Por: Roberto Garrone

Solo el poder de persuasión, encantamiento y convencimiento que genera Yoo Ki Soo en el resto de las personas, colaboradores y proveedores principalmente, le permiten abrigar la esperanza de reiniciar el frigorífico Gaveteco luego de haber dejado un tendal de cheques rechazados, deudas millonarias con 200 trabajadores y deberle al estado derechos de exportación y cargas previsionales.

Esta semana “Estrella” y su capacidad de encantamiento logró que 8 obreros, de su larga fila de victimas laborales concurran, voluntariamente, a limpiar las instalaciones del frigorífico ante una nueva fiscalización del SENASA. Anotan las horas bajo la promesa de saldarlas cuando la planta vuelva a funcionar.

A ese nivel llega la desesperación de los obreros por volver a tener un salario digno. Y con esas cartas Estrella y su esposo, Koh Kwang Pil, alias “Martin”, juegan mejor que nadie.

Como con los trabajadores, también ha logrado que el círculo que la rodea y cobija en Mar del Plata ponga toda la energía en intentar volver a cortar merluza. No les importa que haya estafado a decenas de sus ahora ex compañeros de trabajo, sumado 1490 millones de pesos en cheques rechazados, ni estafado a clientes vendiendo dos o tres veces la misma carga, ni al estado al no pagar las cargas previsionales ni liquidar 30 millones de pesos en derechos de exportación.

Como buenos fieles, ellos creen en la palabra de Estella. Ahí está Vanesa Penissi, la apoderada, su hermana, su sobrino y marido. Una pyme familiar atada a la suerte de la empresaria coreana que busca volver a la calesita de la industria del reproceso de pescado fresco en Mar del Plata con obreros bajo convenio del 75 a bordo, cuando todos quieren bajarse.

No es la primera vez que “Estrella” está a punto de reiniciar actividades más allá que ahora falta no solo la prueba ante SENASA sino que debe arreglar el plan de pagos con EDEA, a la que le deben más de 24 millones de pesos y ya no habría pagado la primera cuota, y con OSSE. El frigorífico tiene una conexión domiciliaria. En los días que funcionaba tenía dos conexiones clandestinas.

Antes de fin de año, cuando todavía había un grupo de trabajadores instalados en el frigorífico, cansados de todas sus promesas de pago incumplidas, ya había brotado el rumor de una inminente reapertura.

Una fuente con acceso a Estrella y su marido, contó que en noviembre la empresaria coreana firmó un convenio con Marcelo Mou, referente de Red Chamber Argentina. Ya eran viejos conocidos. No porque hayan ido juntos al colegio como se dijo en algún momento sino que la relación es más reciente: Feria de Vigo 2022.

Mou cayó bajo los encantos de Estrella y comenzó a darle merluza del “Cabo Vírgenes”. Nunca Red Chamber aclaró cuál era la deuda que mantenía con ellos. Pero en noviembre ese acuerdo implicó un desembolso de dinero en al menos tres cuotas para que la coreana se levante del fondo de la lona, achique deudas y se reinicie con merluza que llegaría del sur.

En Red Chamber no quisieron pronunciarse sobre el tema. Pegarse a Estrella es lo que menos quiere Mou en estos tiempos de guerra con Pesca Chubut por el futuro de su control sobre los bienes de la ex Alpesca.

Posiblemente ese dinero se haya usado para pagar la salida de los ocupantes del frigorífico y también para achicar algunos sueldos de los trabajadores de la oficina en CABA. Parte al menos porque la mayor porción Estrella la utilizó para pagar deudas a un par de prestamistas. Y no, la planta siguió tan cerrada como hasta ahora.

Al menos por esos días achicó también su nivel de vida como señal de ajuste. Vendió las dos nuevas Toyota con las que se movía, una Hillux y una T Cross, y compró un usado más viejo con el que llegó esta semana a Mar del Plata.

No fue el único cambio que advirtieron sus empleados más cercanos que ante la parálisis de la empresa hacían home office. En las oficinas de CABA llegaron a tener 10 empleados, 4 argentinos y 6 coreanos. Algunos ya se fueron hastiados de sus buenos augurios que nunca se cumplen. A los que quedan, Estrella ya no les atiende ni responde llamadas ni mensajes, cambió la contraseña de los accesos a las cuentas bancarias y todos los movimientos los hace desde su email personal.

“Vos crees que ellos (por Red Chamber) podrán hacerse cargo del frigorífico”, consultó un empleado que todavía espera que Estrella le responda y emita alguna certeza sobre la fecha de pago. Es más probable que se reviva la flota artesanal en la banquina chica a que Mou ponga un pie en Mar del Plata.

Estrella no sólo se quedó sin chances de aprovisionamiento de merluza fresca, si es que Mou no tropieza tres veces con la misma piedra, sino que cosecha la siembra de mentiras y defraudaciones con una larga cadena de empleados y proveedores quienes, al revés del otro grupo, intentarán por todos los medios cobrar antes que vuelva a funcionar.

“Ahora hay que terminar de limpiar para superar la auditoria de SENASA y arrancamos”, le dijo Estrella a su equipo. Es un misterio quien le transportará la mercadería. El viernes despidió, de palabra y en persona, a la media docena de camioneros que tenía. Nunca estuvo en los planes pagarle la indemnización.

Con su oscuro curriculum, convencer a alguien para que le venda pescado, o se lo entregue para hacer fasón, buscar quien le reconecte clandestinamente al servicio sanitario, evitar que EDEA, a la que le debe más de 25 millones de pesos, le corte la luz o impedir que sus víctimas laborales no la dejen trabajar, parecen para Estrella problemas menores por resolver.

Da la sensación que habita una realidad paralela en la que todos los inconvenientes surgen porque los barcos se atrasaron o sus antiguos gerentes la boicotean porque apenas les debe una quincena de sueldo.

Mientras insiste en que Gaveteco recupere el pulso, la coreana continua estafando a proveedores y jugando con la ilusión de los obreros. Al cierre de esta columna tenía que sumar otro obstáculo a su carrera ansiosa de reinicio…. Camuzzi le retiró los dos medidores por falta de pago.

Buen domingo

Foto: Que Digital


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