En el marco de un plan de reconstrucción de la historia de esta terminal marítima y su incidencia en la identidad cultural de la ciudad, el Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata avanzó en la recopilación de importante documentación entre la que se destacan los planos originales del puerto de Mar del Plata.
Eso pliegos cumplieron esta semana 110 años desde su presentación al gobierno nacional, que encargó la construcción del primer puerto de ultramar del país a la empresa francesa Societé Des Grands Travaux de Marseille, con la que ya se iniciaron primeros contactos para intercambiar información.
«Es un material que recibimos en muy buen estado de conservación a pesar de tener más de un siglo desde su realización y que tiene un enorme valor histórico y patrimonial tanto para la ciudad como para la provincia de Buenos Aires», señaló Gabriel Felizia, presidente del Consorcio Portuario Regional Mar del Plata.
Se trata de medio centenar de planos de hasta casi 4 m2 de superficie cada uno, conservados en sus tapas de encuadernación originales, tal como los hizo llegar al país la firma francesa Societé Des Grands Travaux de Marseille, a la que se le había encargado el proyecto de diseño de un puerto de ultramar, el primero que tendría Argentina. Presentados por un estudio de ingeniería en 1910.
Se completa con un segundo cuerpo, de menor tamaño, con cuatro pliegos que corresponden a lo que luego sería la Escollera Sur y que fueron elaborados por el estudio S. Pearson and Son Ltd, de Londres.
Sandra Cipolla, presidente de SPI Astilleros (Servicios Portuarios Integrados), colaboró con la recopilación del material histórico: «nos pareció que en esta etapa del Consorcio del Puerto de Mar del Plata, poder aportar un poco de historia y arte nos hará reflexionar sobre el puerto que queremos, necesitamos y nos merecemos», explicó la titular del astillero marplatense.
Según el índice que acompaña al conjunto del trabajo, este proyecto original para la obra que años después daría forma al puerto marplatense está casi completo, sin daños mayores y solo con algunas manchas y bordes maltrechos por el paso del tiempo. Pero con una claridad absoluta en todos sus trazos y datos.
«Es un material de máximo interés para conocer en profundidad cada detalle de cómo se construyó este puerto y de relevancia cultural, ya que es documentación centenaria que sin dudas será más que valiosa en ámbitos académicos vinculados a la ingeniería marítima», destacó Felizia.
La prioridad en lo inmediato será recurrir a especialistas en conservación de documentación para una revisión, limpieza y debido tratamiento de estas cartulinas para garantizar su mejor estado de conservación.
Es intención del Consorcio Portuario Regional Mar del Plata que, una vez que los planos estén debidamente preparados, puedan quedar al alcance del público.
En cada pliego se pueden advertir hasta el mínimo detalle de estos proyectos realizados a mano, en tinta y colores, con imágenes que anticipaban lo que luego se plasmaría en una construcción que en su mayoría está en pie en la terminal marítima local.
Para profesionales y expertos en cuestiones de infraestructura portuaria e hidráulica lo que tienen ahora al alcance con esta documentación es un verdadero tesoro. Desde las mediciones de profundidades y corrientes de la costa marplatense que se habían logrado a inicios del siglo pasado hasta los cálculos y precisiones en centímetros de esta obra.
El primer puerto de ultramar del país
La construcción del puerto de Mar del Plata se inició en febrero de 1912 a partir de una gestión que había iniciado Pedro Olegario Luro, uno de los hijos de Pedro Luro, fundador de Mar del Plata. El objetivo con el que se planteó fue dotar al país de una terminal de aguas profundas que permitiera el arribo de grandes embarcaciones, en particular las de pasajeros.
Aquella planificación en los albores de la ciudad incorporó el proyecto de tendido de una red de ferrocarril que permitiera a esos viajeros -que llegaban desde Europa- subir aquí a un tren y estar en pocas horas en Buenos Aires, que era el destino prioritario para aquellos inmigrantes.
La ley 6.499, publicada en el Boletín Oficial del 13 de octubre de 1909, autorizó al Poder Ejecutivo de la Nación a contratar mediante concurso de competencia entre empresas particulares mediante esta obra, a ejecutar -dice ese texto- en inmediaciones del Arroyo del Barco.
La inversión, a costa del Estado nacional, se fijó entonces en un máximo de «doce millones de pesos moneda nacional oro sellado» en títulos, con cinco por ciento de interés anual y pago a medida que avance la obra.
Ocho empresas presentaron proyectos y cotización y el 14 de julio de 1910 resultó elegida la oferta realizada por la Societé Nationale de Travaux Publics de Marseille, la misma que se había encargado del diseño y construcción del puerto de Montevideo.
Los trabajos comenzaron casi dos años después, en febrero de 1912, y con las demoras generadas por el desarrollo de la Primera Guerra Mundial recién se completarían en la década del 30