Los investigadores Pedro Daleo, Juan Alberti, Oscar Iribarne, Jesús Pascual, Martin Bruschetti y la becaria Camila Rocca, integrantes del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC, CONICET-UNMDP), formaron parte, junto a otros especialistas internacionales, de un trabajo de investigación a nivel global publicado en la revista científica Nature Communications. En el artículo señalan que los ecosistemas de pastizal sólo pueden mantener sus funciones ecosistémicas espacialmente si presentan alta diversidad de especies.

En la publicación los especialistas señalan que la biodiversidad puede estabilizar el funcionamiento de los ecosistemas ante las variaciones en las condiciones ambientales. Es decir, los sitios con mayor número de especies pueden mantener estable la productividad ante la variación en las condiciones ambientales a través del espacio. Esto podría deberse a que las especies se compensan entre ellas, porque la disminución en la productividad de una especie puede compensarse con el aumento en la productividad de otra.

“Hasta ahora, la mayor parte de la evidencia que teníamos sobre este efecto provenía de estudios sobre la variabilidad temporal de la productividad de plantas. En este trabajo encontramos que este mismo mecanismo está ocurriendo sobre la variabilidad espacial”, explica Pedro Daleo.

Para llegar a esta conclusión exploraron la relación entre diferentes escalas de especies de plantas y la variabilidad de la productividad, medida como biomasa a través de 83 pastizales en 18 países de los seis continentes que forman parte de la Nutrient Network, una red de investigación coordinada integrada por más de 130 sitios de pastizales en todo el mundo. En Argentina los muestreos se realizaron en Fortín Chacabuco en Bariloche, Río Negro, Las Chilcas y Mar Chiquita en provincia de Buenos Aires, San Pablo de Valdés en Península Valdez, Chubut y Potrok Aike en Rio Gallegos, Santa Cruz.

Para esta investigación realizaron parcelas y analizaron la diversidad a escala local y de sitio -o localidad- y la variabilidad en la composición de especies entre parcelas en relación con la variación espacial de la productividad. Los investigadores recrearon el aumento de la heterogeneidad espacial de manera semejante a como lo hace la actividad humana con los diferentes usos del suelo, muy contrastante con la heterogeneidad natural. Dentro de las parcelas se dividió el espacio en cuadrícula y cada celda estuvo sujeta a un tratamiento diferente, con bordes muy definidos entre una celda y las vecinas y mucho contraste en sus condiciones, pero que al mismo tiempo eran homogéneas dentro de cada celda.

El experimento está planificado para durar al menos diez años. “En este trabajo usamos los datos que cada sitio reportó al cuarto año del experimento. La red de experimentos comenzó en 2007 y nosotros fuimos los primeros en Argentina, comenzamos en 2011 muestreando Mar Chiquita y luego incluimos San Pablo de Valdés en 2015”, agrega el investigador.

Daleo indica que a través de este estudio confirmaron que la biodiversidad es un requisito previo y necesario para garantizar una mayor estabilidad de los ecosistemas frente a la huella humana en constante expansión que genera heterogeneidad ambiental. “El resultado de la actividad humana a nivel global es, por un lado, la pérdida de diversidad y, por el otro, la modificación de la heterogeneidad natural”, manifiesta el investigador.

Para el especialista el panorama es desfavorable a nivel local en cuanto a la valoración y conservación de los ambientes de pastizal. “Como muchos países en vías de desarrollo estamos en una etapa de destrucción de ambientes naturales, especialmente de pastizales, que solían dominar el paisaje. Con el avance de la frontera agrícola, se perdieron casi todas las áreas de pastizal y las que quedan tienen una gran pérdida de diversidad de especies por el uso de pasturas implantadas y el sobreconsumo”, añade Daleo.

El grupo de investigación marplatense se sumó al equipo internacional entre 2010 y 2011, coincidiendo en el momento en el que la Red publicó su primer trabajo de alto impacto. “En ese momento nos llamó mucho la atención el cambio de paradigma sobre cómo hacer ciencia que planteaba la Red, distinto al modelo clásico donde los diferentes grupos de investigación alrededor del mundo trabajan en responder preguntas similares y compiten por llegar a esas respuestas primero. En este caso se trabaja en un sistema de cooperación horizontal más similar a una cooperativa, que implica una mayor eficiencia en el uso de los recursos para obtener esa respuesta, entre otras cosas. Desde ese momento hemos participado en muchos trabajos dentro de la Red, pero éste es el primero liderado por nosotros que llega a ser publicado”, explica Daleo.   

El biólogo señala que la investigación sobre funcionamiento de los pastizales naturales continúa relacionada directamente con el actual trabajo publicado, ahora enfocado en la relación diversidad-estabilidad en respuesta a eventos climáticos, el aumento crónico de la disponibilidad de nutrientes – como el nitrógeno, que está aumentando a nivel global por el uso de fertilizantes y de combustible fósil- y la herbivoría.

“Participar en este tipo de proyectos es sumamente enriquecedor porque implica interactuar con muchos investigadores de diferentes contextos, entornos y realidades. Y va más allá del punto de vista académico, es la posibilidad de interactuar con los mejores investigadores que trabajan en estas áreas, incluyendo el punto de vista humano y social”, concluye Daleo.

Por Daniela Garanzini para el Departamento de Comunicación del CONICET Mar del Plata


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