de 22 interesados en recibir cuota y alimentar, en parte, los sueños electorales de Sergio Massa. Acá no asoman los solicitantes y la presencia de Sergio Paleo, sentado frente a la bolsa de reparto, le da de comer a los mal pensados.

Más al sur, en Chubut, sobrevuelan otros interrogantes. El martes vence la conciliación extendida dispuesta por la Secretaría de Trabajo en el intento por encauzar el conflicto salarial que arrastran desde el verano pasado el SOMU y la CaFACH, la cámara que agrupa a la flota costera de Rawson, y para patinar de operatividad los muelles de Playa Unión.

Reducida a cenizas la hoguera que alimentó la batalla contra la cúpula provincial del SUPA por el ajuste de tarifas, ahogada por el silencio que nació tras el acuerdo judicial y de confidencialidad que alcanzaron Tato Cereseto con Alexis Gutiérrez y Cia, la puja salarial con los marineros ni se acerca a esos ribetes de tensión y violencia.

La conciliación obligatoria concluirá sin acuerdo y con la languidez e intrascendencia de la gestión Doman en Independiente. Pero eso no implicará ninguna invitación a que los marineros tomen medidas de acción directa que interrumpa la pesca de langostino y de anchoa.

Todo será con calma. Junio le permitió comprobar a muchos marineros que no es un mal salario recibir dos millones de pesos limpios de polvo y paja. Los que fueron a langostino a nación quedaron con un cajón conformado de 500 pesos. El año pasado habían cobrado 150 pesos. La inflación interanual de julio 2023 a junio 2024 fue del 271%.

El problema es que los 830 pesos que queda conformado el kilo de langostino con el 20% de la producción de enero, liquidada como Bono Compensador para saldar el desajuste de aguas provinciales, quedaría fijo hasta octubre.

Ese número queda lejos de los más de 1100 pesos que reclaman ahora en el SOMU para extender la paz social. Entre los armadores apuestan más al sentido común del “Castor”, Cesar Zapata, referente provincial del gremio que a las cuentas que saca Ramón Vera.

El Delegado de Rawson vio una hendija por donde salir del entuerto y pensó en cambiar el convenio, correr el de la parte y tomar el del fresquero de altura para liquidar los salarios.

Entre varios le evitaron pisar el palito cuando le mostraron que a la parte el afiliado ganaba 45 pesos más por cajón. Y el aguinaldo se cobra por el mejor mes, no a promedio del semestre como el fresquero.

Pero una cosa es que Vera haya quedado agradecido por la aclaración y otra que no quiera arrimarse a los mil pesos por kilo. La persuasión del gremio será por vía del diálogo, más allá que algunos desembarcados, que son el sostén de Vera en la Delegación, propongan radicalizar la negociación.

“Discutan y negocien todo lo que quieran pero trabajando”, había sido el mensaje que bajó Torres tras su primera e inolvidable zafra provincial. Veremos si la vocación a mantener la rueda girando continua cuando lleguen los primeros descuentos por ganancias.

Buen domingo


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