Buenos Aires, 6 de junio — La oportunidad que tiene la Argentina de convertirse en un jugador internacional clave del sector de energía fue destacada por funcionarios del área, los cuales subrayaron que el año próximo se terminará el déficit energético en el país.

En el marco del Seminario de Infraestructura Regional “¿Qué Argentina queremos ser?”, organizado por el Ministerio de Obras Públicas que encabeza Gabriel Katopodis, se debatieron las claves para desarrollar una infraestructura federal, sostenible e inclusiva, cómo alcanzar una matriz energética soberana y sostenible, de qué manera potenciar el desarrollo de infraestructuras que permitan un aprovechamiento sostenible de los recursos, y cómo diversificar la matriz energética nacional y las exportaciones.

En el panel expusieron la secretaria de Energía, Flavia Royon; Mercedes Marcó del Pont, secretaria de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación; Daniel Perczyk, gerente General del Complejo Hidroeléctrico Salto Grande; y Fernando Zárate, subsecretario de Planificación y Gestión Operativa de Proyectos Hídricos del Ministerio de Obras Públicas.

En ese contexto, Royon aseguró que la Argentina “tiene todos los recursos en materia energética para salir adelante, y la infraestructura es clave para llegar a donde queremos. Queremos un modelo propio de transición energética. En materia de diversificación de la matriz energética a través del gas, con el gasoducto Néstor Kirchner, estamos haciendo una obra en tiempo récord y con recursos del Tesoro, y es la primera parte de una red de gasoductos”.

Explicó, también, que Vaca Muerta “permitirá dar un salto productivo, ahorrar unos U$S 2.000 millones este año y lograr autoabastecimiento del 95% para 2024/25. El gas de Vaca Muerta va a llegar al norte del país, que hoy depende de Bolivia. En agosto se licita la segunda etapa del gasoducto Néstor Kirchner y por eso este año se hace la última compra grande de GNL. El año próximo la balanza energética dejará de ser deficitaria”.

La funcionaria agregó que “con esta red de gasoductos se van a sustituir importaciones con producción argentina, además de generar puestos de trabajo, el desarrollo de varias industrias; y permitirá garantizar el abastecimiento del mercado doméstico hasta 2028 y hacer exportaciones de gas al mundo. Argentina tiene que aprovechar estos recursos que tiene y garantizar la transición energética”.

“El gasoducto del Norte costará unos 700 millones de dólares, que se van a financiar con 540 millones de la CAF, fondos propios y de otros actores; tiene un plazo de obra de entre 12 y 18 meses, aunque estos plazos se pueden acortar. La transición energética es una gran ventana de oportunidad para Argentina, entre otras cosas por los minerales que demanda, como el litio, y porque tenemos los mejores lugares del mundo para energía solar”, destacó.

Royon también se refirió a otros aspectos de la matriz energética argentina, al explicar que “en infraestructura de crudo hay inversiones privadas por más de 1.000 millones de dólares, para pasar de una balanza energética negativa de 4.500 millones de dólares a una de equilibrio en 2024 y positiva para 2026 de 12.000 millones de dólares”.

“También tenemos obras en transporte eléctrico de alta tensión, con financiamiento internacional. Argentina tiene todos los recursos en materia energética para salir adelante, potenciando al gas, desarrollando el transporte de alta tensión incorporando casi 12.000 kilómetros de líneas y aumentando la capacidad un 40%”, señaló.

Por su parte, Marcó del Pont sostuvo que “la transición energética surge de los compromisos de los países para llegar a emisiones cero de carbono en 2050. Supone una nueva matriz energética global, de fuente renovable, nuclear o fósil con recuperación de carbono. La pulseada se da entre países de occidente y China. Supone un esfuerzo de inversión mayúscula y requiere de recursos naturales críticos, que Argentina tiene y son estratégicos”.

“Argentina tiene recursos naturales, tecnológicos e industriales para desarrollarla. Va a haber un cuello de botella para acceder a estos recursos. Hacia 2040 la demanda de litio se multiplicará por 42. Argentina tiene que profundizar su inserción como país primario, porque tenemos más del 50% de las reservas de litio junto a Chile y Bolivia”, destacó.

Dijo que “hay demanda potencial, por ejemplo, de baterías que podemos producir. También hidrógeno verde y azul y la energía nuclear. Nos interesa participar en todos los desarrollos tecnológicos y hay sectores interesados en hundir capital para apostar a sectores de energías, que son de muy larga maduración. Esto es hablar de un proyecto de país. El intervencionismo estatal volvió en el mundo y esto se da de patadas con la agenda neoliberal. No se necesita libremercado, sino un Estado que oriente, articule y fije las prioridades”, concluyó Marcó del Pont.

Con respecto a la energía hidroeléctrica, Fernando Zárate explicó que “al agua la gestionamos para el consumo humano y para energía eléctrica desde los aprovechamientos hidroeléctricos. En el mundo, China instaló en una década unos 15.000 megavatios al año de energía hidroeléctrica”.

“En Argentina en 20 años instalamos mucha energía térmica y casi nada de hidráulica, esto significa que nuestra matriz usa más recursos no renovables y se vuelve más contaminante”, explicó.

Por eso, dijo que la Argentina “tiene que recuperar su rol en las hidroenergías, porque el mundo va en ese sentido. El Estado va a recuperar este año la energía que se produce en el rio Limay, que podría producir 580 millones de dólares al año. Hacia 2035 generaremos 22.000 gigavatios al año más completando las obras que tenemos y encarando obras nuevas si pedir financiamiento afuera, sino generando los recursos con las propias centrales, con los que se crearán 8.500 empleos directos para 2029 y 4 o 5 veces más indirectos”.

En esa línea, Perczyk afirmó que “el sistema de hidroenergía argentino se inicia en Salto Grande, junto a El Chocón y Yacyretá. El primer aprovechamiento de Latinoamérica se hizo en Argentina en el dique San Roque”.

“Hay posibilidades de ampliar la capacidad de hidroenergía en Cuyo, el Comahue, en proyectos binacionales y en lugares que haya capacidad de bombeo. Salto Grande compensa la mitad de las variaciones de energía del sistema nacional, tiene 45 años de vida, por eso se busca extender la vida útil, mejorar su posicionamiento frente a riesgos, y para eso hay que invertir unos U$S1.000 para renovar turbinas y otros aspectos de infraestructura”, señaló.


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