El presidente Alberto Fernández expresó su confianza en que esta vez «será ley» el aborto, prometió que hará «todos los esfuerzos para que el Congreso acompañe» la iniciativa y reafirmó su compromiso «activo» con la propuesta.

   «Estamos en condiciones de que esta vez se convierta en ley», admitió el jefe de Estado en una entrevista con radio Futurock, en la que diferenció el contexto de debate actual con respecto al del 2018, cuando el expresidente Mauricio Macri anunció el tratamiento parlamentario del tema.

   «Que el Presidente mande un proyecto, que reclame su tratamiento y aprobación, y que se comprometa públicamente de que el aborto es necesario, genera un escenario distinto», graficó Fernández.

Fernández pidió también «terminar con la hipocresía» que rodea a la discusión y garantizó que esta vez «no habrá un Presidente llamando a un gobernador para que sus senadores voten en contra».

 «La diferencia con otros tiempos es que, más allá de la enorme lucha del movimiento feminista, yo la verdad me siento el primer abanderado de este reclamo», resaltó e insistió: «No es un Presidente que cumplió mandando una ley para que no digan que no cumplió. Es un Presidente que activamente se ocupa para que salga, y yo haré todos los esfuerzos para que este proyecto se convierta en ley».

   De este modo se diferenció del Gobierno de Macri, quien en la campaña presidencial de 2015 dijo que la Argentina no estaba preparada para debatir la legalización del aborto, pero en su tercer año de gestión pidió al Congreso que habilitara la discusión.

   Luego de que fracasara el proyecto en el Senado, en los inicios de la campaña presidencial de 2019, Macri reconoció estar «a favor de las dos vidas» y el entonces legislador de Cambiemos Daniel Lipovetzky (hoy diputado provincial) no descartó haber quedado afuera de las listas para cargos nacionales por su postura a favor del aborto.

Fernández reiteró que la iniciativa no vuelve obligatoria la práctica de interrupción de un embarazo, sino que busca «garantizar la vida de la mujer».

   «La discusión no es aborto sí-aborto no, porque los abortos ocurren. Lo que discutimos es si se tienen que hacer en condiciones de clandestinidad», con riesgos de vida para las embarazadas, «o en el sistema público», con mayores garantías sanitarias, explicó.

El Presidente dijo profesar la religión católica y negó que esa condición lo enfrente con «problemas religiosos». «Lo que yo tengo que resolver es un tema de la salud pública», argumentó.

   Reveló que en su última visita al papa Francisco, en Roma, habló del tema en el Vaticano con el secretario de Estado, Pietro Parolin.

   «Lo que decían Santo Tomás y San Agustín era que había dos tipos de aborto: los que merecían un castigo y los que no. Los no punibles eran (los que se hacían) entre los 90 y 100 días de embarazo», tiempo en el que se creía que «el alma entraba al feto porque la madre sentía movimientos en su vientre», reseñó Fernández sobre su conversación con Parolin.

También, el jefe de Estado rechazó los episodios de violencia ejercidos contra algunas militantes feministas en las últimas semanas y destacó el proyecto conocido como «Plan de los 1000 Días», que implica una asistencia integral a la mujer durante el embarazo y la primera infancia de su hijo.

   «Por eso mandé las dos leyes juntas, para terminar con la hipocresía. La mujer que quiere seguir adelante con el embarazo, bienvenida sea, y tendrá el hospital público para atenderse; y la que decida interrumpirlo, que sepa que no pondrá en riesgo su salud y su vida», aseveró. (Télam)


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